Las enseñanzas del caso Oppenheimer
Siempre me había interesado por el caso del físico Robert Oppenheimer, aparte de saber sobre el cómo llegó a la conclusión de sus teorías que terminaron siendo en conjunto con otras, las que derivaron a la creación de la bomba atómica. Pero un aspecto que hace años indagaba era su postura acerca de la misma ya después de haber visto su capacidad destructiva.
Sin duda un caso que puede dividir opiniones debido al contexto de la época y las circunstancias bélicas que prevalecían en aquellos años. ¿Un patriota o el creador del arma de destrucción masiva que vendría a cambiar muchas cosas en el mundo? Pregunta válida y que seguro da para dividir mucho las opiniones.
Aparte de haber leído libros y visto documentales sobre el tema, tendré que decir que la película de Christopher Nolan sobre Oppenheimer es una muy buena puesta en escena del contexto de lo que aquí menciono. Si tienen oportunidad de verla, súper recomendable.
Robert Oppenheimer pasó de un sentimiento de necesidad de crear la bomba para tener una ventaja estratégica para la causa de los aliados a ser alguien quien después abogó para la no proliferación de programas armamentistas que buscaran crear armas más potentes, como el caso de la bomba de hidrógeno.
No es que no supiera la capacidad que tendría lo que crearon en el programa Trinity, pero una vez que las bombas se lanzaron en Hiroshima y Nagasaki y tras ver lo que causaron, fue algo que lo terminó conmoviendo. Entendía que fue necesario hacerla pero no comprendía la necesidad de seguir buscando maneras de crear armas más potentes.
En otras palabras, afloró su humanidad y su raciocinio y no era el único, muchos científicos de su época sentían igual a pesar de una contraparte militar-gubernamental empecinada en hacer lo contrario. En este contexto es que sustraigo enseñanzas que son importantes analizar.
Primero que nada que como humanidad hemos llegado a puntos en donde se nos olvida todo aquello que nos une y dejamos que las diferencias, los intereses y los egos sean tantos que llegamos a enfrascarnos en conflictos brutales. Los mismos que hasta el día de hoy vemos en nuestro país, en Ucrania y en muchas partes del mundo.
Se habrán detenido mediante pactos internacionales la proliferación de armas como la atómica y otras, pero no se ha detenido la esencia bélica con la que se quieren imponer unos sobre otros. Quizá no se hayan lanzado más bombas dirigidas a sectores poblacionales, pero si van millones de muertes en el mundo por conflictos bélicos.
Después de la creación y detonaciones de las bombas, vino la guerra fría y ahora vemos una escalada de tensiones entre China, Estados Unidos, Rusia, el medio oriente, Corea, etc., y esto es en el contexto internacional, en nuestro país, en los estados, municipios y ciudades y pueblos, podemos ver tensiones de muchos tipos que terminan generando ambientes ríspidos.
En la política esto se da a menudo, pueden pregonar paz y civilidad, pero terminan enfrascados en pleitos políticos evidentes. Para defenderse tiran sus propias “bombas” sabiendo que estas causarán daño y de regreso los contrarios sueltan otras tantas. Y al paso del tiempo solo generan mayor encono social que termina por alentar el divisionismo.
Esto a su vez crea marcadas separaciones que vuelven más difícil la tarea de conjuntar esfuerzos por el beneficio colectivo y no el personal, grupal o político. Se siembra rencor y con ello se cosecha más odio, para solucionar los problemas muchas veces se escala en los ataques, en lugar de procurar consensos y acuerdos pacíficos.
Estoy de acuerdo que no hay que dejarse, pero tampoco hay que ensañarse y mucho menos enquistarse en lo bélico. La lucha por el poder, por el ego, por la supremacía a toda costa sin importar las consecuencias, termina por prolongar diversos tipos de violencia que detienen el genuino desarrollo de nuestra sociedad.
Estados Unidos en su momento se sintió poderoso, pero a costa de miles de japoneses que por años pagaron el precio. Se mandó un mensaje al mundo que en su tiempo detuvo aquella cruel guerra, pero a su vez fue solo el comienzo de una carrera armamentista que hasta el día de hoy vemos.
Si aquel que encabezó el equipo que inventó la bomba atómica pasó el resto de su vida tratando de enmendar mucho de lo que ocasionó, ¿acaso aquellos que tanto daño han hecho en la actualidad no podrían al menos intentar en abrir más canales de comunicación y con ello que prolifere más la armonía y la paz?
Espero no necesitemos de otras bombas como para cimbrar nuestras conciencias, deseo de corazón un día aprendamos de lo que ya hemos visto y entendamos las verdaderas lecciones de nuestro pasado y presente.
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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