Lo que claro está no se juzga
Es un rasgo del ser humano y en este caso hablando de los mexicanos, el de ser a veces contradictorios en nuestras acciones o formas de pensar. Muchas veces pregonamos algo, pero no siempre lo cumplimos o criticamos “x” cosa y a veces lo terminamos haciendo nosotros mismos.
Me viene a la mente aquello que después dicen, “que estamos como estamos porque somos como somos” En estas actitudes contradictorias radican muchas de las razones que precisamente pueden definirnos. Muchas aspectos de nuestras vidas estarán sujetos a diversas interpretaciones, dependiendo del punto de vista, ideales, creencias, etc., de cada quien.
Pero hay muchas temáticas en nuestra sociedad que en verdad son muy evidentes y no necesitarían mayor explicación, pero terminamos polemizándolas en afán de crear controversia. En todo esto también habrá que decir que entran las conveniencias de cada quien o el silencio por decisión propia. ¿A qué me refiero?
Quizá a mí no me guste la gente testaruda, pero si mi jefe en mi trabajo lo es, aunque no me parezca me callo, porque si lo digo me va a ir mal. Un ejemplo como este suele ser muy común, así como en otros tantos contextos otros, no siempre lo que siente uno lo actúa.
En otros casos como en los temas políticos se divide mucho la opinión, que si el partido azul es mejor, que si el guindo, el verde, el naranja etc., etc. Esto sucede por obviedad dependiendo como ya lo comenté de lo que cada quien piense o le convenga.
Pero en muchas otros tantos casos las cosas están tan claras que la verdad refutarlas está completamente de más, pero increíblemente aun así pasa mucho. Salir a la defensa de lo indefendible es consecuencia de un interés y punto, no de un acto de análisis, congruencia o hasta cordura, no, nada de eso.
Si un hombre está muy borracho es por que tomó mucho o tomó de más, si un bebé huele fuerte a popó y su pañal se ve abultado es porque se cagó. Hay gente decente y gente corrupta, hay casos admirables y otros despreciables, en el mundo hay justicia y también muchas injusticias.
En otras palabras, hay cosas tan evidentes que son lo que son, el no reconocerlo es solo hacerse “penecos” como diría mi abuelo, pero cada quien lo hace cuando quiere y al hacerlo cargamos con ello y con sus consecuencias. Tan es así, que así es.
Anécdota
En alguna ocasión una sobrina mía estaba jugando descalza en una época de mucho frío, cuando de repente su tía le grita: ¡Valeria, porque andas descalza! Y ella muy francota y con cara de tremenda obviedad le contesta: ¡Ay, pues porque me quité los zapatos! Así sucedió y así se chingo el asunto.
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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