Las vacaciones más domésticas
Pasé más de una semana en casa esperando que llamaran de Cirugía del Seguro Social, pero mi teléfono no sonó. Me apersoné en la ventanilla correspondiente y amablemente me informaron que, posiblemente, me valoren para la operación del ojo izquierdo la próxima semana y me llené de optimismo cuando me dijo la doctora que me hablarán el lunes para precisar la ruta a seguir porque el procedimiento tendrá lugar en la UMA Plus de Matamoros. Podría decir que la espera afectó la mayor parte de mis vacaciones, sin embargo, debo decir que el receso me permitió disfrutar de la vida doméstica.
Mi hermano Alfredo vive y trabaja en los Estados Unidos y estuvo diez días de visita en esta capital, disfruté con él dos o tres comidas al día, además, como le gusta el trabajo físico, podó diez árboles, recogió las hojas y las ramas ante la complacencia de un servidor. Vale comentar que mi madre vive en casa desde hace meses y ella es la que más disfrutó la presencia de mi único hermano. Se le notaba en la cara a la señora que estaba feliz por tener durante varios días a sus dos hijos. Mi hermano es menor que yo pero también se acerca a las seis décadas de vida así que, entre los dos, con el respaldo de mi esposa y otros familiares tratamos de que mi madre se sienta lo mejor posible.
Mientras yo esperaba la llamada del IMSS hicimos un viaje relámpago a la frontera, específicamente a Matamoros donde nos recibió la tía Porfiria (hermana mayor de mi mamá) junto a la prima Griselda (ella trabaja desde hace sinnúmero años en una planta maquiladora, atiende a su madre y a su hijo preadolescente Denzel Alejandro). El breve recorrido al norte de Tamaulipas nos permitió disfrutar del paisaje, de los generosos campos cultivados y en los ejidos de Valle Hermoso admiramos el tamaño y la calidad de las sandías que producen por ese rumbo. Entrada la tarde cruzamos el puente internacional de Nuevo Progreso y nos instalamos en Weslaco por una noche.
Atendidos un par de asuntos de mi madre en el valle de Texas y realizadas las compras de rigor, nos regresamos por Reynosa para disfrutar de nuevo el paisaje desde la carretera. El intenso calor se mitigó un poco con un poco de lluvia más acá de San Fernando y nos alegró el tramo hasta El Encinal que pasamos de largo para comer en El Tamaulipeco que está recuperando la buena fama de sus platillos. Regresamos a Victoria donde cumplí el compromiso de almorzar en restaurante ubicado atrás de GranD Campestre donde varios fuimos convocados por el maestro José Luis Morales Ibarra, ampliamente conocido en el medio periodístico y en las redes sociodigitales como El Guajalote Estrangulado (Implacable con los malvados).
Aparte de convivir con la celebridad ya mencionada, tuve la fortuna de sostener amplia charla con el abogado Agustín Ávila y el doctor Álvaro Pedraza. El maestro Morales Ibarra se retiró para atender asuntos inherentes a su trabajo intelectual, pero se empeñó en liquidar la cuenta quedando los demás comprometidos para participar en un próximo encuentro donde podríamos contar con la presencia de mi compadre José Ángel Solorio Martínez, historiador, ensayista y dramaturgo oriundo de Río Bravo.
Estas tranquilas vacaciones me permitieron también disfrutar del tradicional y sabroso Pozole que ofrece mi cuñada Laura con motivo del cumpleaños de su hija Ana quien se reunió con reducido grupo de amigos y familiares quienes le felicitaron. A punto de concluir el receso laboral de verano decidí viajar con mi compañera un par de días a San Luis Potosí para un paseo que incluye visitar museos y asistir a una corrida de toros.
Correo: amlogtz@gmail.com
Ambrocio López Gutiérrez
Periodista y Sociólogo.
Columnista en diversos medios electrónicos e impresos.
Redactor en el equipo de Prensa de la UAT.
Profesor de horario libre en la UAM de Ciencias, Educación y Humanidades.
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