Me sorprenden, hoy más que nunca, algunos de mis ex compañeros de la carrera de Periodismo de la UNAM, quienes antes no se cansaban de preguntar por el estado que me vio nacer –o sea Tamaulipas-, y por la inseguridad pública, por los hechos de violencia contra los comunicadores y por los severos castigos que impone la naturaleza, como la falta de lluvias.

Y, cómo no, si ahora han dirigido toda su mirada hacia el Congreso de Tamaulipas, donde cavernícolas regalaron la nota por varios días a nivel nacional, al golpear al reconocido, serio, atento y respetuoso periodista, José Inés Figueroa Vitela, por intentar ingresar a su lugar de trabajo como responsable de Comunicación Social del órgano legislativo.

La verdad y, me consta, quien mejor que José Inés para ocupar ese puesto en el Congreso, si por muchos años, junto con algunos de nosotros, se partió el alma y el corazón para poder llevar la buena y mala noticia a los lectores cotidianos.

Eran jornadas titánicas de hasta 12 horas diarias y, lo mejor de todo, es que como parte de una competencia respetuosa entre periodistas, nadie se podía mover del lugar porque se perdía lo sustancial de la información.

Y pasaron junto a nosotros un carismático y belicoso, Bruno Alvarez Valdez,- a veces con arma en mano-, una llamativa Luisa Alvarez Cervantes, y su sabiduría, una elegante y respetuosa Guadalupe Flores Valdez, y su perfecto estilo a la moda, una fumadora muy aficionada Amira Gómez de Tueme y muchos otros legisladores que le dieron brillo, vida a la cámara.

Fuimos testigos de hechos desagradables, pero un legislador de aquel entonces se caracterizaba porque buscaba el abrazo de los comunicadores, no su odio porque no convenía.

Y ahora mis cuates me preguntan curiosos que paso con José Inés, quien fue bofeteado por la diputada Leticia Sánchez Guillermo, una mujer que por su físico y fatal comportamiento parece haber sido sacada de una tira cómica de mal gusto.

 Ni para cuando comparar a esa panista con Lydia Madero de Martínez Brohez, una chica fresa con buen gusto para la ropa y el taco en plena cámara.

Y los secuaces de Leti  -La fea-, nunca se podrían comparar con personalidades como José Ortiz Rosales, Humberto Valdez Richaud  y otros que no eran afectos a la pelea, al desfiguro.

Y mis amigos defeños querían más y más y, ni modo, brotó el nombre de Francisco Javier García Cabeza de Vaca, ex gobernador de Tamaulipas, de quien se dice que está detrás de todo lo que le sigue provocando gran daño a esta tierra norteña.

De él, se habla por todos lados, que las autoridades estatales podrían haberlo frenado para que no llegara a la diputación federal por el PAN, que violó la ley cuando convenció a una Fiscal Federal relacionada con elecciones para trasladarla en su avión con asientos de cuernito al D.F. y que se valió de personal priísta de la Secretaria General de Gobierno para lanzar advertencias a los periodistas que le eran incómodos.

Y mucha es la carrilla que carga ese sujeto texano, por lo que la raza de la capital mexicana intenta que entre en más detalles, pero no, mejor no.

Ya en lo local, me sumo a las propuestas que han hecho algunos compañeros periodistas de congelar totalmente a los garabatos del PAN en Tamaulipas, por la simple razón de que viven de los escándalos que gratis se publican, porque lana nunca traen en el bolsillo.

Que les cueste que su fea cara salga en los medios.

Al fin que nada, se pierde.

Correo electrónico: tecnico.lobo1@gmail.com

Javier Rosales
Columnista en Tamaulipas. Su columna Anecdotario es publicada en diversos medios de comunicación.