En nuestras vidas, son nuestras acciones las que terminan definiendo el rumbo que estas toman, para bien o para mal. Los parámetros morales y/o el “libertinaje con que nos lleguemos a conducir, son fruto de los aprendizajes familiares, empíricos y aquellas enseñanzas que decidamos adoptar. 

Tanto la etapa de la niñez y la de la juventud son las que nos moldean, ya entrados en la adultez y más al paso de los años, vamos teniendo una idea más clara de lo positivo y negativo y por ende de las repercusiones de nuestras decisiones. Cada cual con sus respectivas creencias religiosas, ateas, políticas, apolíticas, etc.

En el caso de aquellos que confluyen en el ámbito público y en la antesala de una elección muy importante el año entrante, deben darse un momento para la reflexión y verdaderamente comprender el panorama que se avecina. Les guste o no, el sentimiento actual de los electores es fruto del cúmulo de sus decisiones, tanto positivas como negativas.

No importando el color, postura política, género o ideales que representen, el ciudadano tiene aproximadamente un año para llegar a tomar su decisión definitiva. Y a estas alturas aunque muchos políticos y/u operadores digan sabérselas de todas, todas, todavía puede llegar a ser muy impredecible el futuro para algunos de ellos (as).

Aquí haremos un ejercicio descriptivo-evaluativo sobre aciertos y errores, lo que quiere y lo que ya no quiere ver el ciudadano; mismo que servirá de recordatorio sobre algunos aspectos relevantes que influirán para el gran proceso que viene.  

Gran parte de la ciudadanía:

Aplaude que se trabaje con pulcritud pero detesta que sigan actuando como si hacen, cunado no terminan haciendo nada.

Aun entre diferencias en cuanto a posturas políticas se refiere, reconocen las buenas acciones que realmente trascienden y a su vez reprueban a aquellos políticos y gobernantes que mantienen un estancamiento social y económico.

Alientan la austeridad y el buen manejo de los recursos pero están asqueados de actores corruptos que visiblemente hacen mal uso del dinero del pueblo.

Aquellas decisiones que coadyuven a generar paz y armonía son sin duda grandes aciertos, en contraparte con aquellas actitudes de los gobernantes que generan mayor encono y división y más en tiempos de violencia e inseguridad. 

No ven bien el acaparamiento de unos cuantos en los procesos de decisiones organizacionales, ya que sienten representa y sigue alentando la esencia de una estructural sociopolítica que tanto daño ha causado en nuestra historia como nación. Democratizar los procesos debe ser el camino a seguir.

En el caso de la parte de la población con menos ingresos, agradecen los diferentes apoyos que se les otorgan pero a diferencia de antes, esto no asegura lealtad a quien lo haga y menos si estos amenazan con quitárselos por caprichos y conveniencia. En otras palabras, las despensas siempre podrán ser recibidas pero no quiere decir que quienes las otorguen recibirán el apoyo de los receptores.

Siempre se congratulan con tener representantes populares empáticos y que realmente actúen con humildad y congruencia; por el contrario, los políticos que solo ven por sí, son una especie que de corazón desean se extinga ya.

La clase media agradece las oportunidades de desarrollo pero clama por una tan anhelada paridad en políticas públicas que realmente impacten su entorno. Menos prebendas para los que más tienen y aunque están de acuerdo que se ayuden a los que menos tienen, piden que no se olviden de ser ecuánimes.

Estas son solo algunos aciertos y errores que han in fluido e influirán en el sentir social de cara al proceso del 2024. Bien harían muchos actores políticos en tomarse su tiempo para evaluarse a sí mismos y a sus colaboradores. La sociedad con gusto alentará toda aquella acción dedicada a mejorar las condiciones para todos como también sin duda reprobarán todo aquello que definitivamente ya no quieren ver.

Muchos entienden, a otros no les ha quedado claro que existe un hartazgo mayúsculo, unos se esmeran por hacer lo mejor que pueden y otros simplemente parece que hacen lo mejor que pueden pero para desacreditarse aún más. Los tiempos han cambiado y la gente ya no es tonta, aunque existan conductas sociales previsibles, los resultados cada día dependen más de lo que se hace y/o de lo que se deja de hacer.

“Si no estás para servir, no sirves para estar” 

Jorge Alonso Infante Alarcón  

Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.

Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)