Grandes brechas, grandes problemas
En los anales de nuestra historia universal y conforme nuestra especie evolucionaba, la organización mediante grupos, facciones, clanes o creencias, siempre ha estado presente. El ser humano como otras tantas especies animales, tiende a organizarse según aspectos que tienen que ver con nuestro DNA, rasgos físicos, entorno social, ambiental, etc.
Eso es algo que sin duda hasta nuestra actualidad sucede, solo que ahora lo vemos más acentuado en nuestra sociedad y ni se diga en los distintos sistemas políticos existentes. Tan así, que desde hace unos años a la fecha ha existido una tendencia a mayor polarización tanto política pero en especial una social.
Un buen ejemplo de ello en el entorno político es la división más marcada entre posturas de izquierda contra la derecha en nuestro país y en el mundo y en lo social las brechas entre las distintas clases socioeconómicas son aún más marcadas. Un porcentaje pequeño de la población aglutina más riqueza que todos los demás juntos, en proporción de 1-10 % o de 10 a 100 %.
Esto causa una desigualdad brutal que cada día se marca más con todo lo que ello conlleva, siendo la consecuencia de esto, una inestabilidad ciudadana palpable. Mayor insatisfacción y e inestabilidad económica llevan a mayores niveles de inseguridad y estancamiento, pero lo increíble de esto es que más allá de aprender las lecciones pareciera que se quiere mantener con férreo manejo el status quo (estatus cúo).
Y si a esto le agregamos los problemas derivados y también cada día más notorios del cambio climático, que conllevan a consecuencias como la falta de agua en muchas partes del mundo. Todo esto está llevando a un estado de bullicio a la sociedad, que después se manifiesta en las problemáticas antes mencionadas.
Agreguemos a todo esto la continuidad de sistemas corruptos con alta impunidad, pues son una mezcla muy potente para la desestabilización social. Algunos pueden ser factores históricos que pueden haber incidido para incrementar la brecha pero la realidad es la mayoría son fruto de las acciones de personajes que detentan poder y en lugar de hacer buen uso de él, hacen todo lo contrario.
Ningún gobernante y/o político es tan ingenuo como para no saber lo que pasa a su alrededor y menos para no estar consciente del daño que causa al incurrir en prácticas desleales, inmorales y no legales. Sabe que si roba mucho, menos hace por la ciudadanía, si el presupuesto no se ejerce en donde debe pues el progreso y desarrollo se estancan y por ende el descontento social incrementa.
Pueden rodearse de cómplices aplaudidores para intentar no dejar que su consciencia trabaje como debe ser y por ende le pueda impedir delinquir tanto, este tipo de pseudo-gobernantes se dejan llevar por las riquezas que él y otros cuantos amasan a costa del sufrimiento de miles. Terminan satisfaciendo sus complejos en lugar de resolver los problemas complejos de una ciudad, estado o nación.
No buscan cerrar las brechas de desigualdad que siguen generando grandes problemas, en realidad no les interesa el bienestar de los demás, mienten como pocos en sus discursos mientras poco es lo que hacen por revertir la situación. Que si sus acciones son anacrónicas y totalmente reprochables, eso es lo de menos para ellos, mientras reine la impunidad, que ¡viva la corrupción!
En el mundo siguen muriendo millones de personas por hambre y condiciones deplorables de vida, mientras unos en mansiones radican, otros a la intemperie mueren; hombres, mujeres, niñas y niños desgraciadamente sufren y fenecen ante una sociedad totalmente dispar.
Buen ejemplo:
En una entrevista del día de hoy el expresidente estadounidense Barack Obama señalaba un buen ejemplo. Comentaba que el caso de las 5 personas (millonarios) que fallecieron en el submarino que iba a explorar al Titanic, ha recibido una cobertura mediática muy fuerte todos estos días.
Mientras en la misma época en las costas de Grecia fallecían ahogados en el mar cientos de personas migrantes que intentaban buscar una mejor vida y casi nadie estaba hablando de ello.
Nunca es tarde para enmendar el camino y apostarle más a nuestra espiritualidad y a todo aquello que nos une, en lugar de ser partícipes en crear brechas cada día más extensas entre nosotros mismos. Y si tristemente esto suena todavía muy idealista, pues es porqué sencillamente es el lugar en el que actualmente nos encontramos en muchos temas como humanidad.
En verdad nunca es tarde para reflexionar.
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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