La posteridad en la infraestructura
LO CLARO. La educación entra por los sentidos cognitivos; pero también por el estómago.
Muchas de las estrategias gubernamentales que evitan la deserción escolar van orientadas a ayudar en la medida de sus presupuestos a contribuir en la educación elemental con asistencias de desayunos escolares que coparticipan con los hogares mexicanos en la labor de formar a los educandos.
Pero la llegada a la preparación universitaria quizá no reflexiona en su cabalidad ese elemento.
La deserción estima en gran parte que el estudiante abandona las aulas en la búsqueda de contribuir con los satisfactores que ayuden a sus familias, pero falta aún considerar la integridad del mismo alumno.
La Universidad Autónoma de Tamaulipas abona a esa causa común, mediante la reactivación en vinculación con el DIF Estatal de “Comedores Universitarios de la UAMCEH”.
En este plan piloto con el bajo costo de 50 pesos semanales, los estudiantes que aplican al estímulo se posibilitan a continuar su encomienda de preparación académica rumbo a la excelencia, facilitando la posibilidad de que la carga por ese concepto sea compartida con la autoridad. Buen alimento, mente abierta al conocimiento.
Estrategias humanistas que se agradecen. Los resultados lo demostrarán.
LO OSCURO. “Me falta un tornillo, 5, 47195; Valladolid, España”.
No se preocupe. No es una declaración de aceptación de salud. Lo de arriba es la dirección con calle, número y código postal de la tienda departamental IKEA, en la península ibérica.
Hay otra calle en Ferrol, de nombre “Rómpete el alma”. Las particularidades abarcan muchas cosas extrañas más en la asignatura de los nombres usados para la infraestructura urbana.
El asignar un nombre personal, de un hecho histórico o razón que le identifique es en base a los méritos o trayectoria especialmente relevantes de una persona, institución o eventos verdaderamente significativos.
Generalmente –en el caso de la nomenclatura utilizada para ‘bautizar’ las calles- tendría que ser influenciada por las calles aledañas, de modo que exista siempre un criterio de continuidad. Héroes de la independencia, de la revolución, de la propia ciudad.
La calle Iglesia existe en 4 mil 767 ciudades del mundo; Constitución, 2 mil 439 ciudades; la calle San Juan, 10,028. Y así.
En el México contemporáneo se llegó a considerar en más de las ocasiones el obtener ‘la gracia’ del gobernante de mayor jerarquía en el país mediante la adopción de su nombre a una de las ciudades del estado o por lo menos a bautizar una plaza pública cobijado al nombre del mandatario, a modo de conseguir para sí y sus gobernados presupuestos adicionales.
Nombres de colonias, ni se diga.
Una de las condicionantes que a la postre debieron observar los Congresos Locales para permitir tales cultos a la personalidad, era que debían ser honras a personajes ilustres ya fallecidos.
No lograron escapar muchas localidades antes de ser prevista tal enmienda.
Hoy, Ciudad Díaz Ordaz mantiene un recelo constante de su propio nombre por sentirse no identificada con la historia del mandatario responsable según la propia historia del suceso que entintó con sangre aquél 2 de octubre de 1968.
Pero pululan muchos ejemplos: Ciudad Madero, Ciudad Victoria –honrando al primer presidente mexicano-; Abasolo, Ramos Arizpe, Guerrero, Miguel Alemán y muchos otros ejemplos más.
Está en disputa el cambio de nombre del zócalo de la ciudad de México, por las mismas razones…
Su nomenclatura la obtiene bajo la licencia de ser llamada Plaza de la Constitución en referencia alusiva a la que se promulgaba en Cádiz, en 1812.
La Pepa, conocida bajo tal mote a la Carta Magna entre los peninsulares. Fue el documento que limitó en su momento al poder monárquico y abolió el feudalismo de la España como ‘Madre Patria’ con sus mismas repercusiones hacia la colonia de la Nueva España.
La inquisición tuvo su punto final al entrar en funciones la Carta Maestra, la Pepa –nació un día de San José, en 19 de marzo de 1812-.
Pero ya no más.
A pesar de no ser relevante en la vida diaria el que la determinación por parte del Senado de la República plantee la alternativa de cambio de nomenclatura a “Plaza de la Constitución Mexicana de 1824” (Se llama oficialmente Plaza de la Constitución Política de la Monarquía Española), la poca practicidad del nombre no cambiaría la pertenencia nacionalista a la nueva era mexicana, independiente de cualquiera injerencia extranjera.
Aunque en el simbolismo quizá reclame valorar los distintivos que la que enaltecen a través de sus ciudades, cultura, edificios, patrimonio.
Así lo hizo en su momento Trump, al devolverles el orgullo americano a sus compatriotas peleando la legitimidad de su nación ante el mundo.
Quizá existan asuntos más apremiantes. El Senado personifica la garantía del pacto federal, donde la representatividad de cada Estado de la nación recae en la figura de cada legislador de esa alta cámara.
Relaciones internacionales del país; tratados y acuerdos; nombramientos de oficiales del ejército, de la Suprema Corte de Justicia.
Quizá existan mejores asuntos; sin dejar de observar la importancia de la historia y pertenencia de esta nación a través del patrimonio que le significa su infraestructura.
México es mucho más que eso.
COLOFÓN: Si hoy proponemos a cualquier político que la mejor ciudad del país llevará su nombre; bajo el único requisito de que debe estar Ya muerto, el aludido elegiría el cambio del nombre por el de un particular rancho, de nombre sexenal conocido. Hasta avenidas con esa encíclica…
alejandrodeanda@hotmail.com
@deandaalejandro
HECTOR ALEJANDRO DE ANDA CORTEZ
Colabora en medios impresos y en portales informativos electrónicos. La Columna Claroscuro se publica desde 2007
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Especialmente tocamos temas económicos y de política en general.
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