Un amor ideal, un amor real y un amor romántico que son correspondidos, se convierten en un fenómeno neurobioquímico tan intensamente fuerte, revelador y capaz de enloquecer de felicidad a las parejas que proyectan toda la alegría, toda la euforia, y bienestar a su entorno.
Sería imposible ocultar o disfrazar esta emoción tan profunda del alma que genera sentimientos muy elevados como la bondad, el altruismo, la tolerancia, la confianza, la honestidad y la fe, entre otros.
El amor nos llena de armonía interior, nos lleva a la fe, y la fe obra maravillas a través de la confianza plena. Cuando nos enamoramos creemos en el amor y confiamos abiertamente en la persona amada, nos damos completamente a ella en cuerpo, alma, sentimiento y razón, perdemos el sentido de pertenencia individual, porque sentimos que le pertenecemos a nuestra pareja y que todo nuestro mundo gira alrededor de ella.
Incluso a veces, este sentimiento podría doparnos o cegarnos y generarnos una crisis de identidad, con los miedos propios de alguien que no sabe ya cómo funcionar sin esas drogas llamadas, endorfinas, oxitocina, amor o enamoramiento, pero:
¿Es lo mismo amor y enamoramiento?
El Dr. Eduardo Calixto González, excelentísimo investigador de la UNAM, con maestría y doctorado en neurofisiología en la misma institución y posgrado en neurofiosiología cerebral en la Universidad de Pittsburgh, Pensilvania EE.UU., actualmente participa como jefe de neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, y profesor de fisiología y farmacología en la Facultad de Medicina de la UNAM, y de bases biológicas de la conducta en la Facultad de Psicología de la misma universidad y del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.
La línea de investigación del Dr. Calixto González se dirige al estudio de los procesos neuronales, electrofisiológicos y sinápticos, que explica las adicciones a diversas drogas y modulación conductual sexual por diferentes hormonas y neurotransmisores. En su libro “Un clavado a tu cerebro”, nos invita a descubrir, cómo nuestras neuronas actúan en el amor, en la sexualidad, el estrés y las emociones.
“Cuando el cerebro recibe la mirada directa de alguien que le atrae, activa la liberación de dopamina, la sustancia que produce una dosis de placer. A la fecha, los científicos dedicados a mapear el cerebro han descrito 12 áreas involucradas en el enamoramiento, las cuales pueden llegar a ser 19, todo depende de la emoción esperada, la edad y el lugar. Los hallazgos confirman que la sensación de estar enamorado es cuestión de química cerebral en un 99.9%. Una química cerebral en la que actúan las endorfinas, los endocannabinoides, la vasopresina, la oxitocina, las hormonas sexuales, el óxido nítrico, serotonina y factores de crecimiento neuronal.”
Además, explica que en el proceso “participan alrededor de 15 elementos, entre neurotransmisores, hormonas y sustancias endógenas; pero sin dopamina no hay amor, sin dopamina no se anexa la otra secuencia de neuroquímicos. La dopamina es un neurotransmisor o sustancia que secretan las neuronas. Está involucrada en el deseo, la felicidad, el enojo y la sensación de placer. Cuando alguien está enamorado, la dopamina se libera lentamente en grandes concentraciones. Entre más dopamina liberamos, más se activa nuestro sistema límbico, y entonces las sensaciones del enamoramiento predominan.
Uno se vuelve más ilógico y menos reflexivo, porque entre más se activa nuestro sistema límbico, más se inhibe nuestra corteza prefrontal, la encargada del razonamiento. La dopamina cambia la excitabilidad de las neuronas, por eso nos sentimos diferentes ante la cercanía del ser amado. Nuestra motivación aumenta, el corazón nos palpita con más fuerza, nos invade el nerviosismo… somos felices.”
Una adicción
Entonces, ¿somos adictos al amor? Sí; existen muchas teorías que avalan permanentemente esta idea, incluso desde tiempos muy arcaicos. Por ejemplo, la de San Valentín, médico romano que se hizo obispo y que desafió las órdenes del Imperio, cuyo origen se remonta precisamente hacia la época del Imperio Romano, y cuenta la historia que este legendario gran personaje místico fue defensor del amor y los enamorados jóvenes de ese tiempo, contra las dictaduras del Emperador en turno, Claudio II, San Valentín, “valiente” desafía las ordenes del Imperio, es apresado y muere decapitado justo en un 14 de febrero del año 270, d.c., y desde allí tomaron ese día en su honor, llamándolo el día de San Valentín, y que se asocia con el día de los enamorados, y también ya más adelante en la línea del tiempo, se reconoce como el día del Amor y la Amistad.
Un día en especial, para festejar a todos los valentinianos, a los enamorados y los amigos de muchas latitudes del mundo entero. Esta celebración milenaria, se ha convertido actualmente cada 14 de febrero, en una verdadero festejo de regalos y detalles románticos y personificados.
Sea lo que de cada cual fuere, la ocasión lo amerita, date la alegría de conocer esa sensación neuronal que produce tu cerebro y goza del amor en todo su esplendor, dopamina, endorfina, serotonina, oxitocina o como se le llame, enamórate de ese potencial bioquímico que vive y palpita no sólo en tus redes neuronales, sino también en las fibras más sensibles de tu alma, que es inmortal.
Abrazo potente de corazón a corazón en el Día del Amor y la Amistad.
a.rivera@vgestrategias.mx
Alberto Rivera
Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.
Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.
Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.
Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.