¡Maldita pobreza!
¡Primero los pobres! Ha sido el postulado del Presidente AMLO. Así se pronunció en su última campaña presidencial y ya como Presidente, como una forma de cumplirle a los pobres ha creado diversos programas sociales; programas para los adultos mayores, para los trabajadores, para los jóvenes… y ya en el plan de apoyo, también a los más pobres, ha logrado que se incremente el salario mínimo de manera gradual y consistente. Y, la verdad, esa actitud le ha ganado la simpatía del pueblo.
La cuestión es simple: ¿Por qué hay pobres? ¿A quién le cargamos la culpa? Y no hay la menor duda: es el modo de producción capitalista, el que impera en la mayor parte del mundo y México no es la excepción. La premisa es que el dueño del capital, el empresario, el industrial, es quien se queda con la mayor parte de las ganancias. En pocas palabras, la riqueza no se redistribuye en forma correcta. La riqueza se concentra en pocas manos y la pobreza se incrementa de manera notable.
VENTA DE UNA ILUSION.
Siempre nos han vendido la ilusión de que el Estado, en su esencia, tiene como propósito administrar, regular, a la sociedad para crear condiciones de que todos seamos iguales ante la ley; sin embargo, en términos económicos, crean y desarrollan políticas que brindan a los empresarios, al poder económico: les garantizan, le proporcionan, paz y estabilidad social para que inviertan y, además, les garantizan que los obreros, los empleados, van a estar sometidos a los “salarios mínimos”. Tan mínimos, que hoy en día, dos salarios mínimos no sirven ni para comprar la canasta básica.
Los distintos gobiernos, desde los priistas, los panistas y ahora los morenistas, han creado programas de bienestar social. Los priistas, por ejemplo, dedicaron cuantiosos presupuestos y, cada que iniciaba un gobierno, prometía “terminar” con la pobreza… y en ese proceso lo que hicieron fue modernizar, darle eficiencia, a un mecanismo de control social. Sin embargo, la estafa maestra en tiempos de Enrique Peña Nieto, muestra cómo se desviaba el dinero a las campañas políticas… por eso, sexenio tras sexenio, aumentaban los pobres.
POBREZA EXTREMA.
Difícil, muy difícil, permanecer indiferente ante la pobreza que persiste en México. Un buen día, hace varios años, un alumno universitario, originario de una población rural, ayudo en una reunión de amigos: al ver los precios de los artículos, la carne específicamente, externo: ¿Qué cara esta? Con lo que cuesta, en mi casa, comemos un mes. Esa es la realidad: el ingreso por familia, sobre todo en el campo, hace imposible que se disponga de lo justo y necesario para vivir, dirían, decentemente. Y, es que, por otra parte, los datos son escalofriantes.
Hace días, por decir, se publicaron datos sobre la pobreza en Tamaulipas: El 34% de la población (1 millón 233 mil 943 personas) se ubican en situación de pobreza; en tanto que, en extrema pobreza el 11.2% (135 mil 494 personas). La connotación de pobreza o pobreza extrema deviene en función a la carencia de elementos de bienestar social; como la vivienda, empleo, educación, servicios públicos como agua, drenaje, luz eléctrica, servicios médicos, entre otros. La cuestión es simple, por decir, unos vivimos en la zona urbana y no conocemos la periferia o la forma en que viven en algunas comunidades rurales.
CLIENTES POLITICOS.
Hace días el Presidente AMLO hizo notar el valor de los pobres en la política: que nos fieles, que cuando se les pide, no vacilan en apoyar; que no son como los de la clase media, que son indiferentes o como los ricos, a quienes solo les interesa tener ganancias. Fue una expresión, digamos, sincera. Por eso, de siempre, los pobres han sido calificados como “clientes políticos”. Por eso, los distintos gobiernos reparten despensas, material de construcción; y hoy, con la 4T, se da la pensión del adulto mayor, se les apoya con programas sociales como sembrando o a los jóvenes con las becas para el trabajo o el estudio.
La cuestión, simple, es que los programas sociales han sido un instrumento inútil porque no generan riqueza, son simples paliativos; al grado que, unos y otros gobiernos, han pregonado y presumido apoyo a los pobres y, muy lamentable, es que cada día hay más pobres. En pocas palabras, más clientes para los partidos políticos, sus candidatos y líderes.
Melitón Guevara Castillo
Licenciado en Administración Pública (UAT), Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).
Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).
Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.
Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.
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