Calidad moral de los políticos
Por lo regular el mundo, entiéndase de la población, la dividimos en buenos y malos; en aquellos que, a todas luces, son portadores de virtudes y prendas morales que los ubican como personas de bien; y la contraparte, está compuesta por aquellos que reciben el calificativo de malo. En términos generales, se diría que los segundos, carecen de las normas más elementales para la convivencia, puesto que aprovechan cualquier oportunidad para beneficiarse de los otros.
En lo personal, uno debería preguntarse: ¿los políticos son buenos o son malas personas? La pregunta viene, desde luego, por las múltiples denuncias, reclamos, que se hacen a los políticos, sobre todo a los mexicanos. Se les tilda de corrupción, irresponsables, insensibles, en fin, de todo aquello que marca el que deban de tener una vocación de servicio puesta para beneficiar al pueblo, a los más pobres, a los más necesitados. Y de pronto, no encontramos políticos buenos, solo en el discurso.
CAPACIDAD DE DIFERENCIAR.
Lo seres humanos nos diferenciamos de los animales por nuestra capacidad de raciocinio, razonamos para elegir o tomar una decisión, es decir, no actuamos por instinto. Esa capacidad de distinción nace o se construye por las ideas del bien y del mal que nos han inculcado. En este sentido, luego entonces, siempre hemos de tomar las decisiones que más nos beneficien y menos perjudiquen a la gente. Sin embargo, en la práctica, vemos que esto no siempre sucede… ahí es donde entran, quiérase o no, sentimientos como la vanidad, el egoísmo, la ambición, entre otros.
¿Tienen moral los políticos o son, vamos pues, amorales? ¿Por qué el político roba o se aprovecha del cargo público? Y es que, con frecuencia, nos enteramos que el político o servidor público compró una casa nueva, que salió de viaje en vacaciones, que compro carro nuevo, que usa chofer, es fin, nos enteramos que tiene a media familia en la nómina, que hace negocios con el presupuesto de su oficina... Se van a reír, pero un día me dijeron: roban porque creen que es normal, están convencidos de que no están haciendo algo equivocado.
CONGRUENCIA.
Los actos y la vida de los políticos tienen que estar basados en una ética, cumplir con las normas de convivencia de la sociedad. En esta coyuntura, ha visto en México escándalos políticos cuyos protagonistas ni por error se les ocurre renunciar. Recuerdo que, en España, en una de mis estancias, se armó un escándalo: el Ministro responsable de la ecología, lo sorprendieron en plena faena de cacería, andaba con sus amigos. Eso no es malo, ni un error, la cuestión es el permiso: su permiso era para otra área…todavía ni prendía bien el escándalo y ya presenta su renuncia.
Recuerdo el caso de un General americano, propuesto para ser Secretario de Estado, tenía fecha para la audiencia en el senado, y días antes se publica un reportaje: las imágenes demostraban que el fin de semana se fue a una casa de campo, se llevó a una acompañante (no su esposa) y en el reportaje se hacía hincapié en que una persona, capaz de engañar a su esposa, podía engañar a otros. ¿Qué fue lo que sucedió? No se presentó a la audiencia, agradeció al Presidente su nominación y renuncia.
ENGAÑO TRAS ENGAÑO.
La Ministra Jazmín Esquivel plagió su tesis de licenciatura. Al menos ya la UNAM determino que hay un contenido sustancial que tipifica la acción de plagiar. La UNAM se lava las manos, alegando que no tiene bases legales para quitarle el título y le pasa la bolita a la SEP, que es la responsable de emitir las cedulas profesionales. En este caso, puede darse el caso que la SEP alegue que no puede quitar lo que no concede: el título, y que la cedula, es consecuencia del mismo.
En fin, ya el Presidente AMLO advirtió que para el lunes puede darse a conocer el dictamen final, la respuesta de la SEP. La cuestión, por otra parte, es personal: la Ministra Esquivel ante la acusación busco, a todas luces, echar la culpa al autor original, insistió una y otra vez, que no era plagiaria. Ante los hechos contundentes, innegables, si tiene calidad moral, conciencia del bien y del mal, debería pedir permiso o renunciar a la Magistratura. Hay, por otra parte: ¿qué actitud deben tomar sus pares? ¿Deben destituirla o iniciarle juicio para tal cosa?
Melitón Guevara Castillo
Licenciado en Administración Pública (UAT), Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).
Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).
Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.
Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.
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