Los políticos tienen una meta: adquirir y conservar el poder, y en la medida que se pueda acrecentarlo. Un Presidente Municipal piensa en que puede ser diputado (federal o local), un diputado que puede ser gobernador o senador… y un senador o gobernador, que puede ser el presidente de la Republica. Sin embargo, hay historias de políticos, que no avanzan, se pierden, desaparecen.

Hay una expresión que se utiliza en política: cuando se comete un error, el resto son consecuencias. El error de Cesar Yáñez como de Santiago Nieto, fue hacer boda fifí, que no tiene la menor relación con la austeridad republicana o ahora franciscana. Mostraron, a los ojos de AMLO, que son fifís, que son aspiracionistas. Cesar ya va recuperando terreno; Nieto, de plano, cambio a aires locales, dejando atrás sus aspiraciones de poder federal.

EL AMOR DEL PUEBLO.

Se preguntó Maquiavelo: ¿El político debe ser amado o temido por el pueblo? Y la respuesta es que el gobernante no debe hacer nada que lo haga perder el afecto o amor del pueblo, como crear por decir, nuevos impuestos. Que debe, eso sí, ser temido por sus enemigos. Por lo que se ve, el presidente AMLO, aplica bien la regla o principio maquiavélico. Apapacha al pueblo y fustiga, todos días, a quienes ve y siente como sus enemigos, que están dispuestos a quitarle poder.

Por ejemplo, AMLO es el presidente en funciones que puede tener aprobación de su gobierno; pese a eso, en la última elección local en CdMx su partido MORENA perdió la mitad de las alcaldías. Su análisis se centra en que, en esas delegaciones, la mayor parte de la población es clase media, aspiracionista; y culpo, además, a que ahí fallaron los operadores de sus programas sociales, que no hicieron su trabajo. Otra vertiente es que, en esos lugares, Ricardo Monreal, ninguneado por el poder presidencial, había traicionado y apoyado a la oposición triunfadora.

AMBICION, SOBERBIA Y VANIDAD.

Traicionar y castigar no son los únicos errores que cometen los políticos. Hay otros, como la ambición, la soberbia y la vanidad; es cuando dicen, bien que lo dicen, que se suben a un ladrillo y se marean. Pierden piso: el mejor ejemplo, a la mano, es el de Emilio Lozaya; abuso del poder, su ambición y avaricia no tuvo límites, y ahora está en prisión: no lo estaba, le gano su pasión por la buena comida y lo pago caro. La cuestión es que, de acumular riqueza en forma indebida, ahora está pagando su ambición.

Siempre se dijo que Tomas Yarrington era un político muy inteligente; sin embargo, engolosinado, cometió errores y los está pagando; el caso de Eugenio Hernández se cuece aparte, subestimo al enemigo y se confió, las consecuencias son ampliamente conocidas. El caso de Francisco Javier García Cabeza de Vaca, hagan de cuenta, está en un volado: las acusaciones y recriminaciones están a la orden del día… por el momento, son mediáticas, la justicia es paciente.

LEALTAD E INEFICIENCIA.

Una de las fallas, tremenda y con muchas consecuencias, es no dar resultados. Lo anuncios mediáticos funcionan un tiempo, pero no todo; el pueblo no olvida las promesas y los dichos del gobierno se tienen que sustentar en resultados. Un gobierno que no da resultados, por lo regular, es consecuencia de que el gobernante prefiere la amistad, el compadrazgo, la lealtad al conocimiento y la experiencia. No cumplir con el perfil del puesto, es irresponsabilidad, y las consecuencias son un daño al bienestar de la sociedad, a la infraestrura para el desarrollo, en pocas palabras: un gobierno sin resultados, ineficiente, caro.

Melitón Guevara Castillo

Licenciado en Administración Pública (UAT),  Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).

Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).

Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.  

Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.