Aspiracionistas
La sociedad puede ser dividida de muchas formas. Por ejemplo, la tradicional, es que está compuesta por una clase baja, una media, como una alta; para otros, simplemente en clase patronal y clase trabajadora. Claro, este tipo de clasificaciones responden, en última instancia, a un modelo de estudio de análisis. Porque, por ejemplo, el presidente AMLO trina con contra de la clase media, la tilda de aspiracionista.
Viene a cuento lo anterior, por un post en el Facebook de Cuitláhuac Córdova, mejor conocido como Don Piquino, que recorre zonas rurales y documenta la pobreza, tanto en Tamaulipas como en Nuevo León. Hace día anoto que la gente debiera mirar al sur y no al norte, hagan de cuenta, a McAllen o Brownville, San Antonio, entre otros lugares.
REPARTIR LA RIQUEZA.
Otra forma de clasificar a una población, hagan de cuenta, es decir que unos son ricos y otros son pobres. Recordamos, entonces, que el Estado tiene entre sus propósitos crear condiciones de bienestar social; y en la práctica, resulta que gobierno tras gobierno, hay más pobres, llegando unos incluso a ser parte del núcleo denominado “pobreza extrema”, es decir, no tienen recursos ni para el sustento alimenticio.
Recuerdo una conversación con Laura Alicia Garza Galindo, economista y servidora pública: “Somos capaces de crear riqueza, pero no de redistribuirla”. Y es, efectivamente, lo que observamos: gobierno tras gobierno se crean programas sociales y al final, el resultado, es que hay nuevos y más ricos, el número de pobres se incrementa notablemente. Por eso, digamos, el éxito político de AMLO, de pregonar que “Primero los pobres” y combatir a la mafia del poder.
¿SOMOS ASPIRACIONISTAS?
Durante los gobiernos priistas nos vendieron la idea: la educación es el motor, el medio o instrumento, para la movilidad social. Movilidad que, dicho en términos prácticos, se puede identificar en las familias cuyos miembros lograron estudiar, obtener buenos o excelentes trabajos, y al paso del tiempo, sus condiciones económicas muestran una mejoría en sus condiciones de vida. Efectivamente, es fácil revisar a los miembros de una generación e identificar como, las aspiraciones de mejoría se hicieron realidad… Sobre todo, si se desenvuelve en la política.
¿Se puede cambiar esa mentalidad? El pobre, quiere salir de pobre, convertirse en parte de la clase media; los de clase media, aspiran a ser ricos, pasear, tener buenos carros, viajar; y el rico, quiere ser más rico. En realidad, estoy convencido, todos somos aspiracionistas: el propio AMLO ha dicho que aspira a ser el mejor presidente de México y aspira a que, los integrantes de su partido, no roben, no mientan ni traicionen al pueblo… casi nada, que se olviden del pasado.
ASPIRACIONES DE LOS TAMAULIPECOS.
Es obvio que cada tamaulipeco, hombre o mujer, joven o adulto, tiene sus aspiraciones. Incluso hasta los niños, telediario presento a una niña que quiere conocer a Carlos Rivera y ser cantante. Sin embargo, en términos colectivos, los tamaulipecos tenemos aspiraciones: aspiramos a un mejor gobierno, que la transformación que ofrece la 4T se convierta en realidad; ya en la práctica se pudo observar que, como quien dice, son casi los mismos de antes… aspiramos, en serio, que su conversión sea efectiva, que el pregón de AMLO de “no somos iguales” se convierta en realidad. Estamos cansados de la corrupción, la impunidad, de que cada seis años hay nuevos ricos.
Melitón Guevara Castillo
Licenciado en Administración Pública (UAT), Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).
Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).
Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.
Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.
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