Altamira, Tamaulipas. - En la comunidad de El Plátano, en la zona rural del sur de Tamaulipas, está a punto de concluir el ciclo de la cosecha de la calabaza de castilla; la familia de Rosa Maldonado, quienes radican en Altamira, se dicen optimistas que en esta ocasión serán más las personas de la región que puedan disfrutar de esta deliciosa fruta que sirve para distintos platillos.

Una a una las calabazas que pesan alrededor de 10 kilos son cuidadas y se voltean en la parcela de manera constante, para que no se echen a perder.

Es un arduo trabajo para que, al alcanzar su tiempo de maduración, don Delfino, quien a la vez orgulloso presume que ha habido temporadas en las que han cortado calabazas que llegan a pesar entre los 25 a los 30 kilos.

El sembradío se ubica en la ampliación San Antonio, que también es conocido como El Plátano y desde hace 30 años en ese lugar se siembran calabazas que en estas fechas son muy demandadas por la temporada de Halloween para decorar las casas o hacer adornos florales.

Pero también para los días de fieles difuntos para ofrendar a los visitantes, según las creencias de las familias mexicanas, donde también hay flores de cempasúchil y bebidas.

El color naranja claro de las calabazas se pierde entre las hojas verdes y café, de estas podemos decir que ya cumplieron su ciclo, en algunos casos al no venderse se regalan a los vecinos y amigos, que gustosos y asombrados las reciben, sobre todo al notar su enorme tamaño y buen sabor.

En la huerta de don Delfino hay variedad de cultivos, pero es el gran tamaño de la calabaza la que más se hace notar. Cabe decir que este hombre trabajó durante muchos años en el campo experimental ubicado en Villa Cuauhtémoc y de ahí su experiencia en la mejora continua de sus cultivos.

Para quienes necesiten comprar calabazas y no quieran trasladarse hasta el ejido el Plátano por la distancia, pueden buscar a esta familia en Villa Cuauhtémoc, donde ofrecen estas frutas que son todo un manjar para el paladar.