Ciudad Victoria, Tamaulipas. - El reloj marcaba las cuatro de la mañana, cuando resonó el teléfono, "Muévete, hay un encontronazo en la carretera a Monterrey", escuché casi dormido. Era mi compañero Santiago Martínez, que me alertaba de un accidente automovilístico en el km 67 de la carretera que comunica a la capital de Nuevo León con la de Tamaulipas.

"Te veo en Liverpool", le contesté y aún dormido, como pude me cambié. En el camino íbamos analizando cómo estaría el escenario.

Acercándonos al lugar vimos la larga fila de vehículos y unidades pesadas al llegar al lugar km 67 en el ejido Santa Cruz, el intenso calor se sentía por el fuego que aún quedaba del combustible de la pipa, un escenario donde el autobús de servicios turísticos estaba consumido en su totalidad, a primera vista veíamos un cuerpo tendido en sobre la carretera, la pregunta de los reporteros que estamos ahí era “¿Cuántos muertos habrá?”, los elementos de Protección Civil que hacían su trabajo nos mencionaban “ hemos visto ocho cuerpos”, nuestra duda era por qué tan pocos cuerpos en un autobús de servicios turísticos.

Los elementos lograron controlar el incendio, al parecer todo estaba en tranquilidad hasta que 40 minutos después se escuchó un ruido extraño y enseguida una explosión que me hizo correr a mí y todos los que estábamos en el lugar, en mi cabeza se me vino a la mente que alguna lámina de la pipa o del autobús saliera volando y pudiera lastimar a alguien.

En la corrida tropecé golpeándome el codo y dañando mi cámara fotográfica y celular, los militares que estaban ahí me preguntaban si estaba bien, mi respuesta fue que sí, por el temor, hay que aceptar que, sí lo hubo, nos retiramos un poco más para no tener otra sorpresa, hay que reconocer que a veces la adrenalina nos hace cometer imprudencias.

Minutos después se me acerca un joven y me pregunta que si se veían los cuerpos calcinados, mi respuesta fue que estaban en medio de los fierros calientes, lo que me contestó me dejó impresionado, nada del otro mundo pero por el momento que se vivía en el lugar me quedé sorprendido: “Eran mis compañeros de trabajo yo también trabajo en esa línea de autobús de autobús de turismo algo me dice que ya me salga de ahí, ahí venían más personas fácil son como 22 personas y vienen desde Huejutla, Hidalgo”.

Aproximadamente 8:30 de la mañana mi compañero Santiago y yo nos retiramos del lugar después de pensar que nuestro trabajo como reporteros ahí había terminado, pero al llegar al km 54 en el ejido Oyama, municipio de Hidalgo se me hizo raro ver un tráiler mal estacionado y con las mangueras reventadas , mi expresión fue “Santiago mira ese tráiler está abandonado en esa zanja”, nos paramos y empezamos a ver el tráiler y vimos que las líneas de los frenos estaban reventadas y el “perico” con lo que ganchan los remolques estaba quebrado, supusimos que ese era el tráiler.

Enseguida la Guardia Nacional pasó por el lugar y le hicimos señas para que se pararan y vieran la unidad y les explicamos quiénes éramos y que veníamos de cubrir el fatal accidente y nos retiramos del lugar porque la verdad ya queríamos estar en casa para descansar.

Al llegar al km 25 recibimos una llamada “En la plaza de Oyama está el chofer del tráiler, ya va la estatal para allá”, me pregunta Santiago “¿Vamos?”; y como diría la raza, nos gusta estar en medio del pedo, le contesté sí, significaba terminar la historia de un trágico accidente y ahí vamos de regreso, para nuestra suerte al llegar al lugar la Policía Estatal ya se había llevado al conductor de la pesada unidad.

¿Qué habría pasado por la mente del trailero?, no lo sabemos, tal vez el miedo o el remordimiento fue lo que hizo quedarse en ese lugar y no huir como normalmente hacen los traileros al ocurrir un accidente y donde hay personas fallecidas, y fue así que un sábado que parecía normal se convirtió en una jornada intensa, nuestras condolencias para las familias que en estos momentos están sufriendo con la pérdida de sus seres queridos.