La fascinación del poder
Desde tiempos inmemoriales el ejercicio de la autoridad comenzó como una necesidad de que alguien pudiera liderar un propósito para el bien común. A partir de que el hombre se organizo en comunidad para ayudarse y colaborar a resolver los problemas comunes fue necesario establecer jerarquías y estructuras de poder para que se pudieran concretar los objetivos planteados estableciendo tiempos, tareas, metas y recompensas. Así nació el ejercicio del poder y desde entonces a la fecha han existido innumerables ejemplos de extraordinarios logros por buenas conducciones hasta liderazgos que han dañado a una sociedad entera y varias generaciones. Ha habido de todo en esta historia del poder.
Considerando la definición del escritor venezolano Moisés Naim en su libro " El fin del poder" este significa la capacidad de hacer que alguien haga algo o deje de hacerlo. Fíjense que descripción tan sencilla y clara para definir el ejercicio del poder. Sin duda alguna que la autoridad del poder a veces se ejerce con la pulcritud y la secuencia adecuada que gana respeto y atención de los gobernados, pero hay otros estilos autoritarios que logran ejercer el poder en base al miedo y a la división de los distintos niveles de la sociedad tanto en lo económico como en lo educativo. La mejor manera de ejercer el poder es teniendo la capacidad de persuasión, de convencimiento y de motivación generalizada, es ahí donde radica la esencia limpia y pura del poder. No en la obligación del mandato sino en la convicción del mismo.
Siempre que les pregunto a mis alumnos que si les gusta más mandar u obedecer, la mayoría me contesta que mandar. Ello significa que en el fuero interno de muchas personas existe esa " fascinación del poder" que implica una gran responsabilidad y compromiso permanente, incluso mas allá de los mandatos ejercidos como lo hemos observado en dista notas épocas. Así que nuestra labor como sociedad es formar personas con capacidad de liderazgo para que ejerzan el poder correctamente que se requiere en los gobiernos, empresas, escuelas, iglesias, asociaciones civiles, ejércitos y organismos multilaterales. Uno de los principales instrumentos para controlar y equilibrar los excesos del poder son los contra-pesos políticos que residen en las aéreas legislativas, judiciales, organizaciones no-gubernamentales, redes sociales, medios de comunicación, intelectuales, organismos internacionales y la sociedad civil educada y critica, todos estos elementos logran poner freno en gran medida a los excesos del poder.
Estamos urgidos de líderes con visión de futuro, con sencillez, claridad y ética para que sepan explicarle a los gobernados cuales son las condiciones actuales de una nación o un estado y los caminos a tomar para poder llegar a la meta. Que sepan entusiasmar y persuadir con argumentos y convicciones, no con ocurrencias o divisiones, que polaricen o que utilicen el recurso fácil y perverso de desacreditar para acreditarse, pasando de dar sus versiones hasta convertirlas en aversiones. La sociedad hoy más que nunca reclama paz y tranquilidad, trabajo, salud y buena educación para lograr se necesita un ejercicio del poder equilibrado, inteligente, sostenido, substancial y con participación ciudadana.
Una de las lesiones mas importantes del poder es aprender no solo a ejercerlo adecuadamente, sino a saber dejarlo dignamente y en los tiempos que marcan las leyes civiles o la naturaleza humana que siempre será más sabia. Dejar el poder no solo significa perder autoridad formal sino dar un paso a la libertad con la satisfacción del deber cumplido. Hay muchos líderes que han luchado y luchan por lograr el poder, se incrementa tanta su obsesión que una vez alcanzada su meta se vuelven esclavos de sus propios afanes.
La mejor manera de ejercer el poder es mandar obedeciendo, es decir ser ejemplo, guía y líder permanente. Identifiquemos a los verdaderos liderazgos, los que tienen historias de lealtad, congruencia, principios, valores como la sencillez y el fomento al trabajo en equipo y la rendición de cuentas permanentemente. Si logramos esta meta como sociedad vamos a poder ver una real y verdadera transformación que debemos denominar revolución en su amplio sentido de evolucionar para cambiar, pero sobre todo para mejorar no solo para ejercer el poder que debe ser un compromiso social no una ambición personal o de grupo.
Ramiro Ramos Salinas
Político tamaulipeco nacido en Nuevo Laredo, Tamaulipas. Cuenta con un doctorado en Administración Pública y una maestría en Administración de Negocios.
Fue diputado local en la LXII Legislatura y además fue presidente del PRI en Tamaulipas.
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