Sobre la tragedia de Highland Park: son asuntos de Dios: Hijo de víctima
Cuernavaca, Mor. (Agencia Informativa de México).- Pese a la tragedia que enfrenta la familia, la distancia y la pérdida de su padre y abuelo, la familia Toledo Díaz toma a Dios como soporte y a los hechos de Highland Park como un grave acontecimiento pero que nadie hubiera podido adivinar o detener.
Francisco Toledo Díaz, hijo mayor de Mario Nicolás Toledo, el hombre de 78 años que encontró la muerte cuando se encontraba junto con sus hijos y sus nietos cuando sobrevino el tiroteo durante el desfile conmemorativo por el Día de la Independencia de Estados Unidos, se le nota dolorido, pero prontamente, en camino a la resignación.
“En qué forma lo estamos enfrentando? Pues resignándonos, ¿no? a lo acontecido... porque nadie se lo esperaba. Creo que tenemos que tomar las cosas con calma, pues…”, dice en entrevista al destacar que junto con sus familia y hermanos, forman parte de la comunidad Cristiana Pentecostal de la comunidad.
El patio de su casa ubicada en la comunidad de Tlatenchi, Francisco Toledo el primero de su familia que incursionó a los 16 años como migrante en los Estados Unidos, y abrió la puerta para que su padre, madre y siete de sus hermanos siguieran su ruta recuerda que su padre sólo fue a Illinois a hacer algunos trámites derivados de su residencia, y se regresaba.
“El sólo fue a arreglar unos documentos, y fue de visita, pero no sabía cuándo iba a regresar. En si yo había platicado hace 20 días con él, y le pregunté ¿cuándo se viene? y pues me dijo, tal vez, en dos años…”.
Al cuestionarle su vida al lado de su padre y la aventura de migrar a los Estados Unidos, Francisco cruza los brazos y comienza a recordar:
“Pues fueron años… se puede decir que allá crecimos, allá nos crío, podemos decir, en el campo. Decidió irse cuando yo iba cumplir 16 años… decidí irme a Estados Unidos, y ya estando allá, pues queriendo mejorar todo, gracias a Dios mejoró todo, lo mandé a traer, a él y a mi hermana. Y ya es cuando él comenzó a trabajar él allá, después agarró documentos, empezó a ir y venir, luego se jubiló y luego ya estuvo más tiempo aquí que allá”.
“No nos trató mal. Fue duro eso si fue duro, y le agradezco porque si él no hubiera sido duro con nosotros, ta vez nosotros seríamos unos malvivientes, y de los nueve que somos, mis hermanas están trabajando, trabajan honestamente y mis hermanos trabajan honestamente, o sea , no hay uno que sepa yo que es mal viviente. No. Y gracias a Dios a la dureza de mi padre, y que en su momento para mí fue duro y para mi tal vez le agarré coraje, pero ahora yo lo valoro porque si no hubiera sido así, quién sabe que hubiera sido de nosotros”.
Mario Nicolás Toledo, quien nació en la comunidad de Nexpa, municipio de Tlaquiltenango y tenía su domicilio habitual en la colonia José Ortiz de Domínguez en el municipio de Zacatepec fue campesino toda su vida, mantuvo a su familia con su trabajo en los Estados Unidos, y con los años regresó a Morelos.
“El siempre tuvo el apoyo de los hijos asi como nosotros lo tuvimos de él cuando éramos pequeños, pues aunque fuimos bastantes y estuvimos, se puede decir, en pobreza, nunca nos dejó sin comer El siempre sembró, cosechaba sus frijolitos, su maíz y con eso teníamos para el año. Tenía sus animalitos y los vendía y con eso nos compraba ropa: recuerda su hijo”.
Del tiroteo, del que salieron heridos también otros miembros de su familia y estuvo también a punto de salir lesionada su madre, Francisco toma aire y respira, y reitera que a pesar de cualquier maniobra del ser humano, el destino se impone.
“Yo también cuando estuve allá, pues íbamos…nunca pensamos que fuera a suceder eso. Y también conozco ese lugar tan grande el desfile que se hace en ese lugar y como fueron a ponerse ellos mero enfrente y cómo aquél se fue a poner mero enfrente… pues ya es de Dios”.
Para el tirador, y asesino de su padre y de otras cinco personas, identificado como Robert E. Crimo III, Francisco no tiene sentimientos de odio, de rencor o coraje, como pudiera suponerse. Considera que el joven de 22 años que ya fue detenido, es también una víctima.
“Me han hecho preguntas ¿qué haría usted si lo tuviera aquí enfrente? Yo no le preguntaría nada, yo le diría que se arrepintiera. Odio no le tengo porque yo sé que no es la persona directamente, sino que están siendo engañados por el enemigo, por un mal espíritu. O sea, están siendo manejados. Yo lo que le invitaría es que aceptara a Jesucristo que le pidiera perdón porque sólo hay dos caminos: uno que lleva a la vida eterna y otro que lleva a la condenación eterna”.
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