Voz de los ‘sin voz’
LO CLARO. La identidad de cualquier población; ciudad, comunidad u otro tipo de aglomeración humana, –más allá de su vocación económica o política- se obtiene de su historia.
Ese patrimonio cultural intangible que le da vida a las raíces genealógicas, permite a sus integrantes sentirse parte de ese organismo llamado sociedad.
Cuanto más documentada, vigilada y enriquecida se encuentre la compilación de datos que sustentan la vida pasada de su comunidad, de mayor importancia será ésta para el desarrollo futuro de su estado y su nación.
Todo sociólogo, gobernante, conoce de la trascendencia del valor de la historia. El caso de nuestra entidad, la tarea de dar cauce y sentido al celoso cuidado de este patrimonio se encuentra depositado mayormente en aquellos a quienes damos el papel cívico de Cronistas de la Ciudad.
Para fundamentar de manera profesional lo expuesto la Universidad Autónoma de Tamaulipas comparte con la comunidad tamaulipeca la magna exposición de mesas de trabajo “Historia, crónica, patrimonio y cultura”.
En su haber, la Máxima Casa de estudios recopila y comparte con la sociedad la rica historia regional que nos permite ahondar sobre los acontecimientos que dieron vida a esta región noreste en el s.XIX y la relación iglesia-estado como rectoría social de aquellos movimientos culturales.
Nuestra historia, nuestra riqueza.
LO CLAROSCURO. Un punto de desacuerdo.
Todos vivimos en sociedad. Se cuentan por muy pocos, aquellos que deciden vivir en aislamiento y fuera de contacto con los de su especie.
Vivir en comunidad nos hace de una forma u otra, dependientes entre sí. Así elegimos ser gobernados y les dimos nombre y figura a cada puesto de quienes nos representan.
Pero esa clase política a la que le dimos vida, sostiene a pie juntillas que no ocupa de nosotros –como no sean los votos y los impuestos-.
Los mismos gobernantes lo han expresado una y otra vez, quizá en el afán de evitar ‘complicidades’ a las que hoy les bautizan como ‘corrupción’ pues aseguran que se ocupa de un ente de la sociedad que vaya a moverles el tapete a la burocracia incorruptible para que ésta caiga. Mientras… no sucede nada de lo dicho.
Así, en el último debate presidencial un candidato (hoy mandatario en turno) señaló “no creo en la sociedad civil; yo sólo estoy dispuesto a dialogar y a pactar con las instituciones formalmente establecidas”.
Tal sentencia tiene un punto de vista positivo, pues esa relación es precisamente la base de la legalidad y lo que conocemos como Estado de Derecho.
Sin embargo, los romanos llamaban a la intervención de la sociedad como la voz del pueblo, la voz de Dios.
Argumento que repitiendo, a los funcionarios y políticos actuales no les hace gracia, como no sea para refrendar el mandato.
Y ahí tenemos que cuando un ciudadano que ejerce el papel –por ejemplo- de comunicador y señala a cualquier gobernante (no es la crítica dirigido a ningún color ni a favor de otro… la tijera corta parejo) no sólo tiene micrófono abierto para defenderse el aludido, su bancada y hasta sus adversarios vuelven feroces sus lanzas contra el civil que atreve a señalar a uno de sus dioses.
Pero hay un segmento social que, derivado de su gran aceptación, causa pánico entre el reino de la política.
Artistas y deportistas encumbrados. Cheque ese dato.
Dolió y mucho, señalamientos del hoy destacado actor cómico Derbéz con quien no compartimos sus puntos de vista, pero que libremente debería tener el espacio de opinar sustentando su dicho.
Su referencia era la crítica a una de las obras del actual sexenio.
Un hecho que se convirtió en un semáforo de alerta a ese olimpo infranqueable que representa la clase política. Le llovieron críticas, por el lugar de estima social que representa.
Steve Kerr es el entrenador de los Golden State Warriors. Equipo de la liga profesional norteamericana de baloncesto NBA.
Antes de comenzar la justa en contra de los Dallas Maverick’s, en rueda de prensa comenzó su discurso “No voy a hablar de básquetbol…” y mesándose los cabellos en un tono de voz hilarante y desgarrador señalaba “¿Cuándo vamos a hacer algo?” gritaba culpando a los Senadores de la Cámara de la Unión Estadunidense, ante la impasibilidad de aquellos por reformar las leyes que impidan el libre acceso al mercado de las armas, tras el brutal asesinato suscitado pocos días atrás en Texas con el saldo de 19 niños asesinados.
La indiferencia camaral, derivado de intereses individuales por el obvio inmenso mercado de armas, no pone oídos a peticiones ciudadanas ordinarias.
El efecto de voces como la expuesta por el coach Kerr, quizá obligue a más ciudadanos de su talla a tomar los micrófonos y lograr lo indecible. Los cambios que la sociedad reclama. Vidas inocentes pagaron la indiferencia.
Seguimos siendo hoy los ‘sin voz’, pues entre instituciones se entienden y lo que usted quiere de su gobierno, ya se encuentra en las cuerdas vocales de su diputado y su senador. Quizá no es lo que usted quiere, pero así lo mandatan ellos.
Cuidado con más Derbez’es o más famosos señalando los yerros institucionales…
COLOFÓN: Hoy en Estados Unidos, el país entero está atento a lo que harán los 50 senadores que no votan la Ley de Control de Armas como lo señaló el Coach en la entrevista. Los ojos de 350 millones de personas están atentos a su reacción. Fuerte poder de convocatoria de este entrenador hoy activista.
Ese es el poder de la sociedad. Lástima que sólo nos falta ser famosos para realmente poder hacer cambios en la sociedad que nos toca…
Le pediremos a Checo Pérez que cambien el horario de verano.
@deandaalejandro
HECTOR ALEJANDRO DE ANDA CORTEZ
Colabora en medios impresos y en portales informativos electrónicos. La Columna Claroscuro se publica desde 2007
La columna Claroscuro se publica desde el 2007 en los mismos medios, trisemanal.
Especialmente tocamos temas económicos y de política en general.
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