Resultados vemos, estrategia no sabemos
No hay fórmulas mágicas para ganar elecciones. Para planificar una campaña es indispensable una serie de requisitos sin los cuales la campaña va directo al precipicio: investigación, análisis, estrategia, planificación, organización, equipo, comunicación.
Joseph Napolitan, el padre de la consultoría política decía que: “Una estrategia correcta puede sobrevivir a una campaña mediocre, pero hasta una campaña brillante puede fracasar si la estrategia está equivocada.”
Para descifrar la estrategia correcta, necesitas hacer la pregunta correcta. Si no codificas la elección, llevarás a tu campaña por el camino incorrecto y, la causa más común de las derrotas es hacer un diagnóstico equivocado.
De ahí, que la primera pregunta para definir una estrategia es: ¿De qué se trata una elección?
Una elección se trata de persuadir la inteligencia colectiva para que los electores tomen decisiones favorables a nuestro proyecto: afianzar, modificar, fragmentar, inhibir y contener su decisión de voto.
Hemos podido comprobar a través del tiempo y del análisis de distintas elecciones que la decisión de voto está condicionada por el comportamiento electoral. Y el comportamiento electoral a su vez está determinado por el estado de ánimo social.
El estado de ánimo social son las emociones y sentimientos que prevalecen en una sociedad dentro de un contexto y período de tiempo determinado.
En función de esta circunstancia, el elector percibe, procesa e interpreta la realidad y la información, afectando las decisiones que se toman en cuanto a la aceptación o rechazo del modo de vivir y las aspiraciones que se tienen.
El estado de ánimo social tiende a influir significativamente en las opiniones, actitudes y posturas de fenómenos, instituciones y personajes de manera permanente y no cíclica.
De acuerdo con este planteamiento, las preguntas siguientes para definir la estrategia serían:
¿Cuál es el estado de ánimo social en que se encuentra la elección? ¿Cuál es la emoción que prevalece? ¿Cómo se siente el elector? ¿Cuál es su comportamiento electoral?
Xavi Domínguez consultor español afirma y confirma que: “Perder tiempo en buscar información es GANAR seguridad y acierto en un futuro… Es importante saber dónde estamos, pero más importante es saber hacia dónde nos movemos”.
Poder codificar la elección permite saber el punto de partida, las posibilidades de triunfo y la ruta a seguir para lograr el objetivo planteado.
La codificación de una elección consiste en descifrar el estado de ánimo o humor social, que implica un análisis holístico no solo de datos sino de actitudes, comportamientos, aficiones, miedos, anhelos, deseos e intereses. Los cuales no deben leerse como un montón de números. Los números también cuentan una historia. La historia de la elección.
La investigación nos ayudará a comprender la realidad, diseñar la estrategia, tener claro el objetivo, relativizar las decisiones, priorizar la agenda, agendar las prioridades, comunicar, narrar desde las emociones, operar tácticamente y saber que evaluar.
El ánimo social está determinado por las situaciones existentes en un determinado contexto; que originan ideas, pensamientos o creencias, que desencadenan emociones, dándole significado a lo que se percibe, detonando una forma de conducta y comportamiento. En este caso, el comportamiento electoral.
Desde esta postura, teniendo como base la tríada: Humor Social, Conducta Electoral y Emociones; el cerebro político es un cerebro emocional. No es una máquina calculadora desapasionada, buscando objetivamente los hechos, las figuras y las políticas correctas para tomar una decisión razonada. Es decir, las emociones configuran las formas de acción social y política de los individuos y generan mecanismos automatizados de decisión frente a las situaciones que se nos presentan: sea un candidato, una situación política concreta o un movimiento social.
La idea de que las emociones influyen en el significado que el elector le da a la situación que vive y que determina conjuntamente el estado de ánimo y su conducta electoral, requiere la necesidad de adoptar un nuevo modelo que rompa esquemas y paradigmas, pero, sobre todo, que sea capaz de trazar la ruta estratégica de la campaña desde esa perspectiva.
Hoy tenemos un electorado heterogéneo, que va cambiando su decisión de voto a lo largo y ancho de una campaña no por coyunturas, sino por estados de ánimo y conductas electorales. Se trata de visibilizar de manera estratégica el poder de comunicar, por medio de mensajes y narrativas que convenzan y persuadan: a los insatisfechos, a los indignados, a los enojados, a los que sienten hartazgo y decepción. Para retenerlos, persuadirlos, atraerlos, recuperarlos, y contenerlos.
Como dice mi amigo y consultor Fernando Mejorado: “Una estrategia no solo es cómo ganar, también es cómo no perder.”
@Alberto_Rivera2
Alberto Rivera
Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.
Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.
Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.
Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.
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