Al diablo las instituciones
“Raros son esos tiempos felices en los que se puede pensar lo que se quiere y decir lo que se piensa”. Tácito.
LO CLARO. Muy buenos resultados se han obtenido del nuevo modelo de educación, que obliga a alternar la enseñanza-aprendizaje entre presencial y a distancia.
Recién la Universidad Autónoma de Tamaulipas entrega una generación de profesionistas que egresan de su Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.
Y la particularidad de esta legión de nuevos facultados a ser parte de su sociedad productiva, es que las notas educativas mejoran.
Dos alumnas con diez perfecto y dos premios nacionales de CENEVAL son parte de este conglomerado de buenos-nuevos profesionales.
Sabemos sobreponernos a los retos y el COVID solo refuerza la capacidad de ser mejores y ofrecer lo mejor de sí mismos. Enhorabuena por el estudiantado y por Tamaulipas que recibe esta gran oferta de mujeres y hombres proactivos.
LO OSCURO. 304 leyes federales vigentes en territorio mexicano; desde la ley de fiscalía, inversión extranjera, coordinación fiscal, comercio exterior, aduanera hasta la de usos horarios.
La Constitución Mexicana se integra por 139 artículos y 19 transitorios contenidos todos en nueve títulos.
233 artículos constituyen la Ley orgánica del sistema de justicia federal.
Existen 2 mil 446 bandos de policía y buen gobierno publicados para regir la vida en sociedad de igual número de municipios vigentes en el país.
El código fiscal que vigilan los ingresos de la nación, se fundamenta en 196 artículos y un reglamento.
Una conclusión procede. Somos un país sobre regulado.
Existen leyes para todo. Además de reformas a las mismas.
El senador romano Cornelio Tácito emitió en el año 90 d.C. una lapidaria frase que nos retrata de cuerpo entero “Cuanto más corrupto es el Estado, más leyes tiene”.
Los primeros gobiernos del mundo vivían bajo dos criterios únicos; el respeto incluso con la propia vida a la figura del monarca, a quien se le hacía llegar su contribución de impuestos. Y las reglas morales que los ancianos proponían a manera de decálogo para la comunidad “no matarás; no mentiras; no desearás a la vecina…”.
Los excesos y los abusos cometidos por los propios gobernantes nos mantienen buscando siempre nuevas leyes y más controles que nos cuiden de nosotros mismos.
México, en el colmo del hastío dio a la tarea de ciudadanizar su sistema de elegir a sus gobernantes. Donde hasta 1990, la secretaría de gobernación dependiente del mismo presidente de la república, mantenía el control –hoy pretende ser un poder fáctico sobre la encomienda nuevamente-.
El modelo electoral mexicano es un sistema ciudadano, sin dependencia orgánica de algún ente elegido por cargo público.
Bajo la tutela ciudadana se han dado los golpes de timón a los anquilosados sistemas gubernativos, donde en el mejor de los casos un solo partido por 80 años mantenía el poder inescrupulosamente en las riendas de un país entero.
Las posibilidades de alternancia se transformaron en hechos cualitativos en el año 2000 y los subsecuentes cambios de colores en los poderes, dieron pauta a brindar un total respaldo y credibilidad ciudadana a su Instituto de las elecciones.
Así llegó al control después de tres intentos el actual gobernante.
Pero ya nos aseguran desde la cúpula del mandato, que el sistema no sirve y de su obsolescencia.
Que el INE mantiene costos desmedidos en su operación y organización de elecciones y que no haya fraude, como hoy sucede.
Sí… pero no.
El sistema eleccionario mexicano ha sido elogiado inclusive por gobiernos como el de EE.UU. y europeas que han solicitado en algunas ocasiones el acompañamiento de observadores mexicanos de nuestro órgano ciudadanizado para aplicar sus estrategias y opiniones desde el benchmarking mexicano.
¿Cuál sería el eslabón débil?
Muy fácil. Supongamos que decidimos hacer una profunda reforma al sistema de impartición de justicia de este país. Ya dijimos que la rigen 233 artículos. Y aún es un sistema con nula capacidad de denuncia y de resultados óptimos.
Suponga usted que le agregamos un artículo más. Pena capital por robo. Lo propuso el ex gobernador neolonés cuando fue candidato a la presidencia de la república. Sentenció que dejaría sin manos a quien tomara recursos de la nación.
La suma de esa particularidad, no garantiza ni la desaparición de los delitos ni la ineficacia del sistema judicial porque los robos continúen.
Las elecciones en todo el territorio nacional se encuentran plagadas de intereses particulares que no obedecen normas ni criterios. ¿Topes de campaña? ¡Por favor!
Si un gobernante, tiene en su sucesor la garantía de continuidad, es obvio y visible su apoyo y el de los recursos de su gobierno para que suceda la elección a su modo. Sin restricciones. Todos los colores hacen lo mismo.
Entonces… las instituciones tienen un propósito único, salvaguardar la existencia de normas y criterios. Si no se cumplen, para eso está la justicia, a la que pretenden quitarle la venda de los ojos.
COLOFÓN: No necesitamos otro INE. Ocupamos mejores ciudadanos y personas honestas para ocupar los encargos gubernamentales POR SU PERIODO ELEGIDO. Con tales, no se ocupan ni consultas de revocatorias. Solo hacer valer las leyes…
@deandaalejandro
HECTOR ALEJANDRO DE ANDA CORTEZ
Colabora en medios impresos y en portales informativos electrónicos. La Columna Claroscuro se publica desde 2007
La columna Claroscuro se publica desde el 2007 en los mismos medios, trisemanal.
Especialmente tocamos temas económicos y de política en general.
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