Urge regresar al concepto de remesas productivas
En el año 2014, redactando mi entonces tesis doctoral, denominada "Migración y remesas de migrantes para proyectos productivos", hablaba yo, de la urgencia de motivar que parte de las remesas que nuestros hermanos migrantes desde los EE.UU., utilizaran de forma voluntaria, pero consciente, parte de esas remesas para aplicarlas en desarrollo de actividades productivas, que además de generar valor, provocaran el empleo que tanta falta hace en las regiones expulsores de dichos migrantes.
Después de ocho años de esa experiencia académica, con tristeza apunto, que no solo crecieron esas requeridas actividades productivas; por desgracia, los programas que existían para motivar esas acciones, fueron eliminadas en este gobierno transformador.
Hoy muchos programas encaminados a esas vertientes fueron eliminados, como también se borraron fondos y fideicomisos especializados en apoyar necesidades básicas, como lo fueron el Procampo, Proagro, Fonden, Apoyos al Migrante, así como estímulos al campo, el bosque y la pesca.
Las estadísticas del Banco de México (2015) y Consejo Nacional de
Población CONAPO, 2012, reflejan que las remesas de mexicanos en los Estados Unidos de América (EE.UU.), constituyen uno de los principales rubros de entradas de divisas para México.
En 2012, los emigrantes enviaron a sus familias 22.4 mil millones de dólares, los envíos se recuperaron al llegar a 23.6 mil millones. Las remesas siguieron en importancia a los ingresos petroleros, que en 2013 fueron de 49.6 mil millones de dólares. Al cierre del año 2020, dichas remesas superaron ya los 40 mil millones de dólares, y en este año 2021, se estima serán arriba de los 42 mil.
La fuerza económica de los migrantes, se ha convertido en la segunda fuente de ingresos para el país, es mayor que el turismo, la maquila y supera al sector agropecuario.
El turismo cerró con 13.8 mil millones de dólares y el sector agropecuario registró 11.3 mil millones en 2013.
Las remesas casi duplican los ingresos de cada uno de esos sectores. La
inversión extranjera (IED), fue de 17.2 y 17.6 mil millones de dólares en 2012 y 2013, menor a las remesas.
En el caso de nuestro estado, las remesas de tamaulipecos superan las divisas del sector turismo, agropecuarias e IED. En 2011 llegaron 444 millones de dólares a Tamaulipas, 486 en 2012, 647.4 millones de dólares en el cierre del 2013. En 2014 se cerró con un récord histórico de 832 millones de dólares (Banco de México, marzo 2015), y desde el año 2019 y 2020, estas ya superan la cifra histórica de los mil millones de dólares.
Hasta los años sesenta, la emigración internacional se concentró en la región llamada “tradicional”, es decir, en los estados del centro-occidente del país: Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Zacatecas.
Hoy en día se han incorporado al flujo migratorio internacional nuevas entidades, entre ellas el Estado de México, Morelos, Hidalgo, Guerrero y Veracruz, lo que rompe con el estereotipo de que en el centro y el sur del país no ocurrían procesos migratorios de carácter internacional
(Marcelli, Enrico A. y Wayne Cornellius, 2001).
A partir del año 2018, estados industrializados como Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas, ya superan los mil millones de dólares en dichas remesas, por lo que este fenómeno llegó para quedarse, y por tanto, nos invita a pensar en actividades inteligentes e innovadoras, para que las remesas no solo sirvan para respaldar el consumo privado en alimentos de los más pobres del país; debemos promover los proyectos productivos y del codesarrollo.
México se convirtió en un país de emigrantes, cada día es mayor la población que busca emigrar a los EE.UU. en búsqueda de un mejor nivel de vida para sus familias (sueño americano o american dream).
Tamaulipas no se puede comparar en esta situación con otras entidades federativas, como las del sur-occidente del país y la zona centro, pero ya existe un número importante de tamaulipecos en esa nación. La región de El Mante (Huasteca) tiene 40 mil personas en EE.UU., el municipio de Tula cuenta alrededor de 15 mil; de la zona del Altiplano (ex cuarto distrito) se suman otras 15 mil personas, mientas que del resto del estado se añaden 300 mil emigrantes. Por lo que en términos aproximados, en el año 2020 hay alrededor de 500 mil tamaulipecos emigrantes y braceros en el vecino país (CONAPO, 2020).
De Tamaulipas el 78.3% de migrantes se dirigen a Texas, al igual que los estados de Nuevo León (74.7%) y Coahuila (67.8%), por lo que conforman tres entidades del noreste de la república con condiciones de entidades predominantemente unidireccionales en migración, por la gran mayoría de sus migrantes que se dirigen hacia el estado de Texas, EE.UU. (CONAPO 2018).
De acuerdo con el Banco de México (BANXICO 2008, 2010, 2014 y 2020), mucho del dinero que envían los mexicanos en EE.UU. es destinado en primer lugar a la manutención de la familia, esto quiere decir que el 78% es destinado al alquiler de vivienda, comida y medicinas, 8% es destinado al ahorro, 7% a la educación y 7% a otros rubros como pueden ser la compra de algún inmueble o inversión en actividades
productivas.
Sin embargo, no se optimiza el destino de las mismas hacia actividades productivas, ya que solo se aprovecha el 5% para compra de inmuebles (activos fijos) y 2% para creación de nuevos negocios (bienes de capital) y 93% para el consumo de bienes y servicios (bienes de consumo no duradero).
Uno de los principales efectos socio- económicos de las migraciones sobre el desarrollo en América Latina, México y el Caribe es la transferencia de remesas.
Algunas estimaciones señalan que siete de cada diez emigrantes latinoamericanos envían dinero a su nación de origen cada año. Las remesas representan una generosa fuente de ingresos para la economía de varios países, superando en muchos casos la inversión extranjera directa y la ayuda oficial para el desarrollo al que contribuyen los países ricos. Además, son consideradas como el más efectivo instrumento de solidaridad para las regiones más pobres.
Pese a su relevancia, faltan políticas en marcha para utilizar las remesas en una forma más productiva, es decir, esfuerzos para optimizar el uso de estos recursos de manera que aporten efectivamente al desarrollo y al combate a la pobreza (Intercambios, 2005).
Por estas y muchas otras razones, el gobierno federal, los estatales, e incluso, las autoridades municipales, tienen enfrente este reto para superar la pobreza y la desigualdad social de las regiones expulsoras de migrantes.
Hoy día, se consideran a las remesas de nuestros migrantes, el más fuerte motor del desarrollo mexicano. Aquí es donde los investigadores, los funcionarios públicos y las autoridades financieras mexicanas debemos trabajar junto con las organizaciones de migrantes en el extranjero, y sus representantes en México, para encontrar nuevas recetas y rescatar los proyectos productivos, como lo fue el Programa de Apoyo al Migrante 3x1, que por cada dólar que los migrantes decidieran invertir en acciones productivas, los tres órdenes de gobierno, invirtieran otros tres dólares, logrando potencializar este mecanismo de codesarrollo en beneficio de las comunidades rurales más pobres del país...
Fuente: Extracto de la Introducción del libro "Migración y remesas para actividades productivas: El caso de Tula Tamaulipas, México". Editorial UAT y Plaza y Valdés. 2015.
ISBN: 978-607-402-845-4.
Jorge Alfredo Lera Mejía
Tampiqueño, Economista (ITAM), LAE, Maestro en Economía y Doctor en Administración Pública (UAT).
Asociado del INAP, Subsecretario del Exterior de la Federación del Colegio Nacional de Economistas y Vicepresidente zona noreste de la LER. Inicia su carrera en 1977 y ha desempeñado diversos cargos en la Administración Pública Federal, en Michoacán y en Tamaulipas.
Catedrático en la UNAM, ITAM, ULSA y actualmente profesor-investigador por la UAT e Instructor de la Auditoría Superior de la Federación.
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