Emociones o razones: el voto en el 2022
En nuestro cerebro, la razón y la emoción son inseparables y una y otra se complementan, pero en la mayoría de decisiones de la vida la emoción acaba imponiéndose a la razón: ¿crees que te vas a cargar de razonamientos para ir a votar el 5 de junio de 2022 y a dejar fuera los sentimientos? La neurociencia dice que no.
La razón -en la corteza prefrontal del cerebro- es más lenta que la emoción -en la amígdala- y necesita de más tiempo para imponerse, así que la emoción juega con ventaja; eso no quiere decir que nuestras decisiones cotidianas y no tan cotidianas estén exentas de razonamientos, pero lo que normalmente condiciona la conducta humana es esa última emoción que provoca que el corazón lata más deprisa.
Y a la hora de decidir el voto pasa lo mismo: la última emoción generada es la que más posibilidades tiene de condicionarlo y más en unas elecciones como las que se aproximan en un contexto postpandemia (volátil, incierto, convulso y ambiguo), las del domingo 5 de junio del 2022, donde el ánimo social es de incertidumbre, incredulidad y desconfianza, donde hay nuevas conductas y comportamientos del elector con vínculos incipientes con la política.
Esto provocará, un aumento de la indecisión y posibles cambios en la orientación del voto. Que seamos seres emocionales a la hora de ir a votar no quiere decir que detrás de las emociones no haya nada de razón.
Las emociones -el miedo, la envidia, la sorpresa, la alegría- las crean los razonamientos y esos razonamientos son los que pueden ser lógicos e ilógicos, serios o poco serios, pero son las emociones las que tienen una fuerza impresionante para condicionar nuestra conducta y esa conducta cambia cuando cambian nuestras emociones.
Hay que generar emoción para mover el voto y eso los políticos al menos deberían saberlo: "quizás no conocen que es la amígdala el área del cerebro más implicada en las emociones, pero sí que las emociones son muy poderosas y que influyen en los votantes".
Las emociones no se heredan y estas dependen de la vida que tengamos, de las ideas inculcadas o de las experiencias vividas. Lo que sí tiene un componente de herencia muy grande es la fuerza con la que las expresamos, hay personas más emocionales que otras y las más reactivas emocionalmente se pueden dejar influir más por los mensajes de última hora.
Sin duda, añade, la gente que tiene ideología o está comprometida con una serie de ideas o partidos son personas mucho más difíciles de influir y hacer que cambien su orientación en el voto.
El voto no es un voto de cálculo coste-beneficio, sino que hay altos elementos de emoción, que son los principales factores explicativos. Esas emociones, se trasladan vía identidades: el principal motor estructurador del comportamiento de los ciudadanos, sin duda en el comportamiento electoral, es la construcción de identidades y cómo acaban estas impregnándolo todo, y, en este caso, una crucial es la identidad de partido.
¿Con qué partido te sientes emocionalmente identificado y no racionalmente porque presenta políticas más ventajosas? ¿Cuál es tu equipo? Esa es la clave, de que en estas próximas elecciones, debido a los elementos contextuales de la actual política en nuestro país, con un sistema democrático en vilo, subirá el número de indecisos.
Así que "cualquier evento de última hora puede hacer cambiar el voto". El número de indecisos puede incrementarse porque la situación lejos de simplificarse se ha complicado y, además, los mensajes que recibe cada persona son cada vez más numerosos y más intermitentes.
Hemos podido comprobar que en los últimos procesos electorales, no se vota por la mejor opción sino por aquel candidato o candidata que represente el triunfo sobre quien no quiero que gane.
Al contrario de lo que pueda parecer, el voto es una decisión eminentemente emocional y bastante subjetiva. Elegimos en función de lo que percibimos, sin embargo, percepción no es realidad. Lo que interpretamos tiene mucho que ver con nuestra personalidad y nuestra propia historia vital. Las explicaciones racionales son sólo el último paso del proceso, dirigidos a argumentar o justificar una decisión ya tomada.
@Alberto_Rivera2
Alberto Rivera
Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.
Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.
Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.
Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.
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