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Un inminente estruendo popular

Por: Jorge Alonso Infante El Día Jueves 09 de Septiembre del 2021 a las 22:27

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Las personas que están en puestos públicos de cualquier índole y/o en los tres diferentes niveles gubernamentales deben de perfectamente saber que sus acciones siempre generarán reacciones ya sean negativas o positivas. No es cualquier cosa tener en sus manos el manejo operativo, financiero y político de un municipio, estado o nación. En el caso de aquellos que logran ser los titulares de las administraciones, son sujetos a contender en campañas y ganarse la oportunidad de poder encabezar una administración.  

Una vez electos y acorde con sus acciones (buenas o malas) la gente va generando sus opiniones sobre el actuar de los gobernantes, catalogándolos en las respectivas categorías de calificativos sociales y/o personales. Pensaría uno que eso les debería preocupar mucho a los políticos gobernantes, pero está más que demostrado que en muchas ocasiones no es así. Ellos ejercen el poder y porque pueden o se los permiten las autoridades laxas y corruptas, así como la sociedad benévola o desinteresada, terminan incurriendo en malas prácticas como el desvío de recursos, opacidad, corrupción, impunidad, etc.

Saben que están bajo el escrutinio público, pero pareciera que a la mayoría poco les interesa mientras ellos sigan teniendo la oportunidad de llenar sus “alforjas” y entre la ostentosidad de sus vidas materialistas, se regodean y hasta se ríen de sus fortunas amasadas a costa de la desgracia ajena. Y no es que no sepan que mal hacen, simplemente sus acciones son contrapuestas con muy bajos o nulos estándares personales de valores ético-profesionales. En este tipo de casos el nivel socio económico o académico es lo de menos, flagrantes pilluelos los hay desde los muy humildes y analfabetas, hasta los más letrados y acaudalados. 

Pero todo esto no dura para siempre, aunque en nuestro país así pareciera, cada cierto tiempo existe tal cúmulo de indignación popular que comienza a contagiarse entre las masas y convertirse en hartazgo y rebelión. La gente se cansa de no ser tomada en cuenta, comienzan a adolecer el hecho de ser simples súbditos, lacayos o unos simples actores secundarios en una obra de teatro sumamente terrorífica y más que perversa.

Aún que están acostumbrados a vivir en condiciones adversas y deplorables, llega un punto que tanto es el dolor por presenciar tanta avaricia, falta de empatía y justicia, que explotan, cual hoya de presión con efervescente y exagerada ebullición que se fue acumulando por tantos años de trapacería.

Eso ha llevado a causar desde movimientos multitudinarios, hasta guerras civiles, golpes de estado y derrocamiento de gobiernos. No sucede tan frecuentemente, pero terminan sucediendo y cuando esto pasa algún cambio positivo termina emergiendo de este tipo de estallidos sociales, pero no sin antes vivir las cruentas consecuencias. En esta etapa de la pandemia derivada de la propagación de un incesante virus, se han exacerbado los ánimos a causa de las consecuencias económicas y sociales que han afectado a millones de personas.

El encierro ha puesto en entredicho al razonamiento lógico y mesurado, tal como la continuación de una corrupción galopante que sigue aumentando la brecha entre los pocos que bien se mantienen en contraparte de los muchos que con casi nada se sostienen. Si esto sigue así, no tarda en retumbar un estruendo popular que ponga a temblar los cimientos de un castillo de podredumbre y opacidad perpetua. O como en su canción lo expone el amigo Pablo, un luchador social siempre crítico y devoto defensor de las causas del pueblo:

“Cada comentario que se oye en la calle

hace más notorio la inconformidad

porque no es pareja nunca la justicia

entre el rico y el pobre no se aplica igual//

Cual bomba de tiempo se va acumulando

y en cualquier momento les puede tronar

por su forma torpe provocan al pueblo

parece que el pueblo ya no aguanta más//

hay hombres muy claros que están en gobierno

pero por más claro que hablen no van a escuchar

ojala que entiendan pero justo a tiempo

¡harto ya está el pueblo ya está por tronar!”

Reflexión para siempre:

“Prefiero morir de pie que vivir siempre arrodillado”

-Emiliano Zapata-

Jorge Alonso Infante Alarcón  

Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.

Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)   

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