Moderno viejo oeste
Al salir el sol doy cuenta que otro triste y cruento día ha pasado, aun cuando una cierta sensación de alivio recorre mi cuerpo, me entristece ver el futuro incierto y sombrío que nos espera y lo peor no es la especulación de ¿qué más sucederá?, sino el ver que como sociedad nos estamos acostumbrando al acoso, al sometimiento, a la siempre creciente violencia.
Por un lado los bandidos crecen en números y están más inmersos que nunca dentro de nuestro pueblo, reclutando cada vez a un mayor número de prospectos para llevar a cabo sus siniestros planes. Siguen robando los caballos de hierro más robustos a los pueblerinos para realizar sus fechorías. Amedrentan constantemente a nuestro sistema de justicia, tanto así que nuestro alguacil se convierte en un espectador más en este circo del terror; si no es que involucrado está, como se escucha decir en algunas de las cantinas, un secreto a voces con sabor a veracidad. Y de los demás, comisario, agentes y políticos, ni hablar, su hedor a corrupción apesta kilómetros a la redonda, solo basta ver su actitud de indiferencia hacia lo que pasa, solo preocupados cuando se vulneran sus bolsillos o cuando un personaje con carisma y esencia de pueblo atenta con hacer un cambio a lo establecido.
Pareciera que aquel que disida se convierte en candidato natural a próximo forajido, perseguido sin tregua o simplemente mandado callar de una manera atroz. ¿Pero qué hacer?, si con la venia o indiferencia de ellos se detiene y se asalta constantemente al tren regional, aquel que rueda sobre las vías del desarrollo, el mismo que sigue con la esperanza de llegar intacto a esa ciudad tan lejana por ahora, llamada Prosperidad.
Mientras tanto seguiremos rodando sin rumbo cuales barrillas secas del desierto, propulsadas por el viento de la incertidumbre, esperando poder encontrar un oasis fraternal donde podamos absorber el agua de la hermandad y decencia, creando con ello una vida nueva y decente.
Hablando del viejo oeste…
Cuantas carretas destrozadas por estos caminos tan infames, los únicos que se están si acaso beneficiando son los caballos con tantos veneros.
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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