Analizan restos de joven de la élite localizados en Zona Arqueológica de Tingambato, Michoacán
Morelia, Michoacán. -Tras el hallazgo de la Tumba II en la Zona Arqueológica de Tingambato, en Michoacán, en 2011, por parte de investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), donde se encontraron los restos óseos de una mujer y más de 19 mil objetos asociados, los estudios de estos elementos revelan aspectos de este personaje de la élite local.
Los restos óseos de la mujer fueron hallados dentro de una cámara funeraria construida a cinco metros de profundidad, con fuertes paredes de piedra y un techo abovedado de lajas en sentido de espiral, donde fue inhumada con un rico ajuar compuesto por 19 mil 428 objetos de concha y lapidaria.
Detalla que, debido a la fragmentación y malas condiciones de conservación que presentaba el cráneo, se hizo una cuidadosa reconstrucción en el Laboratorio de Antropología Física del Centro INAH-Michoacán, a cargo del antropólogo Carlos Karam Tapia, donde se descubrió que presentaba deformación cefálica intencional del tipo tabular erecta, así como trabajos de modificación dental.
Explica Valdés Herrera:
“Si bien estas modificaciones eran recurrentes en su tiempo, se asocian a ciertos grupos de la sociedad, lo que nos lleva a pensar que era parte de la élite local. Por otro lado, al analizar su dentadura observamos que las modificaciones no estaban desgastadas ni presentaban evidencias de uso, por lo que pudieron haber sido realizadas en un momento cercano a su muerte”.
Al analizar el conjunto de materiales que formaban concentraciones en ciertas áreas de los restos mortales, colocados sobre una cama de piedras lajas, se observó que se trataba de un ajuar funerario, el cual, por la cantidad y calidad de los objetos, así como por su temporalidad y estar asociados a una sola persona, se considera uno de los más importantes encontrados en el occidente mexicano.
El pectoral que portaba, perteneciente a la tradición de ropa enconchada, fue complementado con 10 anillos hechos también con concha, uno en cada dedo, y en los tobillos presentaba sartales de cuentas en forma cilíndrica de la especie Tripsycha, así como cascabeles elaborados con caracoles marinos.
Además, se localizaron cinco átlatl o lanzadardos rodeando el cuerpo de la joven, cuatro de ellos presentan agarraderas de concha y uno más de piedra verde; se trata de versiones de lujo de estas armas y manifiestan el carácter guerrero de esta mujer.
En lo que respecta a los 827 elementos lapidarios, los especialistas destacan que la mayor parte de las cuentas de piedra verde corresponden a un mineral llamado amazonita, cuya procedencia aún no se precisa, pero se conocen vetas importantes en la región que hoy ocupa Chihuahua; y a turquesa, en menor medida, pero de gran importancia, la cual probablemente provino de lo que hoy es el suroeste de los Estados Unidos.
El arqueólogo José Luis Punzo Díaz finaliza que Tingambato fue un sitio privilegiado por su ubicación, en la entrada de Tierra Caliente y la sierra fría michoacana, el cual surgió en el año 0 y tuvo una ocupación constante hasta 900 d.C.
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