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Juego de tronos

Por: Clemente Zapata M. El Día Jueves 07 de Enero del 2021 a las 22:15

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La lucha por el poder es algo inevitable en el ámbito político, desgraciadamente muchas veces o la mayoría no es tanto por el deseo de llegar a puestos políticos para realmente servir, sino para ver cómo pueden las personas servirse. El caso de la irrupción en el capitolio estadounidense es un claro ejemplo de una persona que rehúsa dejar el poder y por consecuencia genera un ambiente de animadversión y gran encono. Donald Trump aprovecha el hecho que tiene millones de fieles seguidores y que aún por muy locas e infundadas que sean sus teorías de conspiración y fraude, una gran masa de ciudadanos le creen. Su actitud ya pasó de intolerante a peligrosa y eso es algo que no debe tomarse para nada a la ligera, la silla presidencial en la oficina oval la pelea como si fuera un trono, sintiéndose él como el único heredero y rey.

Aún que ya concedió para que el cambio de poder se efectué de manera tersa, sabemos perfectamente que su verdadera agenda es la de capitalizar su fama y ser una fuerza opositora a la nueva administración encabezada por Joe Biden. Como tirano dictador engreído, Trump rebasa los parámetros de la nación que se autonombra muchas veces “el faro de la esperanza” (Beacon of hope) y alienta a sus seguidores a una insurrección contra el sistema. De este recién acto podemos sacar diversos análisis muy interesantes sobre la otra cara de los Estados Unidos que muchos no conocían hasta estos cuatro años pasados.

Primeramente, la palpable cuestión de un sentimiento nacionalista que llega a rayar en el racismo tolerado, una sensación de un país dividido a la mitad pero que no es equitativo en su accionar social entre las diferentes razas que en ellas confluyen. Por ejemplo, imagínense ¿qué hubiera pasado si fueran cientos de ciudadanos afroamericanos, hispanos o musulmanes quienes fueran los que irrumpieran de esa manera al capitolio? ¿Se hubiese tratado igual el problema? Por supuesto que no, lo aberrante en todo esto no es ver como Trump hace de las suyas, ya para estas fechas uno debería esperar cosas inauditas de su parte, lo triste y más que lamentable es la cobarde y lastimosa postura de senadores y congresistas que le dan cuerda a sus locuras por temor a perder seguidores o simplemente evitar que Trump se les eche encima o los agarre de enemigos.

La codicia, así como el aferrase al poder los hace que sean partícipes de muy lamentables actos como los que hemos visto en estos años de la presidencia encabezada por Trump. En verdad anteponen sus intereses personales y cupulares políticos por encima de los de la ciudadanía. Esto a nosotros no debería de asombrarnos ya que nuestro país es una tierra en donde la corrupción y politización perversa abunda, y figuras deleznables que solo ven por sus intereses hay para aventar para arriba; pero en nuestro país vecino se suponía que el ambiente era más calmo y civilizado debido a su esencia de democracia, como también a su mayor nivel educativo y social y ya vimos que puede ser tan irracional como en otros países. La polarización es fruto de sentimientos enraizados que se cultivan para después dar frutos para una cierta causa, en este caso es la perpetuación en el poder por un muy controversial personaje.

Ya en nuestro país vecino vimos abusos policiales mortales hacía grupos minoritarios debido al racismo, recordando en especial el caso de George Floyd pero estos se dan por decenas y decenas. El apoyo masivo para la construcción de un muro separatista, el surgimiento o conocimiento de cuantiosos grupos con identidad anglosajona y de esencia racista apoyando a un presidente y este procurando su expansión; el fanatismo de millones por un personaje muy controversial que miente de manera patológica pero que le festejan y secundan todo, entre otras tantas cosas.  En la tierra de los libres (The land of the free) como ellos se dan a conocer en el mundo, parece que más de la mitad de su nación quiere que solo una ideología sea la que reine y en el trono desean ver sentado a un rey ensimismado y racista.

En la serie televisiva Juego de Tronos, precisamente se decía que a un rey lo mataron (conocido como el rey loco, “The mad king”) por que cometía atrocidades y ejercía un poder duro y perverso hacia el pueblo. Este mismo al estar a punto de fenecer y por ende dejar el trono, repetía una frase: “¡Burn them all” ¡Quémenlos a todos! Y esto pareciera que se repite con Trump, si no es él quien detente el poder, será incendiario en su lucha por mantenerlo o retomarlo. Espero y esto sea algo que pueda tener buen fin, porque de no ser así al rato no tardaran en aparecer los dragones y con ellos un seguro caos y destrucción. 

Reflexión…

Espero y en esta ocasión no importemos nosotros lo que en Estados Unidos está pasando y se quiera hacer o replicar aquí, ya es suficiente con todas las cadenas de hamburguesas, pollos, pizzas y demás. Nuestro malinchismo debe ser finito y aparte ya tenemos suficientes problemas como para andar echándonos más encima. Y por otro lado hay que ser sabios en cómo manejar esta situación en el entorno diplomático, graves consecuencias puede traer el no ser asertivos.

Jorge Alonso Infante Alarcón  

Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.

Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)   

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