Nuevo año, viejas costumbres
Iniciamos un nuevo año y con ello y por costumbre social, con nueva esperanza y propósitos que quisiéramos cumplir tanto en lo personal como en lo colectivo. Y con mayor razón debido a que recién culminó un año que estuvo marcado por una situación de crisis social causado por una fuerte pandemia. En este arranque se espera que la situación incluso perdure, pero con esperanzas por la vacuna ya aprobada en varios países y que está siendo aplicada paulatinamente, esperando esto pueda generar el cambio positivo que todos anhelamos. En lo que concierne a nuestro estado (Tamaulipas), estaremos inmersos en un proceso electoral para definir posiciones para alcaldías, congreso local y federal. La pérdida de empleos, cierre de negocios, retroceso en la economía, así como problemas de servicios públicos y otros (que habrá que decir se derivaron o acrecentaron debido a los efectos colaterales de la pandemia) hacen que este año sea de singular relevancia para el futuro de nuestra entidad.
Pero haciendo un ejercicio de introspección y reflexión en esta temporada vacacional sobre aspectos inherentes a nuestra conducta personal y social, el panorama no luce quizá tan alentador como uno desearía. ¿Refiriéndome a qué? Se espera que las cosas cambien en nuestro entorno, pero muchas veces somos las mismas personas que no cambiamos nuestras actitudes y/o conductas, criticamos muy duro hacia fuera pero poco se hace para cambiar hacia dentro. Queremos que no exista tanta corrupción, pero se sigue procurando, desde cosas pequeñas como pasarse el alto, estacionarse en lugares para discapacitados, violencia de género, familiar, no acatar recomendaciones fundamentales para evitar la propagación de un letal virus, etc. Tristemente seguimos con esa cultura característica del mexicano del “chinge a su ma…” si se puede o me puedo chingar al otro, por qué no hacerlo. Pueden existir buenas leyes pero no siempre se aplican o pueden no existir mejores parámetros regulatorios pero tampoco exigimos lo suficiente para que estos se puedan crear.
De hecho, me pasó un caso en lo personal que puede ser representativo de ello, por un descuido y por traer mil coas en la cabeza, realicé un depósito en una tienda comercial (OXXO), que iba destinado para mis hijos en esta época navideña, pero que no les llegó ya que me equivoqué al dar erróneamente otro número de tarjeta. En mi celular traía una imagen de una tarjeta muy similar a la cual iba a depositar, del mismo banco y con los mismos primeros números. Al cerciorar que el dinero no había llegado, me di cuenta del error y acudí al banco para asesoría y solicitar se abriera un proceso de revisión (aclaración). Tuve que contactarme a la línea de atención nacional para que me atendiera un asesor vía telefónica y reportar lo sucedido. La cuestión es que presenté todos los datos que me pidieron y ellos confirmaron el depósito a la otra cuenta, pero me dijeron que en este caso se contactarían con la persona, pero si esta no reconocía el hecho o “se hacía pato” no procedería la devolución, tenía que ser él o ella quien diera autorización. Después de aproximadamente una semana y media, llegó un mensaje diciendo que no se procedería y que el dinero no lo recuperaría. Se contactaron con la persona diciéndole que había un reporte interpuesto y que existían todos los datos y le pedían autorizar acceder a su cuenta o que él devolviera la cantidad depositada, pero está persona decidió no ser decente y hacer lo correcto, sino lo contrario, se quedó con un dinero que sabía perfectamente no era de él y que le habían dicho que estaba reportado.
Pudiera primero expresar que el error fue mío al no ser cauteloso al hacer el depósito, pero fue precisamente eso, un error, con el cual también me pude enterar sobre la falta de acciones más certeras o políticas de los bancos así como de la calidad moral deplorable que las personas pueden llegar a tener. Así es que desde este espacio escrito mando mensaje para Pedro Alfonso Oviedo Val, a quien aparece registrada la tarjeta Bancomer con número (4152 3136 7089 2236) a la cual deposité tres mil pesos y que aún sabedor de todo esto y que se le explicó sobre el error y se le pidió su decencia, decidió no hacer lo correcto. Pedro Alfonso, ese recurso era para mis hijos, fruto de mi trabajo y depositado a su cuenta por descuidado o por pendejo como lo quieras ver, pero que sabes perfectamente no era tuyo y te los quedaste.
Tú terminas siendo parte de ese sistema social que nos tiene en el atraso moral profundo, corrupto, deleznable, la pus de nuestra sociedad. Los mismos que no llegan a entender que un acto de sincera decencia o coherencia moral siempre será más grande que cualquier tipo de dinero o pertenencia y más el mal habido. Espero los hayas al menos gastado bien, ya que no solo fue el resarcir la cantidad para mis hijos, sino el recurso con el que lo hice estaba destinado para la compra de dulces para repartir entre niños de escasos recursos en esta época navideña. Espero que así como hayas celebrado tu suerte o la falta de atención de otro de hacerte llegar un dinero que no esperabas, puedas sentirte orgulloso de habértelo quedado.
Si tienes hijos, puedas verlos a los ojos y mentirles diciendo que su padre es decente, comentarles que en la vida hay que actuar bien y ser buenos ciudadanos cuando tú eres un mal ejemplo de ello. Te pudo alcanzar quizá para comprar algunas cosas pero con este tipo de actos nunca te alcanzará para adquirir aquello que en nuestro país millones como tú lo pasan por alto o simplemente les vale, decencia y dignidad. Mis estimados lectores:
¿Cuándo avanzaremos si somos nosotros mismos los que no hacemos lo suficiente para lograrlo?
¿Si hubiera sido a ti que te pasará lo que aquí expuse, qué hubieras hecho?
¿Hubieras actuado dignamente o como lo hizo Pedro Alfonso Oviedo?
Ese tipo de cuestiones son las que nos tenemos que estar cuestionando tanto en lo personal como en lo colectivo como sociedad, si queremos un verdadero cambio este debe de venir primeramente de nosotros mismos. Ningún año nuevo no lo va a dar, mágicamente la corrupción e indecencia no se va a extirpar, los políticos llevan decenas de años y este mal no desaparece y menos desaparecerá cuando somos todos los que lo permitimos y aún peor, cuando se termina siendo parte de ello.
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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