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Semblanza Don Carlos Aguirre Bacerto

El maestro Carlos Aguirre Bacerot fue hijo de Ramón Aguirre Ortega y Ruperta Bacerot, ambos oriundos del estado de Tamaulipas. La joven pareja procreó tantos hijos que llegó a conformar una familia compuesta de catorce integrantes: dos padres de familia y doce hermanos.
Por: Sergio Abdías Altamirano Herrera El Día Martes 15 de Diciembre del 2020 a las 15:47

Don Carlos Aguirre Bacerto
Autor: Sergio Abdías
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Semblanza familiar y personal del maestro y abogado Carlos Aguirre Bacerot (1933-2020)

Familia de origen

El maestro Carlos Aguirre Bacerot fue hijo de Ramón Aguirre Ortega y Ruperta Bacerot, ambos oriundos del estado de Tamaulipas. La joven pareja procreó tantos hijos que llegó a conformar una familia compuesta de  catorce integrantes: dos padres de familia y doce hermanos.

Como medio de vida, el matrimonio Aguirre Bacerot, adoptó  el comercio instalando, en el mismo lugar donde vivían—avenida Independencia esquina con Sarabia— una tienda de abarrotes. Don Ramón y su esposa, fueron personas muy trabajadoras, esforzadas y perseverantes.

Por eso, la tienda abría las puertas al público desde las 6 de la mañana. La familia era tan unida, que todos los hijos en edad de contribuir al trabajo exigido por el funcionamiento eficaz de la tienda, participaban diligentemente en las tareas necesarias. Todavía viven personas que conservan en su memoria, la imagen de don Ramón conduciendo una camioneta repartiendo hielo y leche por la colonia Manuel Ávila Camacho.  De la misma forma en que recuerdan el sonido melancólico de un piano, saliendo de la casa de esta familia, al final del día.

Un rasgo distintivo del matrimonio Aguirre Bacerot, fue el hecho de haberles otorgado a la mayoría de sus hijos, estudios profesionales. Así lo demostraron los abogados Carlos y María Guadalupe; los médicos Héctor, Alfredo, Cristóbal y Lourdes Leticia.  Los ingenieros Guillermo, Roberto y Horacio y, el psicólogo Jorge,  mientras que Enrique y Rosa Hilda llegaron a ser prósperos trabajadores y, al igual que todos sus hermanos, ciudadanos de bien.

La familia también se caracterizó por su inclinación a la música, particularmente por la afición del padre al piano, la mandolina, el acordeón, la flauta y el violín, un gusto heredado de la familia paterna.  Era tan grande su  gusto por la música que don Ramón fomentaba entre sus hijos, el aprendizaje del  piano mediante el pago a un maestro el cual venía desde Tuxpan a impartir sus enseñanzas musicales.

Para los vecinos y los clientes que visitaban la tienda de abarrotes, era natural escuchar con frecuencia el dulce sonido del piano, los vibrantes acordes del violín y el romántico vibrar de las cuerdas de la mandolina, saliendo del hogar de esta singular familia.

La iniciativa musical, siempre recaía en don Ramón, el cual acostumbraba hacerlo por las tardes, cuando la clientela disminuía su asistencia y el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte.

Esa era la señal para que don Ramón, se convirtiera en pianista, acordeonista, flautista o violinista reproduciendo con dichos instrumentos la melodía de su preferencia. La familia realizaba tertulias los fines de semana, con la finalidad de convivir y divertirse en torno a la música, era entonces cuando  Lupita o Rosa Hilda se turnaban el uso del piano, mientras que su padre tocaba la mandolina o cualquiera de los otros instrumentos musicales antes mencionados.

Estudios

El maestro Carlos Aguirre Bacerot nació en el año de 1933 en la entonces llamada Ciudad Ocampo, Tamaulipas—hoy Ocampo— y murió el 1 de diciembre del 2020 en nuestra querida y añorada ciudad de Poza Rica, Veracruz.

Entre 1939 y 1944, Carlos Aguirre Bacerot, realizó sus estudios de educación primaria en la escuela artículo 123 María Enriqueta, cuando esta se ubicaba en la colonia Obrera, en donde también estaban las oficinas del Correo.

Sus estudios de Secundaria, los comenzó en la escuela “Salvador Díaz Mirón”, lugar donde solamente pudo estudiar primero y segundo año porque el tercero, todavía no se impartía debido a la carencia de personal docente calificado en el otrora campo petrolero Poza Rica.

Por tal motivo, los maestros Rafael Pérez López y “Choyo”, se entrevistaron con su padre, el señor Ramón, con la finalidad de convencerlo de la importancia de capitalizar el potencial intelectual de su hijo Carlos—un estudiante aplicado, con un talento especial para las Matemáticas—enviándolo a la ciudad de México a terminar la secundaria, cursar la preparatoria y realizar sus estudios profesionales. Así, un día cualquiera, pero de 1958 egresó de la UNAM, el licenciado en Derecho Carlos Aguirre Bacerot.

Experiencia laboral

En ese mismo año, teniendo apenas 25 años, regresó a Poza Rica y al poco tiempo encontró empleo en el despacho jurídico de los abogados Souza, Pulido y Daniel Villaflores.

Pronto se distinguió como un abogado honesto, dedicado a ayudar a las personas y no al dinero. Con el paso de los años, puso su propio despacho jurídico, lugar desde el cual forjó su propio destino y prestigio laboral, proyectando en la comunidad la imagen de un abogado serio y competente.   

Trabajó en el ámbito educativo comenzando como docente fundador de la preparatoria Gabino Barreda.  Asimismo, fue miembro de la plantilla docente fundadora de la Escuela Secundaria y de Bachilleres Oficial No. 8—ESBO 8—. Lugar donde desarrolló, durante más de 50 años una larga y fructífera carrera académica laboral.

Conocí al profesor Aguirre Bacerot, en el año de 1969, cuando inicié mi bachillerato en la ESBO 8. Fue nuestro maestro de Geografía. Era una persona seria, reflexiva, introvertida, racional, memoriosa y respetuosa de nosotros los alumnos.

Resaltó entre los docentes por tener una memoria superdotada, de la cual hacía gala en el momento de impartir su cátedra, apoyándose en el libro de consulta, sin necesidad de mirarlo porque todo el contenido por enseñar, lo tenía retenido en su memoria. Los estudiantes que no podíamos comprar el libro,  seguíamos su dictado escribiendo en el cuaderno; los pocos que lo habían comprado, simplemente iban subrayando las líneas del párrafo en turno.

A màs de 50 años de haberlo conocido, indagando sobre su trayectoria, descubrí que el maestro Carlos, fue aplicando gradualmente su talento y bondad. Descubrí por ejemplo que su gran pasión era jugar ajedrez, el deporte del pensamiento. Y que esto derivaba de su talante racional y reflexivo.

Hombre de principios

Fiel a sus principios, destacó también por su labor altruista y generosa. Por muchos años, en el mes de diciembre, los vecinos de la colonia Manuel Ávila Camacho, atestiguaron la  acción altruista, discreta y desinteresada del profesor Carlos, quien organizaba concursos de conocimientos básicos entre los niños pobres del barrio con la finalidad de repartirles dulces y juguetes y, en esa medida, contribuir al logro de su felicidad. Otro rasgo de su perfil humanitario  fue su particular inclinación de regalar libros a los alumnos con un desempeño académico sobresaliente, en quienes deseaba crear el hábito de la lectura.

Otros principios en los cuales sustentó su vida el maestro Carlos, fueron el amor, la justicia, el servicio a los demás y la generosidad. Fue un ser humano generoso porque como docente regaló parte de su tiempo, de sus conocimientos y   un modelo de conducta digno de  ser imitado. Además,  una persona amorosa, porque dedicó  su vida laboral a servir a los demás, antes que servirse él primero. Para el abogado Aguirre Bacerot, lo importante  era procurar el cumplimiento de la justicia en las demandas de sus clientes, antes que la obtención de una ganancia económica.

Por su generosidad dio un tiempo adicional en sus compromisos docentes, mediante acciones tutoriales orientadas a estimular en los alumnos el interés por el ajedrez; a tales estudiantes se acercó, convenció y preparó, sembrándoles semillas de confianza en sí mismos, de competencia y actitud ganadora, las que fructificaron al poco tiempo produciendo campeones en diferentes certámenes y, estoy seguro, que también produjeron ciudadanos exitosos y ejemplares.

En el plano familiar, se comportó como un padre cariñoso y responsable, orgulloso de sus cinco hijos, Carlos, Cristóbal Adrián, Karla Idania, Flor Ivette y Javier, quienes siguiendo su ejemplo, le dieron la satisfacción de convertirse en profesionistas.

En la hora última de su partida, la muerte actuó con benevolencia, permitiéndole fallecer—como fue su deseo—en la casa de sus padres y en los brazos de su amado hijo Cristóbal Adrián, quien siempre estuvo a su lado, pendiente de sus necesidades, cuidándolo hasta el final, cuando lo vio exhalar el último suspiro.

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