Avancemos con los que avanzan
Hasta hace unos días estaba de acuerdo en que uno debe aprender a conocer según su necesidad, fuera de ahí no había razón de perder el tiempo; ahora pienso diferente, considero que se debe o se tiene que aprender, aunque lo que busquemos no sea de nuestra completa necesidad, sino más bien debemos de hacerlo pensando el día en que podamos echar mano de ahí.
Si algo me han enseñado los libros de filosofía que he leído, es a cuestionar, de tal manera que si me pregunto por ciertas cosas no estaría nada mal a completar la información a través de una búsqueda por Internet, si fuera el caso.
¿Por qué no hacemos búsquedas por Internet?
Una de las respuestas sería, por ejemplo, por flojera. Las otras posibles respuestas serían para mí una especie de justificaciones: por falta de costumbre, por falta de interés, etcétera.
De tal manera que por flojera muchas veces no investigamos lo que puede sernos útil en la vida, o ya sea para mejorar nuestro trabajo.
Recordemos lo que dicen del filósofo Sócrates, él no era sabio porque sabía mucho, sino porque reconocía su ignorancia.
¿Por qué habría de darnos pena que la gente se entere de que no sabemos escribir en computadora, de que no sabemos usar el correo electrónico, de que no sabemos usar el WhatsApp, o el Twitter o Facebook, de que no sabemos meternos a la página del SAT para programar una cita, de que no sabemos cómo poder reducir el peso de un archivo para enviarlo por correo electrónico; por qué no sabemos tantas cosas?
La pregunta no sería entonces por qué, sino hasta cuándo.
Por lo menos me considero un hombre sincero en este sentido del aprendizaje, pues muchas de mis columnas las he escrito a manera de aprendizaje, y esas experiencias las he estado compartiendo con mis lectores.
¿Saben una cosa?
El hecho de decir que uno no sabe, no tiene por qué mortificarnos, al contrario, nos debe dar gusto poder expresarlo; expresarlo para aprender, y no para quedarnos ahí.
Hace unos días acompañé al banco a un amigo de la tercera edad. Mientras él entró a su asunto, yo lo esperé a fuera. Cuando salió no lo vi contento, sino preocupado, le pregunté cómo le había ido, enseguida él me contestó que no pudo sacar su dinero porque los cheques se los iban a entregar en los próximos días.
Con la autorización de él entré al banco para preguntar a la ejecutiva si no había otras opciones que pudieran sacar del apuro a mi amigo para que no se quedara sin dinero el fin de semana.
La ejecutiva me contestó que sólo había dos opciones para que mi amigo pudiera sacar dinero: por medio de los cheques, o por medio de una tarjeta.
¡Por medio de la tarjeta, claro!
Pero resulta que mi amigo no contaba con una tarjeta del banco. Cuando regresé con él me recordó lo siguiente: “¡Y siempre me lo haz dicho!”.
Enseguida agregué a su comentario: “No lo he podido convencer de que se actualice con un teléfono inteligente”.
De que tenemos que actualizarnos ya no es por necesidad, sino por obligación, estamos a punto de eso. Cuando comenzó la pandemia se cancelaron las citas personales en Hacienda, se avisó que sólo se harían por medio de Internet, para evitar el contagio o guardar la sana distancia.
Tardé días en entrar a la página del SAT, ¿por qué? Mi respuesta es: por flojera.
Luego pensé: ¡ya!, ¡ya estuvo bueno eso de hacerle caso a la flojera!
Entré a la página del SAT y sin ningún problema programé la cita.
Hay muchas cosas que pienso investigar, pero ya no quiero anteponer mi necesidad de aprender esto o aquello, sino por el hecho de estar preparado para el día que se llegara a ofrecer.
Una de las preguntas que pienso investigar serían, por ejemplo, qué es la aplicación zoom, cuáles son sus características y usos. Qué son las redes sociales, cuáles son sus usos y características. Por qué y para qué se usa el Twitter, Facebook o Instagram.
Sé de personas que no querían saber de Facebook y ahora no salen de ahí, lo cual corrobora lo que he dicho líneas arriba: va a llegar el día en que no hagamos las cosas por necesidad, sino como una obligación; como un compromiso con nosotros mismos y con algunas instituciones que nos van a exigir entrar a Internet para introducir única y exclusivamente datos personales; o como pudiera ser, también, con un compromiso con nuestra sociedad.
¡Avancemos con los que avanzan!
Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista
Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.
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