Érase una vez en Victorioham…

La ciudad en penumbras, el mal había permeado en épocas ya de por sí difíciles tras padecer una terrible pandemia, la ciudad descuidada, basura y baches por todos lados, los conocidos criminales habían por años mantenido sus perversas garras clavadas en la que hace años se conocía como la ciudad bonita, ciudad amable. En las cloacas se escuchaba que el cocodrilo asesino rondaba y seguía haciendo de las suyas desde sus dominios debajo de las alcantarillas, teniendo ya experiencia en este rubro, él contralaba aún el flujo de los asuntos en las aguas turbias, su amigo y cómplice él pingüino, risueño y regordete había logrado cautivar a los habitantes y gobernarlos para después hacer una extraña retirada hacía tierras más frías, tras hacer un convenio en lo oscuro que lo mantendría por tiempo alejado, según el conveniente acuerdo.  

En este lapso el siempre impredecible acertijo se mantenía aún vigente, después de haber años atrás conquistado y derrocado el poder político fáctico y habiendo jugado y engañado a muchos, vividor por muchos años en contiendas que a la vista parecían reales pero que en el fondo siempre fueron su modus operandi para acaparar recursos. Aún con mayor poder que los de más Ra´s al Ghul decidió intervenir apostándole a Xic Napier, un ciudadano que parecía haber genuinamente cautivado por su diferente esencia, pero quien indudablemente terminó convirtiéndose en el malévolo y más que perverso payaso tenebroso mejor conocido como el Guasón. El demente Guásón logró engañar a propios y extraños y una vez en el poder le dio fuerza a la guapa Hiedra Venenosa, quien realmente detentaba el poder mientras el payaso diabólico hacía de las suyas, zumbando a todo lo que se interponía en su camino.

Victorioham ya había perdurado años difíciles y unos hasta en penumbras, pero este malévolo reinado, superaría todo lo antecedido. El misterioso, pero a su vez poderoso Bane comenzó a ponerle trabas, conocido como el “Cesar” del imperio estatal, utilizaba diversos de sus trucos para ir minando al incontrolable payaso. La gente pedía a gritos prendieran la bati-señal, esperando y el caballero de la noche apareciera para acabar con tanta injusticia, las autoridades hicieron caso pero en un giro de cierta manera inesperado, quien terminó apareciendo fue Batichica. No tan experimentada como su pariente, pero con todas las armas, dinero, herramientas y genuina combatividad, se dispone a dar todo de sí y dar la lucha para acabar con tanta desesperanza social. Toma prestado al sabio Alfred como principal consejero, disponiéndose a su vez a escribir aún con mucha incredulidad social, su propia historia. ¿Heroína o villana? Eso estará por verse…

Jorge Alonso Infante Alarcón  

Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.

Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)