Tampico, Tamaulipas. - Si alguien pensaba que no era posible sacarle el "diablo" a los reporteros que cotidianamente cubren la fuente local en Tampico, pues estaba en el error, ya se pudo.

Este día muy temprano, funcionarios, ediles y representantes de los medios de comunicación se dieron cita en la monumental obra del nuevo mercado municipal, que le llaman muchos en redes sociales en tono de broma "el Altama del pueblo".

Prevalecía en la mañana un ambiente festivo y con alta temperatura. La humedad en el ambiente hizo que el sudor estuviera prácticamente en todo momento, siendo cómplice el bullicio propio del mercado. 

Se anticipaba desde luego una ceremonia de bendición a las nuevas instalaciones sin contratiempos, como ocurre en la mayoría de los actos litúrgicos. Así, monseñor José Armando Álvarez Cano se colocó su vestimenta oficial, el solideo, se impuso la estola, tomó la Biblia y bendijo el agua que estaba en una botella. 

Entonces, se dispuso a bendecir los espacios de cada local en el mercado, pero los informadores no contaban con que también serían 'bautizados' en el marco del citado acto litúrgico, siendo bañados con el agua bendita que monseñor Álvarez Cano rociaba con vehemencia. 

Colocados en una línea circular frente a las autoridades, ahí estaban reporteros, fotógrafos y camarógrafos, que pasaron de cronistas de los hechos a actores de un evento sagrado, que vale advertir nadie de los informadores hizo por quitarse, aceptando el rocío del culto divino de buena manera, tal vez ignorando por un momento que con la acción monseñor les estaba sacando "el chamuco", hayan sido creyentes o no de la fe cristiana. 

Al término del acto sacramental, los reporteros de la fuente municipal no perdieron la oportunidad de degustar un caldo de borrego en el puesto "El Rey de la Chivacoa" de Misael Garrido Amador, un oferente de muchos años del sector gastronómico de los mercados de Tampico, seguramente ya sin el peso de los pecados gracias a los oficios del obispo porteño.

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