¡Esta va por ti Victoria!
Sin duda en el aspecto personal este año ha sido un año muy reflexivo y con experiencias que me están marcando fuertemente hasta el día de hoy, contemplar a alguien querido fenecer en frente de mí, literalmente tomando su último aliento, estar a punto de ser sacado de la carretera por un tráiler pero por un hecho casi inexplicable me salvé, soledad, conflicto, pacificación, pero sobre todo un genuino despertar espiritual. Muchas cosas que han pasado sinceramente me han impactado y una de ellas que me genera sentimientos mixtos y de impotencia es ver que pudiera estar dando más de mí y que por conformismo, confort, letargo o falta de decisión no he realizado.
Aquellas personas que me han venido leyendo (lo cual desde el fondo de mi corazón agradezco y atesoro) saben que he sido crítico de la falta de decisión, así como la inactividad de la sociedad al momento de alzar la voz o actuar para mejorar nuestro entorno. La hermosa ciudad y municipio que llamo hogar, nuestra perla del noreste, la otrora ciudad bonita, ciudad amable, está pasando por una época de grandes retos. Más que entrar en temáticas de lo que mucho se ha discutido y hasta la fecha se expone y/o critica, quiero enfocarme en lo que podemos estar haciendo más todos pero sobre todo un servidor para revertir la situación. Tendría que admitir que al leer una de mis columnas pasadas sentí que me cayó el saco y que un meteorito me pegó en el mero hocico.
¿Si sé que genuinamente y con inigualable pasión amo a Victoria por que no estoy haciendo más para ayudarla?
Comencemos desde el principio, soy nacido en Cd. Mante pero muy poco tiempo radiqué allí ya que me fui a vivir a Estados Unidos en donde cursé desde el kínder hasta casi toda mi primaria debido a que mi padre se encontraba estudiando en aquel entonces su maestría y doctorado en la Universidad de California (UCD). Después de ello vine a radicar aquí a la capital del glorioso estado de Tamaulipas en donde hasta la fecha vivo. Nunca negaré ni haré menos a la bella Cd. Mante, pero por afecto, años y vivencias, mi corazón le pertenece a Victoria. Por otro lado mis primeros años de niño los pasé en E. U. y a pesar que nos ofrecían la ciudadanía y que me acoplé perfectamente a su estilo de vida, nunca me sentí estadounidense.
Fue la esencia de Victoria la que me cautivó, la que me permitió hacer muchos amigos, la que me abrió sus puertas, la que vio nacer a lo más maravilloso que tengo en esta vida, mis hijos, en donde formé familia y eché mi ahora y siempre inseparable raíz. Y no solo fue “el agua de la Peñita” (para aquellos foráneos o que nunca han escuchado este dicho, es un un dicho muy Victorense que se refiere que cuando alguien toma agua de la Peñita (fuente de abastecimiento de agua) ya se queda y enamora de Victoria) sino su esencia, sus antepasados, su historia, su gente, su aire de pueblo chico pero por demás fraternal, lo que hizo que de ella me enamorará. Esta perla encubierta por la sierra madre se convirtió en la tierra por la cual suspiro y la que tanto respeto, tanto así que en muchas ocasiones rechacé ofertas laborales importantes de otros estados y hasta de otros países por tal de seguir disfrutando mi vida aquí.
Aquí perseguí otra de mis pasiones, el servicio público, en el cual hasta la fecha laboro, aquí también he pasado enormes sin sabores que al final del día me han dejado grandes lecciones de vida y hecho más fuerte. Asi es, aquí en la capital del estado de Tamaulipas sin duda me he forjado y hasta el día de hoy sigo aprendiendo y cosechando. Precisamente ayer platiqué con mi madre y uno de mis hermanos sobre nuestra historia como municipio y también nuestra historia familiar. Y al ver que mi madre se entristecía al recordar sus bellas épocas de niña y otros tantos años de su vida, al reconocer que al día de hoy las condiciones han hecho que no solo no se tenga el mismo sentir sino que exista un malestar colectivo por las condiciones actuales, algo dentro de mí cimbró.
Un sentimiento fuerte me invadió y la llama que estaba encendida solo en piloto automático volvió con singular estruendo que cimbró no solo mi corazón sino todo mi ser. ¿Por qué te has preparado tanto, por qué elegiste foguearte por años en la administración pública local, por qué nunca aceptaste los empleos con alta remuneración en otras latitudes; por qué dejaste de luchar fervientemente por tus ideales y la tierra que tanto amas? Todas estas preguntas rondaban mi cabeza y como si fuera un momento de lucidez tipo nirvana, recordé porque siempre he admirado a personajes como Jesus, Gandhi, Martin Luther King, Mandela, etc. Porque ellos vieron y vivieron injusticia y decidieron hacer algo al respecto. No optaron por ser silentes y menos por dejar pasar las cosas, se mentalizaron y se ocuparon en crear mejores condiciones para los demás en actos de verdadera carencia de egoísmo y de total empatía. Tanto así que pagaron con opresión personal, cárcel y hasta dieron su vida por ello.
Ese mismo momento y plática me hicieron recordar que aunque soy una persona para nada perfecta y que puede llegar a ser igual o más pendejo que el de al lado, mis valores siempre los he tenido muy bien cimentados gracias a mis padres aparte de haber tenido la oportunidad de recibir una buena educación. Recordé que en mi familia corre sangre de patriotas que lucharon por esta noble tierra y país, del lado de mi madre nuestro linaje proviene del General Julián de la Cerda, quien es reconocido históricamente como uno de los héroes tamaulipecos que lucharon denodadamente en contra de la intervención Francesa al lado de Ignacio Zaragoza en la batalla de Puebla. El mismo que combatió al lado de Juan José de la Garza y con Pedro José Méndez entre otros, llegando a ser hasta gobernador interino tras su defensa precisamente de Victoria, combatiendo patriotamente hombro a hombro con el General Pedro J. Méndez. Recordé también que mi bisabuelo por la misma familia fue varias veces alcalde de su tierra y que mi abuelo paterno también fue presidente municipal por la suya. Asi es que sangre patriota y política corre por mis venas.
Mi abuelita Conchita, (María Concepción Medina Cantú) ecónoma y maestra de la antigua Escuela Normal Rural de Tamatán que forjó muchas generaciones de jóvenes que después trascendieron en el ámbito local, estatal y nacional y por lo cual también tiene una calle en Victoria a su nombre como su abuelo, mientras mi abuelo materno, maestro, columnista y escritor, Mi padre un académico de origen orgullosamente campirano que terminó viajando por el mundo representando a Tamaulipas y México en conferencias de talla internacional. Mi madre, una de las dos “cuatitas” como cariñosamente siempre les han llamado al ser gemelas, en conjunto con mi otra tía, maestros de mucha entrega y pasión por años en Victoria. Asi es, recordé que tengo mucho de donde inspirarme para no poner excusas y activarme socialmente para aportar mi granito de arena en pro de la causa y de mis hermanos y hermanas Victorenses.
Por ello el día de hoy lo decreto públicamente mediante este escrito, el día de hoy le digo a mi amada Victoria que no la voy a dejar sola y que las inmensas felicidades que me ha dado a lo largo de años se los regresaré con más ahínco, lucha e inigualable determinación. Aunque ella sabe que habiéndola recorrido por años en muchos de sus rincones debido a mis trabajos, pudiendo ayudar previamente a muchos de mis hermanas y hermanos, no antepondré excusas y regresaré con afán de hermandad y solución. Esto no es una cuestión de colores sino algo de profundos valores, es una consecuencia de un agradecimiento y amor por la tierra que tanto amo.
Victoria, ¡mi querida y venerada Victoria! Tú has sido testigo de varias facetas de mi vida en la época en que me has albergado, ahora verás el comienzo de otra de ellas en donde simplemente no claudicaré. ¡Esta sin duda va por ti mi amada Victoria!
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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