Me siento contento por el hecho de estar ocupado en leer libros de filosofía, pues con el estudio he podido responder a un reclamo que me hacía mi espíritu desde hacía tiempo.

Voy a citar las palabras del filósofo argentino Mario Bunge quien revelara su secreto para llegar a la longevidad: “La receta es mantener ágil el cerebro. Si uno deja de aprender, el cerebro deja de funcionar (…)”. (Tomado de “MARIO BUNGE, EL SABIO MODERNO”, de Joaquim Prats).

Lo que dijo el filósofo argentino luego de haber cumplido los 100 años es para tomar muy en serio sus palabras. Nunca debemos dejar de aprender.

¿Cómo surgió mi interés por introducirme a la filosofía?

De dos maneras.

En primer lugar se debió a un primer contacto con un libro de filosofía. ¿Qué tuvo de interesante ese libro que cautivó mi atención? La estructura de la idea del autor; es decir, la forma en que explicó el tema. Porque me fue guiando a través de las palabras: “Primero trataré de explicar esto, después lo otro, y al último…”

En segundo lugar (vaya que estoy practicando lo dicho anteriormente) por la claridad en la exposición de ideas. Lo cual quiere decir, que si un autor nos motiva con su explicación, entonces cabe la posibilidad de continuar leyendo.

Como consecuencia de lo anterior, exclamé: ¡qué interesante es leer filosofía!

El libro de filosofía que leí, y lo he dicho en algunas ocasiones, fue: “Historia de la filosofía medieval”, del filósofo Mexicano Mauricio Beuchot. Después de ese libro he venido leyendo muchos más, sólo que lo he hecho al estilo de un niño al que le han regalado muchos juguetes y de lo emocionado, quiere jugar con todos al mismo tiempo.

Algo así me ha pasado, porque he leído páginas de libros de diferentes autores como Historia de la filosofía, de Julián Marías; Lecciones preliminares de filosofía, de Manuel García Morente; Introducción a la filosofía del Dr. Paolo Dezza o como el de Historia de las doctrinas filosóficas, de Raúl Gutiérrez Sáenz.

Ha sido una introducción maravillosa porque no tan sólo me he iniciado en la filosofía, sino que esos autores me han motivado a seguir adelante en este camino.

Tengo, por ejemplo, grabada en la mente la enseñanza de García Morente cuando acude a Bergson para explicar que la filosofía necesita ser vivida: “Para vivirla es indispensable entrar en ella como se entra en una selva; entrar en ella a explorarla.”

Cómo olvidar la enseñanza tan importante de Raúl Gutiérrez Sáenz, en esta ocasión voy a interpretar a mi manera. Todos captamos la realidad a través de nuestros propios lentes de color, pero cuando leemos a determinados filósofos y su filosofía, debemos aprender a observar a través de esos otros lentes de color, quitarnos los nuestros y colocarnos los ajenos, pero sin aferrarnos a ninguno.

Una vez que hemos visto a través de los lentes ajenos, podemos colocarnos los nuestros. Por lo tanto, debemos aprender a apreciar los lentes ajenos y saber colocarnos nuestros propios lentes de color en el papel que nos corresponde.

Esta enseñanza me hizo recordar a lo que acabo de leer sobre Richard Rorty, en el sentido de que no es bueno tratar de imponer una verdad, lo mejor es el diálogo y la diversidad de opiniones.

Si yo pienso “tengo mis propios lentes y no estoy dispuesto a ver con los lentes ajenos”, lo cual quiere decir que me estoy cerrando y no podré saber cómo piensan las demás personas; es decir, no estamos dispuestos a escuchar sus opiniones.

No me quejo, la filosofía me ha dado más de lo que he esperado en recibir. Y si me pregunto qué espero de la filosofía, puedo responder, por ahora: quiero saber cuáles son los problemas de los que se están ocupando actualmente los filósofos del siglo XXI.

¡Hasta pronto!

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.