Definitivamente hay que estar atento a todos los acontecimientos que se están dando derivados de las secuelas de la pandemia mundial. Afectaciones en la sociedad y ni se diga en lo económico, la dinámica económica se ha visto gravemente afectada al grado de estar resintiendo estragos que se consideran de tipo recesión. Esto nos muestra tanto la importancia del trabajo y de los distintos sectores productivos, así como la vulnerabilidad de un sistema.  Nadie está exento de sentir el impacto que genera una desaceleración económica, desde las empresas transnacionales hasta los pequeños negocios. Y es cierto que es precisamente el sector privado quien genera la mayor parte de los empleos y por ende el motor de nuestra economía.

Tendrá que haber estrategias específicas y asertivas para palear está época y los meses consecuentes que no serán para nada fáciles. Es cierto que probablemente se verán paquetes de estímulos fiscales de algún tipo para ayudar a reactivar la economía de la manera más rápida posible. Tenderle la mano al sector empresarial es algo sensato y habrá que ponernos en los zapatos de ellos para comprender la situación. Las pérdidas son fuertes y muchos claman al gobierno federal y a los estatales por apoyos. Expondrán muchos argumentos para sustentar sus reclamos, pero también sería buenos poner atención a un tema particular que muchas veces por no decir siempre dejamos pasar como sociedad.

Hay que apoyarlos, pero también sería bueno sentarse para proyectar acuerdos futuros que beneficien al bolsillo de los consumidores y de manera especial a los sectores sociales que menos tienen. De años para acá las empresas han venido haciendo recortes en la cantidad de sus productos, por ejemplo, los desodorantes traen menos cantidad que antes pero no por eso son más baratos. Los empresarios juegan con ofertas disfrazadas para “enganchar” al consumidor haciéndole creer que te están dando más por menos para después en verdad darte menos por lo mismo y hasta por más. Por un lado, puede que se deba a lo despistados, ignorantes o permisibles que somos como consumidores y sociedad, y la culpa debería ser de nosotros, pero…

Por eso existen entes reguladores por parte de los gobiernos por ejemplo como la PROFECO, que deben de cuidar y velar para que no se den los excesos por parte de los empresarios. Pongan atención a muchos productos de las tiendas, en lugar de un kilo de arroz como siempre se acostumbraban ahora algunos dan 900 gramos, igual en las pastas en lugar de 500 gramos de producto ahora dan menos y así sucesivamente. Y esto no inició recientemente, tiene años pasando, ¿Por qué?, Pues porque pueden y porque nosotros lo permitimos así de sencillo. Los empresarios siempre argumentan que es por la inflación, la alza de los combustibles, etc., y sí se ven afectados muchos por estos factores pero al último ellos no pierden transfieren eso al consumidor.

El ejemplo de las papas fritas (Sabritas, Leos, etc.) es de los más palpables, bolsas más grandes, pero igual o menos producto, o sea nos dan más aire en todos los sentidos. Empaques desproporcionales a la cantidad de producto que ofrecen, pero como comenté siguen saliéndose con la suya por que los terminamos comprando. Ellos terminan poniendo las reglas del juego, y entre más poderosos los emporios, más influencia sobre el sistema y mercado, siendo arropados por la clase gobernante que de muchas maneras se beneficia ante esto. Apoyos para campañas políticas, moches, contratos no licitados, etc.

Vamos a ayudarlos porque sí son el motor de la economía y porque lo necesitan, pero vamos también aprovechando para poner reglas más equitativas de juego para el beneficio de la población en general. Y si creen que nos es problema solo vean la alza de precios brutales en ciertos productos que casi siempre consumimos. El tomate a casi 50 pesos el kilo, el aguacate en oferta en sesenta y tantos, y así muchos productos. Los salarios no incrementan, pero los precios sí… eso es otro muy buen tema, pero será para otra colaboración.

Hablando de más aire…

Muchos actores dentro de la llamada “clase política” deberían de tener mayor vergüenza. Todo lo que logran es verdaderamente hacerse pendejos con puro circo maroma y teatro, en verdad están peores que las bolsas de papas, tienen más aire en sus cerebros que materia gris.   

Pobre México, con esta calaña de farsantes está muy cañón que salgamos del pozo en el que nos hemos sumido debido a décadas de corrupción e impunidad. Así las cosas, nuestra terrible realidad y mermada esperanza.

Jorge Alonso Infante Alarcón  

Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.

Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)