El padre Carlos me sorprendió de repente con una pregunta: “¿Crees que puedas acompañarme a León, Guanajuato?” Yo voltee hacia atrás para ver si le hablaba a otra persona. Cuando regresé la vista hacia él me di cuenta de que se estaba sonriendo. Para confirmar lo que acababa de escuchar, lo cuestioné: “¿me está hablando a mí?”, el padre respondió: “Sí; quiero que me ayudes con las cosas que voy a llevar”. No consideré prudente en preguntarle a qué ‘cosas’ se refería él, pues lo llegué a suponer: con su maleta; en cambio si se me ocurrió saber cuál era el motivo del viaje: “quiero visitar a mi familia -dijo el padre; aparte de ir a dejarle unos libros”.

En ese momento llegué a sentir una emoción muy grande. Había razones para estarlo, pues tenía poco tiempo en que el padre había presentado su libro “De aquí y de allá. Reflexiones Breves sobre temas de interés”.  El día de la presentación el salón se notaba lleno por completo; la prensa se encontraba mero al frente, era emocionante ver tantos reporteros listos para grabar las palabras del sacerdote quien ese día se estrenaría como escritor, porque como columnista escribía desde hacía tiempo para el periódico ‘El Peregrino’.

Los títulos de sus colaboraciones habían sido hasta, entonces, por mencionar algunos: El hombre y los animales; La clonación humana; La publicidad y el condón; El niño y la familia; La carta del Papa a los católicos de Irlanda; La madre de Jesús.

De su biografía se sabía que había nacido en San Luis Potosí y que sus primeros estudios los había realizado en León, Guanajuato, incluyendo sus estudios sacerdotales en el seminario de León. La ordenación sacerdotal la recibió en Roma, Italia, de manos del papa Pablo VI en 1975.

El personaje que se encontraba sentado en una mesa larga, frente a más de un centenar de gente, entre los que se encontraban escritores, periodistas, y sociedad en general, era el padre Carlos quien en ese momento ya estaba listo para presentar su libro y hacer uso de la palabra.

La invitación para acompañar al padre a León, Guanajuato, me pareció más a un obsequio por haber colaborado en su libro, por lo que me sentí contento de tan distinguido reconocimiento: “La revisión del material y la preparación de esta edición fueron hechas con la colaboración del escritor y periodista Ricardo Hernández Hernández”.

Fue un lunes el día de la noticia del viaje a León: “¿Y cuándo dice que nos vamos, padre?”, le pregunté. Él me respondió: “Nada más de que mi hermana conteste el teléfono de su casa”. Partimos un domingo a medio día. Nos fuimos en autobús. A través de la ventana vi como la ciudad se iba quedando atrás, y comencé a ver, varias horas después: árboles, sierras, vacas, caballos, hasta que, por fin, llegamos a una central que en ese momento estaba -podíamos decir-: ‘semivacía’. Y, por el contrario, en una de las plazas principales la gente parecía estar contenta, sobre todo los jóvenes que, de lejos, se podía ver como prestaban atención a las conversaciones interpersonales. El padre Carlos había vuelto a pisar la tierra de su familia; yo conocería por primera vez una ciudad llena de tradiciones, de cultura, de muchas iglesias antiguas.

¡Hasta pronto!

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.