Lenguaje ciudadano
Todos hablamos, leemos y escribimos. Para hacerlo usamos un lenguaje; que vamos aprendiendo, asimilando, desarrollando, a medida que vamos creciendo, que se va modificando según sea nuestro entorno, sea de barrio, de trabajo, de estudios, de convivencia. Observen, escuchen a los peques, aprenden las palabras que el tío o el abuelo le enseña.
Gerardo Peña Flores, el pastor del rebaño legislativo, hace varias semanas hizo una propuesta que, a mí en lo personal, me sorprendió: modificar la ley del Congreso para que los diputados, y los que presenten iniciativas, utilicen un lenguaje del pueblo, ciudadano. Imagino que, si una propuesta, no cumple este requisito, es rechazada.
Fue Eduardo Leos, abogado y experto en cuestiones electorales, el que me puso sobre aviso. Y fue así que, siguiendo una línea, encontré que efectivamente es una corriente de Comunicación Gubernamental, que tiene sus antecedentes en países como Estados Unidos, Suecia, Inglaterra y Canada. Ya va para 50 años… Tamaulipas va un poco tarde.
Nace el lenguaje ciudadano, o lenguaje llano diría el experto Daniel Cassany, sobre la presunción de que “Los servidores públicos están al servicio de la ciudadanía. Y los ciudadanos queremos ejercer nuestros derechos con rapidez y eficacia. No hay excusa posible”.
Y vamos a entender que “El lenguaje ciudadano comunica a los ciudadanos lo que necesitan saber en una forma clara, directa y sencilla, con una estructura gramatical correcta y con las palabras apropiadas”.
El lenguaje ciudadano, o lenguaje llano, exige que el servidor público elabore sus documentos siguiendo algunas reglas, entre ellas: tiene que simplificar y aclarar, entonces debe usar las palabras precisas, oraciones cortas y verbos de acción.
Y para acercarse al lector usar un tono y lenguaje adecuado, estilo personal, escribir las palabras necesarias y deben ser positivas.
En realidad el lenguaje, digamos adecuado, siempre ha existido: lo usa el profesor o profesora, para que sus alumnos le entiendan; lo usan los reporteros o periodistas, para que el mensaje llegue, a sus lectores, claro y conciso.
Hay, sin embargo, sus detalles: cuando los alumnos dicen, profesor, no entiendo la lectura, la respuesta es: tienes que leer y estudiar más, para que incrementes y mejores tu vocabulario. Y es así, porque ahí la tarea es esa: enseñar. En el caso del lenguaje ciudadano: es simplificar la comunicación y que el ciudadano entiende, conozca o sepa, que y como tiene que hacerlo.
Melitón Guevara Castillo
Licenciado en Administración Pública (UAT), Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).
Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).
Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.
Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.
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