¿Cuántos retos tienes programados para el día de hoy? Los desafíos de ayer ¿los conseguiste? Cuando programamos la mente para alcanzar los objetivos no hay quien nos pare, y la forma de alcanzarlos se vuelve divertida. Llego a suponer que hay de retos a retos, o sea, aquellos que parecen imposibles de lograr, pero que, una vez obtenido el éxito, vienen una serie de grandes satisfacciones, sobre todo, que nos damos la oportunidad de conocer nuestra capacidad física e intelectual.

Otros retos pudieran no ser tan complicados, como, por ejemplo, que me proponga a que diez mujeres me den un beso en la boca, o que me la pase gritando en la plaza durante media hora.

Cuando hacemos posible lo imposible, ya nos podemos programar para dar el siguiente paso; mientras no lo hagamos o no lo hayamos conseguido, hay que tener mucho cuidado, porque la mente te puede traicionar. Los desafíos van de acuerdo con lo que perseguimos en la vida, en dirección a lo que nos creemos capaces de lograr, y la fuerza para alcanzar las metas nos la va a dar el entusiasmo, la concentración, las ganas, la voluntad, la dedicación y la fe, todo tiene que ser al 100%.

Hace unos días les comenté que los objetivos tenemos que perseguirlos como el perro a la liebre, sin perderle de vista. ¿Cómo era tu respiración mientras andabas “persiguiendo” la liebre? ¿Cuál fue tu actitud una vez conseguido el propósito? No me digas, imagínalo.

El título de esta columna surgió de una conversación ocasional que sostuve con un “líder espiritual” de una iglesia protestante. Mi meta era visitar veinte empresas, incluyendo iglesias y escuelas. El líder espiritual era un joven, de complexión delgada. Una vez explicado el motivo de mi visita a ese lugar, el joven dijo: “se ve que es usted una persona de desafíos”.

Lo que llamó mi atención no fue lo que expresó, sino lo que él vio en mí y la razón que tuvo para decirme que yo era una persona de desafíos. Cuando alguien inspira ya sea por sus palabras o por sus hechos o por su actitud, nos motiva a perseguir la liebre de la misma forma. Hay personas que transpiran acción y nos contagian de esa energía.

Perseguir la liebre sin perder el enfoque de lo que queremos alcanzar nos va a ayudar a ser una persona de desafíos, a creer en que por muy difíciles que parezcan las circunstancias, mantendremos la confianza en nosotros mismos para saber que sí podemos salir adelante en la vida. Pero la clave o el secreto, insisto, está en razón de poner toda nuestra concentración sobre el objetivo.

Difícilmente yo podría escalar una montaña, cualquiera diría “pues ya estas pensando que no puedes”. La verdad es que no me interesa, sin embargo, ponerme retos que me van a permitir crecer en mi trabajo, o que por medio de los retos voy a ser capaz de descubrir nuevas habilidades y destrezas, creo que vale la pena pensar mejor en eso. Mientras no seamos capaces de perseguir la libere hasta alcanzarla, nunca sabremos de qué estamos hechos.

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Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.