Desde hace algunos años he convivido muy de cerca con personas a quienes he tenido la fortuna de conocer por una u otra razón, casi la mayor parte de esas amistades han sido profesionistas, desde abogados, periodistas, catedráticos, maestros, etc. A lo largo de este tiempo me he dado cuenta de una “falla técnica” que padecen muchos de ellos, se me ocurre ponerle ese nombre “falla técnica” debido a que no han querido actualizarse en algo que es sumamente importante en la vida profesional.

Me refiero al uso correcto de las redes sociales y del manejo del celular inteligente. Cualquiera de los profesionistas pudiera decir “pero yo ya tengo Facebook”, “pero ya cuento con mi teléfono inteligente o digital”. El problema no se resuelve con el hecho de contar ya con lo antes mencionado, el problema surge cuando quieres que todo mundo conozca tu empresa de la noche a la mañana, cuando te desesperas porque deseas que todo el mundo sepa quién eres, entonces sí viene lo bueno, porque es cuando comienzas a buscar quién te ayude, o es cuando piensas en contratar la asesoría de un experto en redes sociales o simplemente no haces nada por remediar el asunto. 

Te voy a contar ciertas experiencias por las que he tenido que pasar. En cierta ocasión conocí a un licenciado en Derecho, era un tipo bien vestido, tenía una voz educada y su forma de tratarme me motivó a pedirle su número telefónico. Una vez que lo anoté en mi celular inmediatamente le marqué para que guardara mi número. ¡No me vas a creer!, ¡el Lic. no sabía cómo guardar mi número en su celular!

Otra historia de catedráticos…

Hace ya tiempo me hice amigo de un catedrático, el señor rebasaba los sesenta años, por X razones nos llegamos a ser amigos hasta que un día me invitó a su casa. De esa invitación pasamos a varias más. Las conversaciones giraron de pronto hacia la red social del Facebook ¿por qué motivo? Como era de esperarse, para compartir información teníamos que recurrir a la red social. Por lo tanto, solicité a mi amigo datos de su perfil para establecer contacto por esa vía, pero resulta que mi amigo no tenía cuenta en Facebook, no sabía cómo crearla, ni mucho menos como poner su foto de perfil, en pocas palabras no tenía la remota idea de cómo hacerle. Hasta que se dignó en decirme: “¿Me ayudas?”

Uno de los problemas al que se enfrentan muchos profesionistas en la actualidad, es saber cómo pueden sacar provecho haciendo uso correcto de las redes, por lo menos de la más conocidas, entre las cuales se encuentra Facebook. Por uso correcto me refiero a que debemos investigar en qué me puede ser útil tal o cual red social para mejorar o para dar a conocer mi trabajo. Es muy común que digamos “Facebook es pura porquería”, “Facebook es puro chisme”, “Facebook es pura pérdida de tiempo”, etc. ¿Sí o no?

Pero resulta que esos comentarios nos cuestan muy caro tarde o temprano, y “eso” que llegamos a considerar “una porquería” o “puro chisme” se convierte de la noche a la mañana en nuestro salvavidas, porque es un medio importante reconocido por todo el mundo y del cual nosotros hemos seguido empecinados en llamarle “la red social del chisme”.

¿Por qué antes no habíamos visto a Facebook desde un ángulo diferente? Como podría ser desde el punto de vista del negocio, por ejemplo. Sencillamente porque no la necesitábamos (a Facebook) ¡Cuánto tiempo ha transcurrido desde entonces!

Cierto día conocí a un joven abogado, había dado con él por recomendaciones. El profesionista necesitaba mis servicios de publicidad, por ese tiempo contaba yo con un periódico, tenía muy activo mi Facebook y escribía para otros medios de comunicación digitales e impresos. “¿Qué es lo que necesitas?”, recuerdo que le pregunté.

El abogado me contestó: “que la gente conozca mi despacho”. Otras preguntas surgieron casi obligadas, lo cuestioné: “¿Qué tanto te mueves en Facebook?”. El abogado me respondió “casi no me meto, es que son puros chismes”. “¿Pero sabes usarlo?”, indagué. “Sí, claro”, me dijo él. “Entonces debes tener una página, ¿con qué nombre la encuentro?”, insistí. El abogado me cuestionó “¿cuál página?”.  El abogado no contaba con una página de publicidad en Facebook, y su perfil lo tenía prácticamente inactivo. Cuando le expliqué cuánto cobraba yo por espacio en mi periódico le pensó un poco, y cuando le sugerí que viera a un amigo experto en marketing con el propósito de hacerle una cotización para mover publicidad de su despacho por medio de las redes sociales, el abogado no quiso saber nada de precios y no pasó mucho tiempo en que tampoco deseaba saber nada de mi periódico.

Con este ejemplo quiero dar a entender que tenemos una idea imprecisa y vaga acerca del uso correcto de las redes sociales, ya que no nos ponemos a pensar en el futuro, no nos detenemos a cuestionarnos en qué nos puede servir para mejorar nuestro trabajo. Tan sencillo como pensar “no voy a subir nada de mi familia, pero puedo subir todo lo que hago en mi trabajo, mis servicios, las experiencias de los casos que he resuelto”, etc.

Nadie nos obliga a subir ningún tipo de información, y lo que conocemos de las redes sociales sería mejor que investigáramos cualquier tipo de duda. Lo que si me consta es que, por no pensar en el futuro sobre el uso correcto de las redes sociales, lo que podría decirse en otras palabras “sembrar hoy para el futuro”, después se batalla y pretendemos que a toda costa la gente conozca nuestra empresa. Entonces sí, ¡oh!, ¿quién podrá ayudarme?, como dijo Chespirito.

Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista

Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.