Bélica vorágine victorense
¿Cuándo, en qué momento fue, como fue que sucedió? Preguntas que hacen eco en mi mente después de leer y ver los innumerables sucesos trágicos que vuelven a teñir de rojo sangre nuestro municipio. Dos semanas espeluznantes en donde se cuentan arriba de 20 o 30 entre muertos y heridos. Pareciera que un manto de terror cobija la una vez orgullosamente llamada ciudad amable. Las imágenes que rechazo ver pero que son tristemente recurrentes son reflejo de una sociedad envuelta en una perversa vorágine de inseguridad, odio, incertidumbre, displicencia y conformidad. Estruendos de armas se escuchan por diversos y dispersos sectores, en la ciudad como en sus periferias, proyectiles mortíferos penetran no solo en cuerpos sino en el corazón de una bella tierra que parece palidecer ante una creciente ola de violencia. Trabajadores, jóvenes, miembros del hampa, comerciantes, gente inocente, matazones crecientes, ira exacerbada, una sociedad obnubilada.
Lo que antes solo en películas u otras regiones o países veíamos, ahora en nuestras calles, colonias, fraccionamientos, ejidos y ranchos presenciamos; lo que en otras épocas causaba enorme asombro que hasta por varias semanas después un suceso de tal naturaleza se platicaba por ser algo que casi nunca pasaba, ahora cotidianamente sucede. Los factores del por qué son ya conocidos, no se trata de apuntar dedos ni caer en imputaciones personales o grupales, cada cual sabe lo que hizo o dejo de hacer, cada quien en su conciencia carga la tranquilidad de ser inocente o la perversidad y culpabilidad de haber sido partícipes en la conformación de un entorno social muy castigado, muy desigual y ahora muy malévolo. Claro está que no son los muchos los que pecan pero si los tantos los que callan, que en lugar de involucrarse para generar un cambio cualitativo, se terminan acoplando a una trastornada realidad.
Ciudad bonita, ciudad amable, ¿Cuándo, en qué momento fue, como fue que sucedió?
¿Cómo fue que hasta este punto llegamos, en qué momento del camino desviamos, por que en lugar de amarnos nos odiamos, que nos falta para una tan necesitada redención social? No equivoquemos con pensar que por no matar no se está procurando el mal, el odio yace en todos pero son los que lo ponen en práctica los que coadyuvan para la perversa causa. Nos centramos en las diferencias de colores, ideologías, status, políticas, formas de pensar, con odio y rencor unos asumen que la paridad llegará al desquitarse y hacer sentir al otro lo que un día él sintió. La avaricia carcome el alma de los hambrientos de lo material, la soberbia es irresistible para aquellos que buscan afanosamente dominar, el poder se convierte muchas veces en una herramienta de represión y dispersión en lugar de ser el instrumento de unificación. Nos encontramos en épocas donde se burlan de los felices y extravagantes, donde los que adoran a su tierra y profesan amor al prójimo son simples ilusos que pierden su tiempo con soñar.
Dejamos cada día más de absorber sapiencia a través de la lectura intelectual y gastamos más tiempo en ver videos no necesariamente recreativos, memes, fotos, likes, tweets. Nos olvidamos de la espiritualidad, alimentando más el ego que la paz interna, la humildad, nuestra cada vez más segregada humanidad. Nos convertimos en seres que solo nos ocupa nuestro núcleo y entorno social, “mientras yo esté bien, al diablo los demás” aún que en un mismo globo vivimos y que nuestras acciones repercuten en otros, la individualización del ser parece nuestras mentes acaparar. ¿Acaso hermosas enseñanzas milenarias provenientes de personajes de diferentes culturas, creencias, religiones, que nos hablan del amor al prójimo, respeto, humildad, perdón, amor a nuestra tierra, entre otras tantos bellos conceptos, en verdad ya no cimbran nuestro espíritu?
A todo aquel que en un punto de su existencia decidió llevar una vida de agresión, de corazón deseo puedan tener un momento de inflexión y darse cuenta que nunca es tarde para recapacitar. Aquel que ha reflexionado y aceptado que en algo indebido incurrió, es tiempo de su error enmendar y poner su empeño para buenas acciones generar. Si todos podemos nuestras diferencias pacíficamente dirimir así como aceptar que juntos es como verdaderamente saldremos avante, tendremos dado el primer paso hacia un mejor futuro. La vida es tan bella como efímera y no tiene caso el vivirla con rencor, odio, complejos, banalidades…
Victoria es y siempre ha sido hermosa, está en todos aquellos que amor especial le tenemos que siga siendo tan maravillosa como siempre gloriosa. Ahora más que nunca necesita que la amemos, nos pide que entre todos nos respetemos, que nos olvidemos de rencores y antepongamos nuestros mejores valores. Mis hermanos victorenses y todo aquel que en esta noble tierra radica, quizá este sea un simple momento de profunda reflexión personal, pero por otro lado quizá este pueda ser un sincero llamado de unidad que espera encontrar eco en la mayor cantidad posible de mentes y corazones. Yo estoy listo para tal hermanamiento ¿y tú qué me dices?
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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