Negocio y barbarie…
Hace algunos años los actos de violencia en los encuentros de fútbol los veíamos a través de la televisión y se suscitaban en países como Inglaterra, Argentina, Alemania, Italia, hasta que en nuestro México lindo hubo inconscientes que imitaban las malas acciones.
Tristemente hoy parece que las riñas en los estadios o fuera de ellos van en aumento, dejando consecuencias muy lamentables y todo porque las porras, aficionados de tal o cual equipo, toman la rivalidad que los futbolistas o dueños de los equipos no tienen.
Mire, para los jugadores el ser contrincante solo es en la cancha, les pagan bastante bien por jugar, ganen o pierdan se llevan su sueldo por lo que un partido es parte de su trabajo, pertenecer a un equipo para ellos es circunstancial, igual cambian de camiseta de acuerdo a sus necesidades o conveniencias.
Un poco peor es el tema con los dueños de los equipo, ellos son empresarios amigos y se apuestan dinero pero hasta ahí, nunca dejan de ver el futbol como negocio y la muestra es que constantemente se les ve departiendo, vendiéndose cartas y haciendo acuerdos para su beneficio.
Mientras que para muchos aficionados, sobre todo los que forman las porras, las rivalidades son de verdad fuera y dentro de los estadios, el triunfo de un partido de su equipo favorito lo viven al máximo y una derrota es como una ofensa.
Muchas veces los integrantes de las porras, cuando su equipo no gana, en lugar de reclamarle a los jugadores o su técnico por no hacer un buen papel, incluso vender el encuentro, se desquitan con quienes porten camisetas de otro color, con los que sienten son sus rivales.
Lo peor es que incluso horas previas a los encuentros se declaran la guerra y hasta sentencias de muerte se hacen sin darse cuenta que mientras ellos pelean los únicos que ganan con su apasionamiento son los dueños de los equipos, los mismos futbolistas y sus patrocinadores.
Así, mientras corre la sangre y se vacían los bolsillos de los aficionados son los dueños de los equipos los que ven aumentar sus cuentas bancarias y se llevan la gloria, los aficionados son los que pagan, se llevan los golpes y sanciones cuando se llenan de odio y en los partidos, o previo a ellos, pelean por “el honor” de su equipo.
Lamentablemente al calor de un partido suben los apasionamientos, muchos aficionados se vuelven irracionales, incitan a la violencia y defienden hasta arriesgando su integridad física, vida, tranquilidad y libertad algo que no es suyo.
Lo anterior viene a colación por lo sucedido en Monterrey el pasado fin de semana, donde la euforia por el clásico entre Tigres y Rayados se desbordó, enajenó a las porras, la violencia subió de tono y un joven fue víctima de la barbarie, brutalmente agredido tan solo por no irle al equipo del cual eran aficionados sus agresores.
Las imágenes mostraron los actos de barbarie cuando un vehículo se lanza contra un grupo de aficionados, luego la estampida donde un desafortunado muchacho de la porra de Tigres tropieza, cae, ya indefenso y solo, es víctima de la desmedida violencia en donde se ve igual participa jovencitos de su misma edad pero con camiseta de rayados.
Son tan fuertes las imágenes que no son aptas para menores porque no es bueno que las nuevas generaciones que gustan del futbol y lo ven como un deporte, competencia sana, esparcimiento y convivencia crean que eso también es parte del balompié.
¿Qué pasaría por la mente de los agresores del muchacho?, seguramente nada, la pasión les nubló los sentidos, enajenados perdieron la sensibilidad y parecía la sangre era parte de un triunfo, de un trofeo que querían ganar.
Después de lo sucedido quedaran muchas secuelas, familias completas resentirán los daños colaterales, lamentablemente no se puede cambiar lo ocurrido, pero si se pueden cambiar las cosas para que eso no vuelva a suceder.
Algo se tiene que hacer para bajar los índices de violencia en los encuentros de futbol, con lo sucedido en Monterrey hoy nada es igual para la familia del joven que fue brutalmente agredido y casi perdió la vida, pero tampoco lo será para los muchachos que le agredieron, se convirtieron en delincuentes, sus fotografías circulan en las redes sociales y la gente pide sean detenidos y paguen por su inconsciencia, su delito.
Cierto es que para los dueños entre más apasionamientos se tengan más taquilla y dinero generan, pero también deberían cuidar su negocio para que la gente siga llenando estadios.
Conjuntamente con las autoridades, los empresarios del futbol deben hacer campañas para concientizar a los aficionados de que la disputa es en la cancha no en las gradas, s un comunicado deslindándose o condenando los hechos no basta, se requiere que ellos también contribuyan a que se tenga un buen futbol en México, con buen espectáculo y libre de violencia para que ya no se registren actos de barbarie.
Rosa Elena González
Es Licenciada en Relaciones Públicas. Ha colaborado con editoriales en El Mercurio.
Actualmente su columna Vida Diaria se publica en el Portal HOYTamaulipas y los periódicos La Verdad de Tamaulipas, Expreso, La Extra, La Voz de Tula, El Tiempo de Mante y Astronoticias, El Bravo de Matamoros y Canal 10
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