Sociedad dividida
Si el inglés Edmundo Burke viviera, quizá no fuera testigo mudo, de cómo su aseveración se cumple al pie de la letra: los partidos políticos dividen a la sociedad; se entiende que la dividen cuando estos, los partidos políticos, por sus ideas se identifican con cierto segmento de la población. Hoy en México, en la práctica, la sociedad está dividida en dos núcleos: los que defienden y apoyan a Andrés Manuel López Obrador y los que, una y otra vez, dan argumentos para descalificarlo como el mejor candidato presidencial.
La sociedad puede estar dividida en función a los partidos políticos según su tendencia; en algunos lugares son de izquierda y derecha; en otros, hay de centro derecha o centro izquierda; en tanto que, en otros países, puede haber otras etiquetas como Partido Laborista o en México el Partido Verde. La cuestión es que, la pertenencia o simpatía a uno u otro, genera una división que, en términos teóricos, debe concluir al finalizar la elección.
PODER Y AMBICIÓN.
Si hacemos caso a la historia política mexicana encontraremos muchos ejemplos de cómo, la ambición por el poder, provoca una división, en este caso al interior del partido y la consecuencia, inmediata, es la ruptura. Muchos recuerdan, por ejemplo, el pleito que se ocasiono con la candidatura de Roberto Madrazo, que derivó en una aplastante derrota y en la cual, recuerden, Elba Esther Gordillo tuvo algo que ver. Así empiezan las divisiones de la sociedad.
Una más reciente, sin embargo, esta en el PAN: Margarita Zavala, como precandidata panista, tenía porcentajes de intención del voto suficientes para, hoy en día, ser adversaria competitiva de AMLO. Sin embargo, la ambición, la perversidad, de Ricardo Anaya creo las condiciones para que Margarita se fuera por la vida independiente y, hoy en día, ya no se nada, ni siquiera candidata, en tanto que Ricardo no ha sido capaz de empatar, alcanzar pues, a AMLO.
AMLO DIVIDE A LOS MEXICANOS.
Si usted, amable lector, revisa las redes sociales –facebook y twitter principalmente-, se dará cuenta como en México hay una enconada lucha, una tremenda división, un pleito de proporciones mayúsculas, entre unos y otros miembros de la población. Unos defienden, de pronto hasta irracionalmente, al puntero AMLO; en tanto que otros, recurriendo al estudio comparativo, a las experiencias, a historias de vida, dan por sentado que AMLO, no puede ser Presidente de México, bueno, hasta le sacan sus achaques médicos.
No encuentro la palabra exacta, precisa, para etiquetar a unos y otros: serán fanáticos, dogmáticos, tercos, aferrados, el hecho es que podemos pasar un buen rato leyendo post en las redes, de largas conversaciones, repitiendo unos y otros argumentos, razones y explicaciones, y al final leemos como, uno de ellos, se baja, termina el debate virtual, con la explicación: nos vemos, imposible hacerte entrar en razón, no entiendes razones… Y así, efectivamente, están unos y otros. Lo cierto es que se bloquean y hasta, dicen unos, pensaba que eras más inteligente. Con decirles que un destacado maestro de la UNAM, recibió de una de sus exalumnos, comentarios hostil, descalificativo: “pensé que era mejor maestro”, le dijo, y todo por no ser seguidor de AMLO.
MEXICO ES MAS GRANDE…
En más de una ocasión, cuando se habla de la problemática mexicana, se dice es: Que México es más grande que sus problemas. Efectivamente: para que la elección presidencial 2018 sea, efectivamente, un tremendo despertar de la sociedad mexicana, que desea, ambiciona un cambio y que, para lograrlo, está dispuesta a no escuchar las voces que claman que AMLO no es el mejor candidato, es necesario que la participación ciudadana se incremente: que ya no sea, solo el 50 o el 55%, que llegue al 80 o que sean más.
La cuestión es simple: si se vota, en promedio igual a otras elecciones, tendremos una abstención aproximada al 40 o 45%; es decir, una votación un poco superior al 50%. Así, con estas cifras, gane quien gane, será por decisión de una minoría; al grado que, luego se puede decir, que sumando los votos de quienes no le dieron el triunfo, son más, suman más en contra. Luego entonces, hay legalidad en la elección, pero no legitimidad por una mayoría en función al padrón, no a la participación ciudadana (la que votaría).
SEGUNDA VUELTA, PARA LEGITIMIDAD.
Al tomar en cuenta una encuesta del financiero (http://www.elfinanciero.com.mx/encuestas) aparece que AMLO tiene el 46% de intención del voto; Anaya 26, Meade 20, Zavala 5 y El Bronco 3. Dicho de otra manera AMLO tiene asegurada, ya es casi Presidente, la elección. Obtendría un poco menos de la mitad de los votos que se emitan en la contienda electoral. Pensemos que la participación es del 60%, 60 de cada 100, entonces por AMLO votaran menos de 30% de los electores del padrón electoral… Así de simple, es lo que dicen los números, los votos de las elecciones anteriores. Por eso, para constatar que efectivamente hay un despertar del hartazgo de los partidos políticos, de la mafia del poder, la votación tiene que ser extraordinaria, mover pues, a los indecisos.
http://melitonguevara.blogspot.mx/
Melitón Guevara Castillo
Licenciado en Administración Pública (UAT), Doctor en Comunicación y Periodismo (Universidad de Santiago de Compostela).
Profesor Emérito de la UAT. Líder del Grupo de Investigación “Democracia y Comunicación Política” de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (Victoria, Tam.,).
Representante en Tamaulipas de la Red Nacional de Investigadores de la Calidad de la Democracia.
Escribe la columna política DESDE ESTA ESQUINA, desde 1984 en El Diario de Cd. Victoria y actualmente en Hoy Tamaulipas.
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