Pudiera parecer un título de alguna serie televisiva o una película de ciencia ficción pero no es así, en esta ocasión el encabezado hace referencia al estancamiento político y social en el cual todos estamos inmersos en nuestra nación. Esto no quiere decir que no exista progreso y/o avances significativos en algunos rubros, pero sí intento plasmar fielmente la época que estamos viviendo dentro de nuestra república. Indudablemente tengo que comenzar por externar mi opinión acerca de los distintos comicios que se están llevando a cabo en nuestro territorio, ya que ellos son reflejo claro de esta pasmada realidad. Se pregonan tiempos diferentes pero se actúa igual que siempre, todos dicen que van por una transformación cuando han sido de una u otra manera parte de esta opaca realidad, se miente sin escrúpulos, engañan a la gente más por pragmatismo que por verdaderas convicciones e ideales.

En el contexto nacional, la joya de la corona es la silla presidencial, Andrés Manuel apuntala las encuestas y preferencias pero no sin antes haber tenido que morderse la lengua y hacer acuerdos con aquellos que tanto difama. Anaya muestra su jovialidad y preparación pero incurriendo en discrepancias personales y políticas, José Antonio Meade se esfuerza por mostrar su pulcritud mientras carga una losa muy pesada del partido al que representa y al cual por obviedad no incrimina. Margarita hace su lucha pero sin un real rumbo más que el terminar concretando un acuerdo y “el Bronco” Jaime Rodríguez se olvidó que prometió no desviar su atención en aventuras políticas y cumplir cabalmente su encomienda como gobernador de Nuevo León.   

Tristemente abunda más la desacreditación, burlas y ofensas, que el discurso propositivo y conciliador. Las redes sociales se vuelven en campos de batalla electrónicos para darse con todo, en donde hace más ruido el hacer memes de un comentario o del accionar de algún candidato que en exigir o disertar sobre una propuesta concreta. Llega en verdad a puntos de incredulidad e hilaridad el ver que son muchos los que claman por un cambio cualitativo pero sin ser partícipes de ese cambio y menos poniendo el ejemplo. Por el afán de ver a tal o cual ganar, perdonan acciones deplorables y retrogradas; aducen que es parte de un pragmatismo tolerable, hacer lo necesario para salir avante.

Así seguiremos con un estancamiento social-intelectual colectivo, si somos nosotros mismos los que no solo lo propiciamos sino lo seguimos alentando.

Nadie es perfecto y todos tenemos virtudes y defectos, en el caso de los candidatos a presidente, ni López Obrador es un mesías pero tampoco un peligro para México, ni Anaya es el joven maravilla pero tampoco es merecedor de mucho de lo que le achacan. Meade es un buen tipo pero abanderando una causa que no compagina con lo que él pregona, Margarita se le aplaude por representar a la mujer pero se le olvidó hacerlo en el sexenio de su marido mientras había mucho feminicidio, el Bronco estaba ya sentado en una silla de gran importancia pero le brillaron los ojos o por negocios, o por mero interés político, siendo el primer independiente que logró una gran hazaña.

Es bueno ver que la política apasiona pero es lamentable ver que sea causante de mayor encono social, como si eso nos faltara en un país tan vapuleado por tanta inseguridad e inmerso en un extenso pantano de corrupción e impunidad. El quebrantamiento de la cohesión popular siempre traerá consigo mayor segregación y por ende más conflictos internos y eso es lo que precisamente siempre han usado para invadir y conquistarnos para después someternos. Desde épocas ancestrales hasta el presente día, desde conquistadores hasta los actuales poderes fácticos.

“Divide et impera”, Divide y vencerás…

No podemos seguir detenidos en el tiempo, el verdadero progreso llegará al entender que la violencia solo genera más violencia, que el discrepar no es sinónimo de enemistar, que históricamente somos un pueblo de grandes guerreros pero que la lucha entre nosotros siempre nos trae retrocesos. Lucha por lo que piensas pero hazlo respetando a los demás, externa tu hartazgo pero hazlo siendo propositivo, genera un cambio grande siempre y cuando este sea no solo cualitativo sino cuantitativo.

En lo local…

Aquí en nuestro estado “las gordas no se cuecen diferentes” y aunque queramos decir que aquí las verdaderas flautas son de harina, los guisos saben igual. ¿O a poco no? dirían los meros, meros compas.

¿O acaso aquí no hay nepotismo, pragmatismo, prácticas inmorales, chapulines, encono social, divisionismo, entre otras tantas cosas?

Así es que denme unas tres de revoltijo para llevar…

Jorge Alonso Infante Alarcón  

Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.

Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)