¿Se puede escribir desde una perspectiva freudiana?
Si no hubiera sido por la máquina de escribir Remington que me heredó mi padre, ¿acaso mi vida fuera otra, de mayor importancia que ésta? Quizá la respuesta quede en el aire. Lo cierto es que hoy en día trabajo con la misma pasión que surgió desde hace ya algún tiempo, gracias a la inesperada sorpresa que me dio mi hija Sara Inés al verla dando sus primeros pasos, apoyándose con fuerza de las patas de una silla.
Mera casualidad o cuestiones del destino, algo me indicó que tenía que descubrir la máquina la cual se encontraba cubierta con una sábana blanca, en un rincón de la cocina. La dualidad entre realidad e imaginación, hija-historias, surge de forma espontánea en un momento afortunado de mi vida, esa experiencia marcaría un antes y un después.
El hecho de que mi hija Sarita diera sus primeros pasos mientras que yo aprendía a hacerlo simultáneamente al escribir en la máquina, nos condujo a descubrir un mundo interesante donde teníamos que aplicarnos, a ser pacientes, a intentar una y otra vez. Por un lado, Sarita experimentaba las caídas, por mi parte lo hacía al escribir con torpeza, los dedos se me quedaban atorados entre las teclas, a partir de ese momento no había más que una sola opción: asimilar la lección.
Nunca imaginé estar entusiasmado por recrear historias autobiográficas, estar hurgando en el fondo del pasado para traerlo al presente. Esta reflexión me hace pensar desde una perspectiva de la psicología freudiana, donde el escritor escribe en razón de sus traumas, existe una necesidad de hacerlo; por otro lado, desde la perspectiva de la literatura, el hombre escribe impulsado por la creatividad, en razón de crear arte.
Lo más probable es que yo haya encontrado a través de la información de ciertas teorías de Freud, relacionadas con la mente, la respuesta a una vida desordenada que hasta entonces había llevado. Es decir, si la psicología es de gran ayuda para que por medio de la escritura una persona pueda sacar sus traumas, ¿acaso serían ejemplos de ello un Fedor Dostoievski o un Mario Vargas Llosa?
Ahora, desde la perspectiva del arte ¿acaso no se les reconoce a ellos por sus grandes dotes de pluma artesanal en la literatura? ¿Quién pone en duda sus novelas mundialmente reconocidas?
El hecho de haber leído -no mucho-, poco o nada de la psicología freudiana, me hizo pensar en que era una excelente manera de desahogar mis traumas, o como se dice en el argot literario, el escritor luchando contra sus propios demonios. Desde el mismo instante en que comienzo a escribir en la máquina Remington intuí que no había marcha atrás, tal como a Sarita le iba a ser imposible dejar de aprender a caminar, también a mí me correspondía algo parecido: nunca dejar de escribir, a si fuera bajo la óptica de la psicología freudiana o desde la perspectiva de la literatura.
Ricardo Hernández Hernández
Poeta y columnista
Colaborador del portal:” Hoy Tamaulipas” hasta la fecha.
Actualmente estoy cursando un “Diplomado en Creación literaria” en la Biblioteca del Centro Cultural Tamaulipas, con el maestro José Luis Velarde.
Para que HOYTamaulipas siga ofreciendo información gratuita, te necesitamos. Te elegimos a TI. Contribuye con nosotros. DA CLIC AQUÍ