Entre la miel y la mierda…
Hablar de querer tener poder, es tener que remontarnos a los inicios de nuestra civilización, para muchos es algo que da jerarquía, status, influencia sobre los demás, capacidad de hacer más de lo debido, respetado, temido, etc. El poder puede ser como un tipo afrodisiaco, algo que transforma, algo que te puede llevar a hacer cosas inesperadas y no siempre correctas por tal de tenerlo. En nuestro país hemos vivido por años etapas en donde aquellos que lo detentan se han aprovechado para esclavizar, someter, para ejercer un férreo control para beneficio de unos cuantos en prejuicio de los muchos. Desde épocas prehispánicas hasta la actualidad hemos sido un pueblo de una manera u otra siempre subyugado y peor aún, muy sumiso y por de más tolerante. Es triste en verdad ver que las cosas han sido así y que salvo algunos valientes y siempre bien remembrados actos por parte de compatriotas que hasta su vida dieron para tratar de equilibrar las cosas, nuestra hermosa patria ha albergado a un sinfín de personajes sin vergüenzas
Como siempre lo hago, aclaro que nunca generalizo pero si es evidente subrayar que la corrupción, malos manejos, impunidad, la tan tristemente celebrada cultura del moche, está tan arraigada en nuestra sociedad como los tacos y las cantinas.
Al referirnos específicamente al ámbito político, en este país pareciera que para saborear las mieles del poder tienes que primero darte una revolcada entre la mierda, como a su manera se refería un tío mío a la hora de hablar del ambiente político de nuestra nación. “Probar cagada sin hacer gestos” es otro de tantos dichos muy conocidos que comparan la política en México a cuestiones que tienen que ver con el estiércol, en su sentido negativo y por supuesto peyorativo. Pero más allá de hacer algo al respecto como sociedad para cambiar tal percepción al menos en los últimos años, pareciera que muy lentamente despertamos de un letargo autoimpuesto y comenzamos a darnos cuenta que si se quiere, se hace justicia. Muchos quisieron treparse a la cúspide de la montaña del poder haciendo de todo para llegar a ella, inclusive canibalismo y actos horrendos pero esperando salir bien librados, sin tomar en cuenta aquel valioso concepto que dice, que en esta vida todo lo que sube tiene que bajar. Aunque pareciera que muchos escaparon de la bajada, no es así, la vida tiene sus maneras muy peculiares de poner las cosas en su lugar.
La cuestión es que si en verdad se hiciera justicia o se implementaran las leyes con mayor rigor y transparencia, muchos personajes de una u otra forma tendrían que ser ajusticiados y en esto los colores es lo de menos, personas que han faltado a códigos de ética, transparencia y buen gobierno, han habido y hay de todos los clores y sabores por que como siempre he dicho, esto no es una cuestión de colores sino de valores. Si en verdad se abriera la caja de pandora y salieran a relucir todas las ilegalidades cometidas en nuestro país, tendríamos que destinar una cantidad de hectáreas muy considerable como para construir un mega macro reclusorio para albergar a tanto pillo.
¿Pero qué pasa con nuestra sociedad, porque seguimos queriendo llevar a la hoguera a la bruja y acusarla de todos los males cuando el mal está inmerso en nuestra cotidianidad? Algunas si practicaban la magia negra pero a otras solo las quemaron porque era algo necesario para calmar el clamor popular de sed de venganza y de querer cegarse ante la inevitable realidad de que el mal proviene de todos y no solo de un ente. La inquisición está presente en la catedral máxima, se esperan que las doctrinas se respeten y el tribunal está listo para ajusticiar a todo aquel que detente contra su autoridad o como en aquellas épocas a todo aquel que ellos consideren herejes.
Reflexión
El poder absoluto fue y será siempre la causa de la decadencia y de las desgracias de los pueblos, que tarde o temprano llegan a padecer los mismos reyes.
Barón De Holbach
Jorge Alonso Infante Alarcón
Carrera Licenciado en Relaciones Internacionales.
Maestría en Administración Pública en la U.A.M. Francisco Hernández García (U.A.T.)
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