San Sebastián,(Notimex).- El actor argentino Ricardo Darín, quien recibió hoy uno de los Premios Donostia del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, señaló que la zona de confort "puede ser mala consejera" y que lo mejor de su carrera es esa sensación vertiginosa de ganar cada proyecto.

Darín, quien también presenta en este certamen la película "La cordillera", dirigida por Santiago Mitre, manifestó su satisfacción de recibir el galardón, aunque "demasiadas cosas me vienen a la cabeza" y no es fácil procesarlas, "porque no soy de los que suelen hacer revisiones".

Aseguró que San Sebastián siempre lo ha recibido de manera cálida y familiar, "y no necesito premios ni reconocimientos", porque aquí se siente la calidez en cada momento, en la calle, con el contacto directo.

"Voy, poco a poco, amortizando las sensaciones que tengo, que son muchas", puntualizó Darín, quien recibió uno de los premios honoríficos que se entrega en el Festival de Cine de San Sebastián.

El actor argentino, quien compartió hace dos años la Concha de Plata por la película "Truman" con Javier Cámara, indicó que es defensor de la parte artesanal de su profesión.

"No hay que perder la sensación vertiginosa de ganar cada proyecto sin estar en la zona de confort, la zona de confort puede ser mala consejera, engañosa", sostuvo.

Aseguró que su parte favorita, y la que considera más creativa, es cuando los actores van acercándose y preparando el personaje que van a construir.

"Esa es la parte más creativa, luego viene la del set, la dinámica de los funcionarios que participan en un filme, de quienes dirigen, pero soy defensor de la parte artesanal, de todo lo que podamos hacer previamente, es la zona que me parece más vertiginosa y divertida de nuestro oficio", subrayó.

Darín inició su carrera cinematográfica en 1979 de la mano de Julio Porter (La carpa del amor) y Adolfo Aristarain (La playa del amor), lo que alternó con trabajos premiados en la pequeña pantalla, como "Nosotros y los miedos", "Compromiso" o "Mi cuñado".

En los años 80 y 90 trabajó de nuevo con Aristarain (The Stranger, 1987), Alberto Lecchi (Perdido por perdido, 1993) o Eduardo Mignogna (El faro, 1998) y Juan José Campanella (El mismo amor, la misma lluvia, 1999), pero es, sobre todo, con "Nueve reinas" (2000), la ópera prima de Fabián Bielinsky, cuando empezó a ser reconocido internacionalmente.

Después enlazó títulos esenciales de la cinematografía latinoamericana y española como "El hijo de la novia" (2001, nominada al Oscar a la mejor película extranjera), "Luna de Avellaneda" (2004) y "El secreto de sus ojos" (2009, Oscar a la mejor película extranjera), las tres dirigidas por Juan José Campanella.

El año 2007 debutó como director de cine con la película "La señal" junto a Martín Hodara, con el que volvió a trabajar este año en "Nieve negra".

Ha sido un inventor de juguetes en "La educación de las hadas" (José Luis Cuerda, 2006); padre  de una adolescente intersexual en "XXY", (Lucía Puenzo, 2007); un ladrón legendario en "El baile de la Victoria" (Fernando Trueba, 2009).

También ha trabajado en dos ocasiones con Cesc Gay: tras interpretar a un hombre engañado en "Una pistola en cada mano" (2012), encarnó a un actor al que diagnostican un cáncer terminal en "Truman" (2015).

En su filmografía figuran asimismo el rol de profesor de Derecho Penal en "Tesis sobre un homicidio" (Hernán Goldfrid, 2012), el padre desesperado de "Séptimo" (Patxi Amezcua, 2013),  el ingeniero experto en explosivos de "Relatos Salvajes" (Damián Szifron, 2014), que compitió en el Festival de Cannes y fue candidata al Oscar a la mejor película extranjera.

En "La cordillera", Ricardo Darín hace el papel de presidente de Argentina.

Además, forma parte del reparto de la nueva película del director iraní Asghar Farhadi, todavía sin título, en la que compartirá títulos de crédito con Penélope Cruz y Javier Bardem.

El cineasta Manuel Gutiérrez Aragón señaló que parece que "todos los personajes que interpreta parece que hubieran sido escritos especialmente para él y solo para su interpretación".

Agregó que pasada la visión de la película, y repasada en el recuerdo, "no admitiríamos que otro que no fuera Darín pudiera haber hecho de verdad aquel personaje".

"Hemos dicho que el cine transparenta la realidad. Darín transparenta al personaje que encarna. Le sentimos, nos emociona, a través de algo que no vemos: el actor. Solo vemos su personaje. Por eso no nos cansamos de sus películas", dijo.