México, ya vive en la cultura de la protección civil
Independientemente de la mala noticia que representaron el sismo del pasado jueves y sus más de mil réplicas hasta hoy, así como los fenómenos hidrometeorológicos como Katia, Irma y José, hay que destacar que la sociedad mexicana está ya preparada en la cultura de la prevención y de la protección civil.
A nivel internacional, la protección civil encuentra sus orígenes en los sistemas de defensa civil instrumentados y desarrollados como consecuencia de conflictos armados, especialmente de la primera y segunda Guerras Mundiales, por estados beligerantes que asumen la responsabilidad de proteger a sus nacionales en situación de conflicto armado.
Y en México, el punto de partida son los sismos de 1985. Desde entonces, han pasado 32 años desde aquel 19 de septiembre, a las 7 de la mañana con 19 minutos, en donde el sismo alcanzó una magnitud de 8.1 grados en la escala de Richter, y en donde oficialmente perdieron la vida más de diez mil mexicanos, dejando daños y afectaciones por miles de millones de pesos, afectaciones que todavía, al día de hoy, se viven secuelas de esa circunstancia de la naturaleza.
Esa tragedia tomó por sorpresa a las autoridades de aquella época, con los dedos entre la puerta diría yo, concretamente al presidente Miguel de la Madrid Hurtado, a Ramón Aguirre Velázquez, a la sazón Regente del Distrito Federal y a Manuel Bartlett Díaz, entonces Secretario de Gobernación.
En ese momento de la historia de México, las fuerzas de seguridad operaron como Dios les dio a entender, aunque hay que reconocer el esfuerzo y presencia del ejército mexicano. Ante la desesperación de la gente y la muy lenta activación de operativos, es de destacar la organización de la propia sociedad civil, que tomó en sus manos el auxilio de sus vecinos. Es ahí precisamente, en 1985, cuando nacen grupos como los Topos de Tlatelolco, A.C., quienes siempre, en donde haya que rescatar personas de entre los escombros, ahí hay la mano de un topo mexicano.
Y es precisamente ahí, en 1985, en donde nace el Sistema de Protección y Restablecimiento de la Ciudad de México, SIPROR, organismo que antecede a la creación del Sistema Nacional de Protección Civil el 6 de mayo de 1986, por virtud de un Decreto Presidencial, en cuya publicación se incorporó el documento denominado “Bases para el Establecimiento del Sistema Nacional de Protección Civil”.
Nunca, en ninguna parte del mundo, una sociedad, y claro su gobierno, van a estar preparados ante la ocurrencia de calamidades. Nunca. Pero el trabajo de concientización y capacitación hay que hacerlo. Es un imperativo para lograr mitigar los riesgos y los daños ante la ocurrencia de una catástrofe. Asimismo, ningún fenómeno va a ser igual a otro.
Por ejemplo, si el epicentro del sismo hubiera estado ubicado en Michoacán, como el caso del sismo de 1985, los daños para la Ciudad de México, hubieran sido tremendos. O si el epicentro se hubiera ubicado en la Brecha de Guerrero, en donde se espera que surja un sismo de gran magnitud desde hace 50 años, los daños y afectaciones a la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, hubieran sido incalculables.
Por ello, hay que estar preparados ante lo inevitable. La naturaleza no tiene palabra de honor. Y nunca la preparación va a ser suficiente. Esa es una premisa general. Pero es también cierto que la sociedad mexicana ya ha aprendido como actuar ante la presencia de un fenómeno destructivo. Nos acordamos que en la evacuación aplicamos el “no corro, no grito, no empujo” que desde la primaria se les enseño a las generaciones de 1985 y posteriores.
Además, en la sociedad mega comunicada en la que vivimos hoy, la información que no llega al ciudadano por un canal, le llega por otro. Hay redes sociales, hay estaciones de radio tradicionales, con programación espejo en la Internet, para la televisión es el mismo caso, y hay quienes de manera altruista producen y suben contenidos a la nube, a fin de que otras personas se enteren y pongan en práctica esos conocimientos.
Y un detalle más: algo que ha permitido que nuestro país salga adelante en circunstancias como esta es la solidaridad de los mexicanos. Siempre estamos atento a aportar y apoyar a los hermanos en desgracia, en lo personal o a través de otras organizaciones. Y en tragedias como los sismos, los huracanes, y otros fenómenos destructivos, la solidaridad ha permitido que entre todos nos echemos una manita. Hoy por ellos, quizá mañana por nosotros. Del tema financiero, en otra colaboración le comentaré.
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