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Luis Gerardo Salas: "puro, total y absoluto rock and roll" en la legendaria Rock 101

Tras haber sido estigmatizado por los círculos conservadores de México, el rock recobró una nueva vida a mediados de la década de los 80, a través de la legendaria estación de radio Rock 101 en Frecuencia Modulada (FM)
Por: Notimex El Día Viernes 07 de Julio del 2017 a las 15:19

Tras haber sido estigmatizado por los círculos conservadores de México, el rock recobró una nueva vida a mediados de la década de los 80, a través de la legendaria estación de radio Rock 101 en Frecuencia Modulada
Autor: Notimex
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México,(Notimex).- Tras haber sido estigmatizado por los círculos conservadores de México, el rock recobró una nueva vida a mediados de la década de los 80, a través de la legendaria estación de radio Rock 101 en Frecuencia Modulada (FM).

Fue el espacio que rompió esquemas en la manera de presentar el género en inglés, en el modo que los locutores se dirigían a la audiencia, en el tipo de información que difundían y en el afán de impulsar la escena nacional.

Luis Gerardo Salas fue su fundador y durante casi una década se mantuvo al frente del concepto como la mente creativa constante. Autor de la afamada frase: “Puro, total y absoluto rock and roll", el locutor y productor contribuyó de manera importante para que a este tipo de música no se le estigmatizara más ni se le considerara subversiva.

El reconocido locutor señaló “que tras el Movimiento Estudiantil de 1968, durante los gobiernos de Luis Echeverría (1970-1976) y José López Portillo (1976-1982) se prohibió el rock en México”.

“En la radio nadie lo programaba, a lo largo de 12 años no ocurrió un concierto bajo ese estilo luego de que los espectáculos de Chicago (Auditorio Nacional, 1975) y el Festival de Avándaro (1971) terminaron en tragedia. Hubo una gran represión y al rock se le llegó a considerar subversivo”, explicó en entrevista con Notimex.

“Los medios de comunicación eran menos valorados y a quienes promovíamos el género nos veían como los ‘rockers’. El rockero era sinónimo de guarro, ignorante y grosero, algo así como el ‘outsider’. Te trataban mal porque te veían como una especie de infección en la sociedad”.

Admitió que fue difícil pelear contra las conciencias que estaban convencidas de que el rock era algo que no tenía que ver con la cultura y que estaba perjudicando a las mentes de los jóvenes.

“Yo argumentaba que el rock and roll se derivaba de otras artes como la literatura, el cine y la pintura. Películas como las de Martin Scorsese tenían referencias constantes en la figura de The Rolling Stones, así como las de Francis Ford Coppola o 'Good morning, Vietnam', con Robin Williams, en la que el locutor pone rock para levantar el ánimo de las tropas en la guerra.

“Llegamos a discusiones cómicas. Me acuerdo que había un asesor en Grupo Radio Mil que se decía el gurú de cómo se debía hacer radio. Él insistía en que debíamos hacer música para bailar, algo de discoteca, pues aseguraba que el rock no tendría futuro en México”.

Luis Gerardo Salas es pieza clave en la historia de los medios de comunicación en México. Su gusto por la radio comenzó a los 11 años cuando se fue de intercambio escolar a Estados Unidos.

“Por la noche me ponía a escuchar las estaciones de radio. Yo estaba en Minnesota y noté que la velocidad de la música era a ritmo de DJ, con efectos de sonido que en México no conocíamos porque todo era demasiado plástico con tres minutos de música por dos minutos de comerciales que no permitían que el comunicador se luciera”.

El locutor se limitaba a decir la hora, el nombre de la canción, del artista, algún saludo y el estado del tiempo.

“No había un intercambio genuino de comunicación, por lo que las estaciones de Estados Unidos me hacían sentir como que había alguien que te estaba acompañando, que estaba atravesando el silencio de la noche para conectarse contigo. Ahí fue donde descubrí el concepto de la soledad compartida.

“Porque cuando escuchas un cassette o un disco con tus audífonos, estás aislado del mundo, pero cuando oyes radio, sabes que hay otra gente haciendo lo mismo que tú”.

En el Verano de 1979, durante sus vacaciones y con el propósito de invertir su tiempo en algo de provecho, Luis Gerardo Salas se acercó a su tío Guillermo Salas Peyró, quien era el fundador del grupo más importante de la radio en México: Núcleo Radio Mil.

Su tío lo recibió y lo mandó a las calles para repartir propaganda de las estaciones de radio. Su jornada laboral iniciaba a las cinco de la mañana junto con un equipo de 10 personas, pero sólo duró tres días en esa actividad porque lo suyo era estar en el proceso de hacer radio.

“A regañadientes me colocó como el asistente del asistente del asistente de producción desempeñando el trabajo que nadie quería hacer, pero ahí fue donde aprendí. Me sentaba en un escritorio con tres aparatos y un día escuchaba Radio Éxitos, Radio Capital y La Pantera, al otro le ponía en las estaciones que combinaban radionovelas como la XEW o los radioteatros.

“También oía los programas de concursos y la música tropical. Anotaba todo lo que ocurría y hacía un comparativo de lo que decían los locutores y la carga informativa”.

En aquel entonces, la Amplitud Modulada (AM) tenía acaparada al 85 por ciento de la audiencia, mientras que la Frecuencia Modulada (FM) tan sólo 15 por ciento.

“La gente prefería oír discos o cassettes en su casa, pero no radio. Había una dispersión muy grande. En Sonomil 101 estaba a cargo Bolívar Domínguez y él me enseñó muchas cosas. Aprendí a programar, pero sentía que la radio no podía ser la misma a las ocho de la mañana que a las 12 de la noche, que un sábado a mediodía o que un domingo a las cuatro de la tarde”.

La primera vez que Domínguez le permitió programar, Salas ofreció música de antaño para el domingo y el efecto fue óptimo. Sin embargo, no le abrieron más la puerta porque lo consideraban muy “chamaco” para tal responsabilidad.

Con el propósito de incrementar su preparación en ese renglón, Luis Gerardo Salas estudió la carrera de Comunicación y estuvo en contacto con compañeros que gustaban de música proveniente de Europa y Estados Unidos.

Había temas como “Ghost in the machine’, creada por The Police, o “Exodus”, de Bob Marley. En su opinión, todo sonaba como música de Júpiter comparado con lo que se estaba transmitiendo en la radio de México.

Para 1983, Guillermo Salas le permitió programar Sonomil 101 y alcanzó éxito al presentar un programa dedicado a la banda británica The Rolling Stones para celebrar el 20 aniversario de su fundación. Al año siguiente, la estación cambió de nombre a Proyecto 101, como un formato de transición entre lo anterior y lo subsecuente. Así nació Rock 101 FM.

Abrieron la sección denominada “La idea musical”, que buscaba recuperar la música clásica de rock como The Rolling Stones, The Who y The Kings, que nunca había sido transmitida en radio. También apostaron por obras de Pink Floyd, Yes, U2, Motown Rats, Ultravox, The Cure y otras propuestas progresivas

En sus diferentes programas se escuchaba música de rockabilly, dark, punk, metal, reggae, post-punk, new wave, afroantillana y rhythm and blues, entre otros ritmos.

Jorge García Moreno, Federico Lira, Jaime Pontones y Lynn Fainchtein fueron los primeros locutores y creativos de la estación. Después se agregaron Dominique Peralta, Juan Ibáñez, Sergio Cataño y Cecilia Pérez, por citar algunos.

“Poco a poco empezamos a construir un universo que tenía que ver con México, no copiábamos programas que se hacían en Inglaterra o Estados Unidos, todo era desarrollado por gente de aquí. Para 1985 teníamos 12 colaboradores y una presencia fuerte en el mercado porque alejamos el prejuicio que se tenía del rocker, pudimos mostrar una imagen culta, limpia y sana”.

A la par nació la estación WFM en 96.9 FM con Charo Fernández, Alejandro González Iñárritu y Martín Hernández al frente, pero no les afectó porque se consideró que ellos se dirigían a un público más “fresa”, aquel que se caracterizaba por su actitud socialmente aceptable.

Tocaban temas pop comerciales, mientras que Rock 101 proponía un estilo al descubrir lo diferente también en asuntos de literatura, cine, hechicería, comunidad gay, noticias y hasta radio teatro. Básicamente eran la alternativa contracultural e irreverente.

“En dos o tres ocasiones me reuní con Alejandro González Iñárritu para platicar y teníamos un buen entendimiento. Decíamos: ‘Sigue con lo tuyo, yo con lo mío y vamos a competir’. También coincidimos en las universidades cuando nos invitaban a las semanas de la comunicación. Nos subían al escenario y había porras de una estación y de la otra”, relató.

“A nosotros nos escuchaba la gente inconforme con la convencionalidad, el ‘outsider’ que buscaba lo nuevo, el que no se distinguía por su nivel socioeconómico. Lo mismo eran estudiantes de universidades privadas, que de la UNAM o gente que no era estudiante. En nosotros hallaron a alguien que hablaba de sus inquietudes y necesidades”.

Tras viajar a España, Luis Gerardo Salas trajo la música de las bandas que estaban sonando allá como: La Dama se Esconde, Barón Rojo, Los Toreros Muertos, Nacha Pop, Gabinete Caligari, La Unión, La Orquesta Mondragón, Miguel Ríos, Duncan Dhu, Radio Futura y Héroes del Silencio.

Después abundaron en los exponentes de Argentina con GIT, Charly García, Virus, Soda Stereo y Raúl Porchetto. De México comenzaban a destacar Caifanes, Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, Fobia, Kerigma, Sombrero Verde (después Maná), Coda y Café Tacvba. Todos tuvieron cabida en Espacio 59, proyecto derivado de Rock 101.

El año 1988 fue culminante en la historia de la estación porque, de acuerdo con Salas, se había consolidado como la punta de lanza en la creatividad radiofónica mexicana, su influencia era notable en muchas emisoras y mantenía un segmento de mercado considerable.

“Empezamos con la producción de conciertos y trajimos a Miguel Ríos a la Plaza México. Después a Peter Murphy en el Teatro Ángela Peralta; a David Byrne, The Mission UK y Cheap Trick, así como a Information Society en el Gimnasio Juan de la Barrera de la Alberca Olímpica.

“Hicimos los primeros conciertos de Radio Futura, Soda Stereo, Nacha Pop, Miguel Mateos y Charly García, nos metimos de lleno en la creación del movimiento. Luego abrimos el Rock Stock Bar (en las avenidas Paseo de la Reforma y Niza, de la colonia Cuauhtémoc), donde cada fin de semana presentábamos grupos de rock mexicanos como Café Tacvba y Santa Sabina”.

Fue el primer lugar en el que estuvo Joaquín Sabina por primera vez en México. Recordó que apenas si había 40 personas escuchándolo. Cuando los Caifanes tocaron hubo 18 personas, por ejemplo.

Sin embargo, todo tiene un principio y un final. Como resultado del crecimiento de Rock 101, hubo una serie de discrepancias con el Consejo de Administración.

“La estación era el primer lugar de facturación en la empresa, aportando casi 60 por ciento de los ingresos. Fue un gran negocio porque rebasó todas las expectativas y, obviamente, todo el mundo quería operarla. En mi papel de director dije que no, hasta que llegó un momento de quiebre”.

El 15 de febrero de 1993, Luis Gerardo Salas dejó la estación junto con varios miembros de su equipo y Jordi Soler quedó al mando. Sin embargo, las cosas no mejoraron, llegó otro director y al no elevar los niveles de audiencia, el 16 de agosto de 1996, Rock 101 fue retirado del cuadrante.

Tiempo después el comunicador intentó colocar el concepto en otro espacio, pero la radio hablada comenzó a sobresaturar de noticiarios a la frecuencia modulada.

“Ahora, escuchar radio en FM es como un regreso al pasado, a un 1975. Las canciones son fresas, no saben a nada y se repiten todo el tiempo. Hay programas de chistes con conductores que se creen simpáticos y nada más se dedican a alburear. Es una radio con la que, al menos yo, no me conecto”.

En 1999 el locutor pensó en internet como una alternativa para Rock 101, pero no era factible debido a la mala calidad de los servidores de la época.

Guardó su idea y para 2007, cuando surgió el iPod Touch, se dio cuenta que éste podía conectarse a WiFi y recibir información de tecnológica digital de computadora sin necesidad de estar conectado a un cable. Entonces, comenzó a trabajar en el nuevo proyecto a través de una plataforma en internet www.r101ck.mx.

“Se trataba de rescatar a Rock 101 como hubiera continuado en caso de no haber desaparecido. Nada de romanticismos ni de nostalgias, no somos una estación quedada, porque hoy suena con las nuevas tendencias musicales, aquellas que están a la vanguardia y con el cimiento de nuestra historia”.

Su audiencia está conformada por personas de entre 25 y 40 años. “La mayor parte de ellos fueron seguidores de Rock 101 en los 80 y su relación con internet es tangencial, no viven ahí como las nuevas generaciones. Incluso, éstas no nos interesa conquistar porque viven en una velocidad de interconexión tan rápida que no le crean lealtad a nada”.

Prefiere concentrarse en un radioescucha con independencia de pensamiento económico, “el que está por encima de los 25 años, pero que tampoco llegue a los cincuentones porque no queremos tocar todo el tiempo a ‘Dust in the wind’ (Kansas) ni a Led Zepellin.

“Tenemos que reinventarnos en ese mercado, porque en ellos está la revolución en el mundo. Los empresarios, académicos, intelectuales, escritores y toda la gente que está haciendo cultura, negocios y comunicación, está en ese rango de edad y viven de y con la tecnología, la entienden perfectamente”, destacó.

La plataforma www.r101ck.mx tiene sus oficinas en la colonia Condesa, en la Ciudad de México. Al inicio fue financiada por él con el apoyo de ‘family & friends’, como él les llama.

“Los que eran locutores de Rock 101 también le entraron, pero nos peleamos a los tres meses en el intento de repetir esquemas que fueron funcionales hace 20 años, pero hoy ya todos somos distintos, teníamos que replantear nuestra forma de construir y revolucionar este negocio”.

En la actualidad, Rock 101 más que una estación de radio, es un núcleo creador de contenidos transmedia donde el audio es fundamental, pero entiende la importancia de manejar otros lenguajes y en plataformas como Twitter, Instagram, Facebook y YouTube.

“La televisión y la radio viven en arrogancia, están en crisis y no cambian porque no se cuestionan. Antes, la gente tomaba su información de la televisión como su principal abastecedor, hoy en día sólo es 19 por ciento; en el caso de la radio, era 74 por ciento y hoy es sólo 14 por ciento, según el INEGI”.

El experto que suma más de tres décadas en los medios de comunicación, analizó que en la actualidad, la radio convencional sobrevive en el auto de la gente y fuera de éste, ya nadie más la oye. Por ello es que Rock 101 rompió con el esquema de que tenía que transmitirse desde un estudio aislado con iluminación, operadores profesionales y que el locutor tuviera una dicción perfecta.

“Así como vivimos es como transmitimos. El ambiente acústico es la calle. La ventana de la cabina se abre y se escucha todo lo que ocurre afuera. Es buscar ese acercamiento con la gente, rompiendo la cuarta pared, como le llaman en teatro. No estamos aislados en una burbuja, sino al mismo nivel de cualquiera”, concluyó.

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