Lo conocí cuando tenía cinco años. Recuerdo que al inicio su aspecto me daba miedo debido a que tenía barba y cola de caballo y se ponía un pañuelo alrededor de la cabeza, lo que le daba cierto aspecto de hombre malo.

Olía a hierro y siempre traía la ropa manchada de moho. Sin embargo cuando sonreía inspiraba confianza. A veces me tocaba la cabeza y me removía los cabellos en una especie de caricia un tanto brusca. Recuerdo que nos encaminaba a mi madre y a mí a la parada del camión, a siete cuadras de donde trabajaba mi jefa.

Cuando había charcos en aquellas calles sin pavimentar, me cargaba para que no me mojara. Así al cabo de ciertos meses de frecuentarnos a mi madre y a mí, un día de buenas a primeras mi progenitora me dijo que si ese señor me gustaba como padre.

Yo que no sabía lo que era tener un padre, y por lo tanto quería tener uno, le dije que sí me agradaba. Así pues mi madre se casó con él por lo civil.

Nos fuimos a vivir a su casa, a dos cuadras de donde trabajaba mamá, pero ya no permitió que siguiera trabajando. Mi madre, que toda su vida adulta había laborado para sacarnos adelante a mi hermano y a mí, de un día para otro pasó a ser ama de hogar.

Y yo por fin tuve una familia completa, alguien a quien decirle papá. Cuando iba yo entrar a la primaria surgió un problema, pues no estaba registrado. Inmediatamente ese señor dijo que él me registraría y fuimos al registro civil y entonces tuve ya dos apellidos, en lugar de solo uno. Tuve pues un nombre.

Nunca he olvidado que jamás de los jamases me pegó, nunca supe lo que era un golpe de su parte, contrastante con las golpizas que mi madre me infringía seguido, todas ellas bien merecidas porque en realidad de niño fui un pingo. Yo recuerdo que él solo movía la cabeza de un lado para otro cada vez que me portaba mal, pero no me decía nada, ni siquiera me regañaba. Prefería informarle a mi madre de mi mal comportamiento.

Y tal vez eso era lo que más coraje me daba, que no me dijera nada, que no me pegara, que sintiera yo que no le importaba. El tiempo fue pasando y un día mi madre decidió separarse de él. En aquel entonces ya tenía yo 17 años. Me opuse a esa separación, pues consideraba que no había razón para ello, aunque mi madre decía que tomaba mucho. Y en efecto, era bebedor, pero tomaba al salir del trabajo y lo hacía en casa, y por ello nunca faltó a trabajar, como a nosotros nunca nos faltó que comer o que vestir.

No vivíamos con lujos, pero sí mucho mejor que como vivíamos antes, cuando mi madre estaba soltera. Arreglaron sus problemas conyugales, y él cambio mucho, aminoró su consumo de bebida, y también se mostró más amoroso y afectuoso con todos los integrantes de la familia. Con el paso del tiempo yo me casé y me fui a vivir aparte, lo mismo hizo mi hermano menor. Mi madre y él se quedaron a vivir solos. Renuncio a su trabajo como soldador y les conseguí un puesto en la “pulga” donde desde hace ya varios años se ganan la vida, con el apoyo mío y de mis hermanos.

Hoy en este Día del Padre quiero honrarlo, decirle públicamente GRACIAS, gracias por darme un nombre, por darme tiempo, por darme cariño y por darme tantas dichas como jefe de familia. Siempre he escuchado decir que es más padre quien cría, que quien engendra, y eso es cierto, lo he vivido por experiencia propia.

Es mi padre con toda la extensión de la palabra y tal vez no haya tenido la dicha de verme nacer o de que mis primeras palabras o mis primeros pasos hayan sido dirigidas a su persona, pero sí estoy plenamente convencido de que mis éxitos los ha hecho propios, lo sé, porque cada vez que logro algo esboza una sonrisa, o me pone su mano en mi hombro, en señal de gusto.

Es Don José Salvador Rodríguez Tovar. Mi señor padre. El ángel que me mandó Dios y a quien amaré toda la vida.

¡Gracias por todo papá!

Juan Rodríguez Contreras

Ha sido dirigente de la Asociación de Periodistas de Nuevo Laredo.
Es columnista del periódico El Líder de Nuevo Laredo. Colabora para el portal de noticias HOYTamaulipas y para el periódico El Gráfico de Ciudad Victoria. Es además editor del portal Revista La Neta (www.revistalaneta.com.mx) Es periodista desde hace 28 años y ha trabajado en los periódicos Laredo Ahora, El Diario y Última Hora de Nuevo Laredo, así como ha sido comentarista de varios noticieros radiofónicos en Nuevo Laredo.