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Desaparición de videoclubes cambió costumbres de suscriptores

Con el cierre de prácticamente la mayor parte de los videoclubes o alquiladores de películas en la capital mexicana, se limitó la ilusión de aquellos que acudían a esos negocios por el esperado estreno y/o la convocatoria semanal de acudir en familia para seleccionar el título favorito
Por: Notimex El Día Lunes 12 de Junio del 2017 a las 14:39

Con el cierre de prácticamente la mayor parte de los videoclubes o alquiladores de películas en la capital mexicana, se limitó la ilusión de aquellos que acudían a esos negocios por el esperado estreno y/o la convocatoria semanal de acudir en familia
Autor: Notimex
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México,(Notimex).- Con el cierre de prácticamente la mayor parte de los videoclubes o alquiladores de películas en la capital mexicana, se limitó la ilusión de aquellos que acudían a esos negocios por el esperado estreno y/o la convocatoria semanal de acudir en familia para seleccionar el título favorito.

Ahora, las multiplataformas han cambiado la tradición, el ritual de acudir a rentar una película, basta una tarjeta y suscribirse en línea al alquilador preferido y listo.

En un sondeo efectuado por Notimex algunos de aquellos que disfrutaron la época del videoclub de la colonia y luego de la apertura de los Videocentros, los Macrovideocentros y, hasta los avasalladores Bluckbusters, recuerdan la aventura de alquilar el estreno del mes nacional o internacional.

“La primera vez que me suscribí a un videoclub fue al Blockbuster de Plaza Aragón, calculo que iniciando el nuevo milenio, con la llegada de películas en VHS”, dijo Norma Angélica Pérez Quiroz, periodista y editora de un portal de internet.

“Años después frecuentaba la sucursal de Avenida Cuauhtémoc, que fue una de las últimas que cerró, estaba casi esquina con Morena, en la colonia Narvarte, la oferta era bastante amplia y yo solía rentar los clásicos, aquellos que no había tenido oportunidad de ver en el cine”, comentó.

De hecho, agregó, ahí se realizaban algunas conferencias de prensa, cuando aún se anunciaba con bombo y platillo el lanzamiento de alguna película en video, “no recuerdo exactamente el caso particular, pero sí haber asistido a alguno de esos actos mediáticos”.

Poco a poco, señaló la entrevistada, la revolución digital avanzó, “y la tienda se fue transformando, llegó el DVD y ya en su última época cambiaban videojuegos, pero esa alternativa acabó recientemente, ahora hay un restaurante”.

“¿Qué era lo que no me gustaba? Las multas por retrasos, al final terminabas pagando más de lo que costaba una película nueva, dejé de rentar, iba a comprar las cintas usadas que la tienda sacaba de circulación y ponía a la venta”, relató.

Por su parte, Jesús Torres, reportero, ex jefe de prensa en Cineteca Nacional y actualmente de una dependencia cultural, comentó: “Mi papá compró la primera videocasetera familiar, para formato beta, a mediados de los años ochenta”.

Agregó que el primer videoclub al que asistieron para rentar películas se encontraba en una de las tiendas Suburbia, y cuyo catálogo era exclusivamente cine serie B y Z.

“Como rentábamos películas sólo cuando íbamos de compras a la tienda, no era muy funcional”, declaró.

“Hacia fines de la misma década o principios de los noventa, mi papá se ganó una videocasetera VHS en una rifa. Fue cuando nos suscribimos a un Videocentro, ubicado a unas tres o cuatro cuadras de donde vivíamos entonces, cerca de la Cineteca Nacional.

“Aproveché la cercanía del videoclub para atascarme durante los primeros meses de la suscripción con las pocas películas de su catálogo que me interesaban, entre ellas algunas de Woody Allen, Martin Scorsese, cintas de horror hollywoodense y algunas mexicanas perdidas en los estantes”.

Con entusiasmo y nostalgia confesó: “A los pocos meses de la suscripción había visto casi todo lo que me interesaba y, aunado esto, el retraso con el que llegaban las películas de estreno, paulatinamente dejé de rentar en Videocentro. Nunca más volví a suscribirme a videoclub alguno, ni cuando Blockbuster hizo trizas a Videocentro”, concluyó.

De esta manera lo explicó la secretaria Laura Maldonado, quien por muchos años utilizaba los servicios de Blockbuster, de la cual tiene buenos recuerdos.

“Ir a rentar una película era el pretexto maravilloso para salir en familia y tener la expectativa de qué película iban a estrenar y cuáles estarían en la línea de favoritos, para así poder escoger una, de opciones”, señaló Laura.

Agregó que ahora con Netflix el entretenimiento es más económico y a la mano, pero ya no hay esa curiosidad de ver qué título se estrenaría el próximo mes.

Por su parte, Eduardo Martínez, otro usuario comentó que llegó a ir a los Blockbusters cuando estaba en decadencia, ya que los largometrajes que vendían ya estaban con muchas ofertas.

“Mis compañeros y yo íbamos a surtirnos de series, ahí compré varias de ‘Glee’ y ‘Modern family’”, narró el joven, empleado de un banco, quien detalló que en 2012 un trabajador de este negocio, quien iba a cambiar “morralla” le platicó que Blockbuster ya no estaba teniendo tanta aceptación.

“Decía que la venta ya no era como antes, porque ahora veían las películas por internet, que un tal Netflix hizo que bajaran las compras, yo creo que aún deberían de existir las tiendas de películas, ya están en peligro de extinción, tal como está ocurriendo con Mix Up”, dijo.

Opinó que ahora las tiendas de discos y películas que eran antes, ahora ofrecen más productos de tecnología, “tal vez ellos han aplicado la de renovarse o morir, cosa que no hizo Blockbuster”.

Asimismo, cree que era agradable llevar los DVD o VHS que ya no gustaban, para que en estas tiendas las compraran a buen precio, eso sí, con algunas condiciones, de esta manera pudo comprar el Blu-ray de “Quisiera ser millonario”.

“Es una lástima que ya no existan estos locales, porque no hay como esa sensación de poner el disco, escuchar la bandeja y disfrutar de la cinta, además de la emoción de disfrutar el folleto”, señaló.

Por su parte, la reportera y publirrelacionista de obras de teatro, Marilú Tovar recuerda aquellos años del auge del alquiler de películas en videocentros y Bluckbuster.

Comentó que ella era una adolescente que vivía por el rumbo de Iztacalco, y que a pesar de no poder ella contratar la suscripción, su padre fue quien hizo el trámite correspondiente.

“Suscrita la familia era muy fácil ir por películas pues con la credencial yo ya podía rentar. En el video de la colonia te anotaban en una libreta tamaño carta y la credencial era de cartón y tú le pegabas la foto”, dijo.

Más tarde llegaron los Videocentros y tiempo después el Blockbuster, “ahí, el trámite ya era en línea, pues en una computadora aparecía el registro, pero, además, ya necesitabas una tarjeta de crédito”.

Arturo J. Flores, escritor de novelas eróticas, reportero y actualmente editor de una revista para caballeros, recordar aquellos años en que se alquilaban películas lo traslada a su infancia y adolescencia.

“Cuando era niño mi papá nos llevaba a seleccionar películas, pero eso, además de representar un ritual era una tradición, pues a cada uno nos agradaban distintos géneros”, relató sobre sus vivencias de ese tipo en Cuautitlán Izcalli.

Señaló que en su hogar había dos videocaseteras en una de ellas su hermana y él veían sus estrenos o clásicos preferidos mientras que en la otra sus padres disfrutaban de esa tradición.

 

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