Santiago,(Notimex).- Una de las mayores preocupaciones de los chilenos es la delincuencia, y durante varios años la violencia en los estadios de futbol y sus alrededores contribuyó a incrementar la sensación de inseguridad.

El temor de las personas por asistir a los partidos del torneo profesional chileno terminó alejándolas de los recintos e incrementó las suscripciones a la televisión por cable para contratar el famoso Canal del Futbol (CDF), donde se pueden ver en directo todos los partidos.

Según cifras oficiales, más 800 mil abonados pagan mensualmente cerca de 15 dólares para acceder a la programación en vivo de los partidos del futbol chileno, cifra que contrasta con los 20 dólares por persona que vale la entrada más barata al estadio.

Constatada esta realidad, con los noticieros de televisión mostrando semana a semana la forma en que la violencia se apoderaba de los recintos deportivos, el gobierno del presidente Sebastián Piñera (2010-2014) lanzó en abril de 2011 el programa “Estadio Seguro”.

Dependiente del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, el plan tenía por misión implementar la ley de violencia en los estadios y coordinarse con los dirigentes del futbol para la realización de partidos, entre otros temas.

El plan tiene como función asesorar a las autoridades regionales en materia de seguridad en los espectáculos de futbol profesional y coordinar a los organismos que participan en los distintos ámbitos de organización de los encuentros, entre ellos la militarizada policía de Carabineros.

La idea original se refería a hacer del futbol “una fiesta segura, inclusiva y comunitaria; pasando los hechos de violencia a ser un obstáculo del futbol que queremos, y no el centro del plan”, el cual mejoraba las condiciones de seguridad, bienestar y convivencia.

El foco principal de trabajo del programa fue poner freno a los hechos de violencia que acontecían semana a semana en varios recintos, donde los protagonistas eran las “barras bravas” de al menos dos clubes: Colo Colo y la Universidad de Chile.

Imágenes de violencia en los estadios, en las afueras de los mismos e incluso enfrentamientos al interior de las mismas barras generaron estupor entre los aficionados, quienes comenzaron a alejarse de los recintos.

La violencia que ejercían las barras bravas, y que siguen ejerciendo la mayor parte de las veces fuera de los recintos deportivos en el marco de sus desplazamientos por las calles, fue una imitación de lo que ocurría en Inglaterra y Argentina con la hinchada más violenta.

En un día de partido de un equipo de alta convocatoria, es habitual observar microbuses del sistema TranSantiago con las ventanas rotas, y supuestos hinchas hacinados e incluso encaramados en los techos de los vehículos, ondeando las banderas de sus cuadros.

Implementado en 2012, Estadio Seguro tenía como principal objetivo terminar con las barras bravas en Chile, modelo que según las autoridades fue importado desde Inglaterra, aunque la mayoría de los expertos argumentó que el modelo tenía mayor similitud con el argentino.

Creado el plan, los clubes debieron “empadronar” a sus hinchas y, además, colocar sistemas de control en los estadios que comienzan con la venta de boletos, los que se emiten con el número de cédula de identidad del comprador impreso.

Ya en la puerta del recinto, los funcionarios de control exigen la presentación del boleto y de la cédula de identidad para comprobar que sea la misma persona y que el individuo no tiene prohibición de ingresar a un recinto deportivo.

A esto se suma una exhaustiva revisión corporal y de los bolsos que se ingresen para evitar el porte de elementos prohibidos, aunque el ingenio muchas veces es mayor y los hinchas ingresan de todas formas con fuegos artificiales y bombas de ruido, ambas prohibidas por la ley.

En la actualidad, en los estadios rige además el Reglamento de la Ley de Derechos y Deberes en el Futbol, el que reguló varios aspectos como el ingreso de elementos de animación a los recintos deportivos.

Por ejemplo bombos, papel picado, bandas y lienzos sólo podrán ingresar a los estadios previa solicitud al club que haga de local y a la Intendencia Regional respectiva, y deberán ser colocados en una zona especial del recinto, siempre para “fomentar un ambiente de festejo”.

Una de las medidas que más llamó la atención fue la prohibición de ingresar bombos al estadio, verdadero corazón de la hinchada, medida que se justificó luego que al interior de uno de ellos se incautaran fuegos artificiales y, más de alguna vez, alguna arma blanca.

De esta forma, Estadio Seguro contribuyó a erradicar la violencia en los recintos deportivos, aunque aún resta mucho por hacer en el tema para que las familias salgan de sus casas, dejen el futbol por televisión y vivan la pasión del deporte en vivo.