Hablemos de la Trudeaumanía o el Ministro Cool
La imagen es poderosa porque comunica a gran velocidad. Es poderosa porque la podemos controlar, porque bien manejada cautiva, seduce, hace estrellas, presidente y ministros.
La imagen del político relajado y moderno del Primer Ministro canadiense ha catapultado a su vez la imagen de su país. No es un fenómeno nacido de la atmósfera bohemia de Montreal o de un giro en la carrera de estrellas de la música como Justin Bieber, que tiene más seguidores en Twitter que cualquier otra figura del mundo, ya sea Lady Gaga, el papa Francisco o Barack Obama. La renovada fascinación por el gigante del Norte se debe a una sola persona: su joven y carismático primer ministro, Justin Trudeau.
Después de una década de gobierno conservador, Trudeau llevó en el 2015 al Partido Liberal de regreso al poder, cumpliendo con un presagio de Richard Nixon en una cena de Estado en Ottawa, en 1972, cuando brindó por el "futuro primer ministro de Canadá". Justin Trudeau tenía apenas unos meses de vida y el anfitrión de esa cena, su padre, Pierre Trudeau, había logrado ya acuñar un fanatismo con nombre propio: la "Trudeaumanía".
A sus 45 años, Justin Trudeau no sólo ha puesto a los progresistas otra vez al mando de una de las naciones del G-8. También ha reavivado la "Trudeaumanía", y renovado la imagen de Canadá ante el mundo.
Trudeau ha cambiado el discurso político canadiense con un puñado de golpes de efecto. El primero fue su gabinete, un gabinete que "se parece a Canadá", tal como dijo cuando lo presentó. Es el primer gabinete de la historia en el que la mitad de sus integrantes son mujeres; dos miembros son aborígenes, dos son discapacitados y tres son sikhs (religión monoteísta de la India). Trudeau reconoció violaciones de derechos humanos a pueblos indígenas y prometió trabajar hacia una reconciliación plena. Sacó a Canadá de la coalición militar contra Estado Islámico y puso la lucha contra el cambio climático entre las prioridades de su agenda.
Enfaticemos que el principio de la imagen radica en la comunicación, en la estimulación, en la emisión de mensajes verbales y no verbales: Unos días antes de la Navidad del 2015, sin corbata y con su camisa arremangada, fue al aeropuerto a darle la bienvenida a un grupo de refugiados sirios, a quienes recibió como "residentes de Canadá".
"Están en casa", les dijo Trudeau ante los micrófonos. "Animo a todos los canadienses a darles una cálida bienvenida acorde con nuestros valores de compasión, bondad y generosidad".
En Davos, donde fue una de las estrellas del Foro Económico Mundial, Trudeau dejó su marca con su mensaje optimista y su estilo relajado. Insistió en que no ha habido mejor momento para mirar a Canadá, y vendió su propuesta económica: UNA ECONOMÍA ARRAIGADA EN EL CONOCIMIENTO, más alejada de la explotación de los recursos naturales.
El ascenso del joven líder progresista se puede describir como una muy esperada restauración, sobre todo por la elite canadiense, luego de una década de conservadurismo que es vista, por una parte del país, como un secuestro de la cultura política canadiense.
La Trudeaumanía actual simboliza el retorno a una visión de izquierda de Canadá en la cual la tolerancia y el pacifismo son valores primordiales. Éste es el mito canadiense atesorado por muchos en el país, y por los progresistas en Estados Unidos y Europa.
El pasado errante de Trudeau quien trabajó como instructor de snowboard, camarero, portero, orador y profesor de francés antes de seguir los pasos de su padre, ha alimentado el mito. También les ha dado letra a sus críticos, que además han puesto en duda su madurez para liderar Canadá y han advertido sobre el riesgo del retorno al desbarajuste fiscal que creó su padre en los 70.
Muchos hacen eco de algunas de las críticas al joven líder, pero a la vez, también se destaca la capacidad de su equipo. Si bien sus primeras medidas han sido, en sus palabras, "largamente simbólicas", han servido para restaurar la popularidad de Canadá y sumar una voz de izquierda poderosa en los debates globales de política. Canadá es cool de nuevo y eso es gracias a Trudeau.
Muchos preferirían que el estrellato que vive Canadá en la escena global fuera por algo más que "un primer ministro cool", pero, con todo ello, puedo argumentar que los canadienses prefieren esa atención a ser ignorados como una nación del Norte aburrida. Trudeau, es la antítesis de Harper, el anterior Primer Ministro un líder al que se le describe como frío e indiferente que quería empujar a Canadá a la derecha.
Trudeau, en la imagen al menos, es lo contrario. Él se vende a sí mismo como alguien que es muy inclusivo, que se preocupa por todos los canadienses y quiere que Canadá sea reconocido como un país progresista de nuevo. Creo que hace que los canadienses se sientan optimistas, y sí, también cool.
@Alberto_Rivera2
Alberto Rivera
Construyo procesos de comunicación siendo y haciendo cosas diferentes, provocando emociones y moviendo conciencias hacia la participación social y política.
Ayudo a potenciar marcas de proyectos políticos y gubernamentales a través del descubrimiento de insights, arquetipos de marca y estrategias de comunicación política.
Soy consultor, catedrático y speaker en Estrategias de Campaña Política y de Gobierno. Director General de Visión Global Estrategias.
Soy originario de Tampico, Tamaulipas y cuento con una Maestría en Educación, Maestría en Política y Gobierno y Doctorado en Filosofía; además de tener diversas especializaciones en Comunicación Política, Consultoría Política e Imagen.
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